La magia de Ch¨¢vez
La nueva Constituci¨®n aprobada por refer¨¦ndum define a Venezuela como una sociedad "democr¨¢tica" y "protag¨®nica". Cuando los redactores del texto constitucional se percataron de que tal vocablo no aparec¨ªa en los diccionarios, poco les import¨®. "Decisi¨®n soberana", se dijo, justificando que el pueblo inventa sus neologismos. Y, efectivamente, los inventa, en Venezuela o en Espa?a. ?sta, como otras disposiciones ex¨®ticas de la Constituci¨®n, puede resultar anecd¨®tica. Hay algo m¨¢s, sin embargo. En t¨¦rminos de ordenaci¨®n del poder, el texto constitucional rebosa autoritarismo y ejecutivitis. Tras el plebiscito -pues eso ha sido-, la Constituci¨®n, y si posteriormente, como es previsible, Hugo Ch¨¢vez y sus seguidores ganan las elecciones legislativas y el dirigente se revalida en unas nuevas presidenciales, el antiguo golpista acumular¨¢ en sus manos un inmenso poder.Pero hay elementos en la Constituci¨®n, por ejemplo en materia de reducci¨®n de algunos excesos de la descentralizaci¨®n, que pueden tener sentido. La libertad en las tasas viales hab¨ªa producido una ruptura del mercado venezolano, con un encarecimiento de los transportes y el restablecimiento, de hecho, de las antiguas fronteras fiscales internas. Ahora bien, como programa -pues es esencialmente eso- que entra en el pleno empleo, en regular la jornada laboral a 44 semanales y en otros aspectos, la Constituci¨®n resultar¨¢ inaplicable en un pa¨ªs de las caracter¨ªsticas de Venezuela.
El texto de la nueva Carta Magna venezolana, la bolivoriana, ha sido redactado con prisas y mal, poco discutido en una tan s¨®lo aparente Constituyente, y ultimado al dictado del presidente. Las pocas voces sensatas han sido deso¨ªdas. Pero en Venezuela no se ha respetado casi ninguna Constituci¨®n. ?Por qu¨¦ ¨¦sta? Claro que algunos definen esta constituci¨®n no en t¨¦rminos jur¨ªdicos o pol¨ªticos, sino como un acto de magia: la magia de Ch¨¢vez. La que le lleva a declararse mao¨ªsta en China, fidelista en Cuba, o cat¨®lico arrodillado ante el Papa en el Vaticano. Y amansado cuando pasa por Espa?a, donde el Gobierno lo considera educable. ?Lo es?
Para su magia, dispone de algunos medios con los que llevar a cabo trucos. Una parte sustancial del presupuesto del a?o que acaba no se ha ejecutado, lo que puede permitirle algunos gastos sociales inmediatos con efecto, tras la aprobaci¨®n de la nueva Constituci¨®n. Por otra parte, la subida de los precios del crudo -que Hugo Ch¨¢vez ha contribuido a impulsar con habilidad en el seno de la OPEP- puede suponer un crecimiento de un 3% del PIB para Venezuela el a?o pr¨®ximo. Adem¨¢s, el anteproyecto para los pr¨®ximos presupuestos dedica a gastos reservados una ingente cantidad.
Pese a la necesidad de reconstruir lo devastado por las torrenciales lluvias, son importantes triunfos en sus manos, aunque no ser¨¢n suficientes para satisfacer lo mucho que los muchos que le apoyan esperan de ¨¦l y lo mucho que ha prometido. Hay un riesgo de que, entonces, se arme un bochinche, ese aporte criollo a la sociolog¨ªa que consiste en el "desorden desordenado", como lo define un gran conocedor de ese pa¨ªs. No es un broma. Venezuela se ha metido en una senda de suma dificultad; en un callej¨®n sin clara salida. El enorme ¨¦xito popular de Ch¨¢vez, cuya Constituci¨®n pocos se han le¨ªdo, se explica sobre todo por los anteriores 40 a?os de r¨¦gimen corrupto. No hay garant¨ªas de que no se reproduzca. Ya han aparecido los primeros casos de corrupci¨®n entre los chavistas.
Mas como ense?ara el maestro Manuel Garc¨ªa Pelayo, que tanto tiempo y afecto dedic¨® a Venezuela, las Constituciones no se pueden juzgar s¨®lo por sus textos, sino por la cultura pol¨ªtica en la que se enmarcan y por su pr¨¢ctica. Hoy por hoy, Ch¨¢vez se ha quedado sin algo esencial para el funcionamiento democr¨¢tico: una oposici¨®n. Venezuela no est¨¢ viviendo una transici¨®n de una dictadura a una democracia, sino algo muy distinto: la destrucci¨®n de un sistema de partidos que se hab¨ªa agotado. Construir otro alternativo, algo esencial para reconstruir la democracia, va a resultar una tarea muy ardua, que requiere toda la comprensi¨®n y el apoyo que se le pueda dar.
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