La exorbitante factura de las urnas
La reciente celebraci¨®n de las elecciones catalanas y la proximidad de las elecciones generales han llevado a los empresarios del C¨ªrculo de Econom¨ªa -un prestigioso grupo de presi¨®n presidido en su d¨ªa por el hoy ministro Piqu¨¦- a manifestar su preocupaci¨®n por los exorbitantes gastos de los partidos que concurren a esas convocatorias. Su reciente documento sobre La financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos critica el "coste excesivo de la actividad electoral" no s¨®lo en Espa?a sino tambi¨¦n en otros pa¨ªses europeos y le atribuye el peso principal de su endeudamiento y d¨¦ficit cr¨®nico. Los motivos de preocupaci¨®n del C¨ªrculo de Econom¨ªa son a la vez c¨ªvicos y corporativos: existe una ¨ªntima relaci¨®n entre los dispendios electorales de los partidos y la patolog¨ªa de financiaci¨®n ilegal y corrupci¨®n individual de los cargos p¨²blicos que tanto perturba la libre competencia en el mercado.Los empresarios catalanes son bastante m¨¢s prudentes que los publicistas aficionados a maldecir a la partitocracia y a la clase pol¨ªtica emulando las demag¨®gicas jerem¨ªadas anti-sistema de los regeneracionistas de hace un siglo. El documento del C¨ªrculo de Econom¨ªa afirma de forma taxativa que "no se puede hablar de generalizaci¨®n de la corrupci¨®n" en la vida p¨²blica espa?ola, "ni tampoco de que exista una amenaza para la democracia". Ahora bien, "la reiteraci¨®n de esas pr¨¢cticas ilegales" y la atenci¨®n cada vez mayor de la opini¨®n p¨²blica crean el grave riesgo de deteriorar su imagen. Si la tangentopolis puesta al descubierto a comienzos de los noventa por los jueces en Italia y la marea de esc¨¢ndalos que ha invadido los tribunales de Francia durante los ¨²ltimos a?os hab¨ªan ya mostrado que la financiaci¨®n irregular no fue inventada por los partidos espa?oles (imitadores, por el contrario, de sus padrinos europeos), las recientes informaciones sobre los sobornos cobrados por la democracia cristiana de Kohl ense?an igualmente que la corrupci¨®n institucional carcome tanto a la derecha como a la izquierda.
Los empresarios no son simples espectadores de ese deterioro de la vida p¨²blica: en este pleito act¨²an a la vez como juez y como parte. Porque las pr¨¢cticas de financiaci¨®n ilegal de los partidos, nacidas en buena medida de la necesidad de sufragar sus multimillonarias campa?as electorales, est¨¢n contaminando las actividades empresariales -especialmente cuando dependen "de regulaciones o decisiones discrecionales de los poderes p¨²blicos"- con el resultado ¨²ltimo de encarecer los costes del negocio y los precios pagados por los consumidores. Es un secreto a voces que las tesorer¨ªas de los partidos se han venido alimentando en toda Europa -algo m¨¢s que ocasionalmente- de comisiones ilegales abonadas por empresarios a cambio de contratos con el Estado y de recalificaciones urban¨ªsticas decididas por titulares de cargos p¨²blicos que militan en sus filas. "La corrupci¨®n -concede el documento- es cosas de dos": ?qu¨¦ fu¨¦ antes: el huevo o la gallina? Aunque los tratos ilegales entre la pol¨ªtica y el dinero nacieron probablemente por iniciativa de empresarios dispuestos a desbancar a sus competidores mediante la compra de influencias pol¨ªticas, con el paso del tiempo los corruptores han pasado a ser los extorsionados.
El C¨ªrculo de Econom¨ªa sugiere la creaci¨®n de una comisi¨®n de expertos independientes que estudie la reforma del actual sistema de financiaci¨®n de las organizaciones pol¨ªticas y emplaza a los partidos a incluir esa propuesta en sus programas electorales para la pr¨®xima legislatura. Pero los empresarios pecan de ingenuos. Las Cortes Generales bien hubiesen podido seguir la reciente recomendaci¨®n de Carlos Jim¨¦nez Villarejo, jefe de la Fiscal¨ªa Especial para la Represi¨®n de los Delitos Econ¨®micos relacionados con la Corrupci¨®n, para tipificar como delito la financiaci¨®n ilegal de los partidos. Y los diputados y senadores que aprobaron en 1995 el pomposamente denominado C¨®digo Penal de la democracia no dudaron en dejar fuera de su articulado, a requerimiento de las organizaciones encargadas de pastorearles, la sanci¨®n de las conductas criminales dirigidas a desviar hacia la tesorer¨ªa de los partidos las comisiones ilegales y los sobornos extorsionados a los empresarios como pago por la adopci¨®n de decisiones administrativas tomadas por titulares de altos cargos fieles a la disciplina partidista.
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