Clinton pierde a su mejor aliado en el Kremlin
Bor¨ªs Yeltsin fue para su pueblo un dirigente que "crey¨® honestamente que son los votos los que mandan en Rusia", y para Estados Unidos alguien que "siempre hizo lo que dec¨ªa que iba a hacer". Con este doble elogioso comentario, Bill Clinton se despidi¨® p¨²blicamente de Yeltsin como presidente de Rusia, aunque no como amigo, en las ¨²ltimas horas de 1999.La dimisi¨®n de Yeltsin sorprendi¨® a EE UU prepar¨¢ndose para la Nochevieja. Tanto Clinton, a t¨ªtulo personal, como la Casa Blanca, de modo institucional, rindieron c¨¢lidos homenajes a Yeltsin. Y es que, pese a sus epis¨®dicas protestas verbales por la imposici¨®n de los puntos de vista norteamericanos en asuntos como Irak o Kosovo, Yeltsin jam¨¢s fue percibido en EE UU como un peligro.
Frente a la posibilidad de una llegada al Kremlin de fuerzas nacionalistas o comunistas, Yeltsin ha sido visto durante los ¨²ltimos siete a?os por la Casa Blanca como un baluarte que hab¨ªa que sostener pol¨ªtica y econ¨®micamente. Su dimisi¨®n abre la puerta a lo que m¨¢s teme Washington: la incertidumbre sobre el rumbo de Mosc¨². "Tuvimos nuestras discrepancias e incluso nuestras peleas, nuestros desacuerdos de vez en cuando sobre asuntos de inter¨¦s nacional, pero creo que el pueblo ruso ha sido muy bien servido por un l¨ªder que crey¨® honestamente que son los votos los que mandan en Rusia", dijo Clinton.
"Yeltsin", a?adi¨®, "me gustaba porque siempre fue sincero conmigo. Siempre hizo exactamente lo que dec¨ªa que iba a hacer". El viernes 31 de diciembre, en su ¨²ltima conversaci¨®n telef¨®nica desde la Casa Blanca con un Yeltsin que apuraba sus ¨²ltimos minutos en el Kremlin, Clinton le reiter¨® su aprecio personal. Y Yeltsin le respondi¨®: "Me alegra mucho haber sido su amigo. Continuar¨¦ si¨¦ndolo". Yetsin asegur¨® a Clinton que deja las riendas en las manos de un Vlad¨ªmir Putin "fuerte, inteligente y capaz". Y Clinton prometi¨® a Yeltsin que ayudar¨¢ a Putin con todos sus medios. Era la primera conversaci¨®n que sosten¨ªan en un mes.
Las cr¨ªticas norteamericanas a la intervenci¨®n militar rusa en Chechenia, tan meramente verbales como las cr¨ªticas rusas a la operaci¨®n de la OTAN en Kosovo, hab¨ªan distanciado a los dos hombres. Sin embargo, uno y otro defend¨ªan que, como ocurri¨® con Kosovo, las discrepancias sobre Chechenia no deben resucitar la guerra fr¨ªa.
Para un Clinton que entra en su ¨²ltimo a?o en la Casa Blanca, la dimisi¨®n de Yeltsin es todo un s¨ªmbolo nost¨¢lgico. Durante siete a?os, los presidentes norteamericano y ruso, tan distintos en casi todo, se han comportado en privado y en p¨²blico como amigos. Esa conexi¨®n personal ha suavizado de modo extraordinario los potenciales conflictos derivados de la decadencia rusa como gran potencia y la imposici¨®n indiscutible del liderazgo mundial norteamericano.
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