Demasiada muerte
Ahora todos saben ya en Argentina que Maradona es mortal. "Estuvo inconsciente, sufr¨ªa taquicardia ventricular, graves trastornos del ritmo card¨ªaco, manifest¨® confusi¨®n mental con depresi¨®n sensorial", confirmaba ayer una fuente de la cl¨ªnica Cantegril. Y que se va a morir si sigue como va. Desde que Maradona reconoci¨® lo que ¨¦l llama "el problema" con las drogas -y no lo que verdaderamente es, una enfermedad contra la que lucha sin fuerzas propias y sin apoyos externos sanos, desinteresados y honestos-, Maradona acusa de "buchones [confidentes de la polic¨ªa seg¨²n la jerga carcelaria argentina]" a todos los que hablan de lo que de verdad sucede. Dice que le quiere "ganar a la discriminaci¨®n" y califica de "est¨²pidos" a todos aquellos que creen que ¨¦l est¨¢ muerto "porque se equivoc¨® con la droga".
Y no, no est¨¢ muerto a los 39 a?os. Se mata (como se dice en Argentina de quienes consumen demasiado de lo que sea) y lo matan (los medios de comunicaci¨®n que se exceden en la critica y el elogio). Esa adicci¨®n mutua, de Maradona y la prensa, que no soporta ni un d¨ªa la abstinencia, es la que parece arrasar con todo. La memoria inocente y agradecida de millones de aficionados sopla el polvo maldito de la coca¨ªna, que cae una y otra vez y blanquea hasta cegarlo el recuerdo de aqu¨¦l pibe que parec¨ªa eterno. El d¨ªa que le eligieron como el futbolista del siglo en Argentina dijo, entre l¨¢grimas, "cuando uno est¨¢ jugando cree que el f¨²tbol nunca se terminar¨¢. Pero se termina, se termin¨®. Y uno no sabe qu¨¦ hacer cuando no le puede dar goles a sus hijos".
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