Una mano espa?ola en Francia
La petici¨®n internacional de ayuda cursada por Electricidad de Francia (EDF) ha encontrado un eco solidario en siete compa?¨ªas espa?olas -Iber-drola, Abengoa, Semi, Maessa (subcontrata de Endesa), Hidrocant¨¢brico, Uni¨®n Fenosa y Electrosur-. Unos 120 trabajadores espa?oles participan activamente en esa dura e ingente tarea de reparar las l¨ªneas rotas y restablecer el suministro de energ¨ªa cortado por los pasados vendavales.Pese a haber movilizado a toda su plantilla de 52.000 empleados y a los jubilados de la empresa e invertido ya 5.000 millones de francos (unos 100.000 millones de pesetas), EDF no ha conseguido todav¨ªa reponer el servicio a 150.000 hogares. La reparaci¨®n completa exigir¨¢ varios a?os de trabajo y unos 17.000 millones de francos (425.000 millones de pesetas).
All¨ª por donde han pasado las furias, el bosque franc¨¦s, orgullo nacional, se asemeja a una armada en derrota. Compa?¨ªas enteras de ejemplares magn¨ªficos se inclinan peligrosamente como lanzas rendidas a un enemigo invisible. Pese al denodado esfuerzo de los militares y de los bomberos encargados de despejar las carreteras y las v¨ªas f¨¦rreas, el paisaje semanas despu¨¦s de finalizada la batalla sigue quebrado espectacularmente por tantos ¨¢rboles ca¨ªdos, mortalmente inanimados, que con sus enormes ra¨ªces al aire muestran descarnada, obscenamente, la sorprendente fragilidad de lo que consideramos seguro. El hurac¨¢n ha segado a cuchillo pinos, hayas, ¨¢lamos y fresnos de hasta 15 metros de altura; ha desgarrado, ha aplastado, ha diezmado por doquier. Se calcula que 270 millones de ¨¢rboles han sido abatidos por esa fuerza descomunal que ha devastado la mayor parte del territorio franc¨¦s.
Tras el paso de las brigadas del Ej¨¦rcito, la peque?a carretera de Civrac, cerca de Burdeos, que conduce al paraje en el que trabajan los hombres p¨¢jaros de las compa?¨ªas el¨¦ctricas espa?olas parece, por momentos, el pasillo de una serrer¨ªa. En su desplome, los ¨¢rboles han cortado las l¨ªneas el¨¦ctricas de la zona y han desmochado o arrancado de cuajo los postes de hormig¨®n. Con la ayuda del agua que empapaba la tierra y el impacto de los ¨¢rboles sobre los cables el¨¦ctricos, los vientos huracanados han acabado por arrastrar tambi¨¦n las torres met¨¢licas de conducci¨®n, y han jugado con ellas como si fueran de alambre.
A medio camino entre el bosque vencido y las reputadas vi?as de Groces, las m¨¢s importantes de la regi¨®n despu¨¦s de las de Medoc, un hombre enjuto, largo, de manos sarmentosas y rostro trabajado por la intemperie repara la l¨ªnea desde lo alto de un poste de 12 metros. Ricardo Valle, de 47 a?os, vecino de Tortosa, trabaja sin m¨¢s soporte que el cintur¨®n enganchado al palo y m¨¢s apoyo que el saliente de hierro, el reposapi¨¦s clavado en la madera. Al contrario que los postes de conducci¨®n que se utilizan generalmente en Espa?a, las "palascas" de hormig¨®n francesas no tienen "canal" interior, ni "escalerilla" porque los trabajadores de EDF trabajan desde las "cestas" izadas y sostenidas por veh¨ªculos gr¨²as concebidos especialmente. "Es inc¨®modo s¨ª, y puede ser peligroso porque no estamos acostumbrados, pero esto es lo que hay y con eso hay que cargar", dice este hombre de pocas palabras, gran trabajador, seg¨²n sus compa?eros, que lamenta no haber podido hacer sus regalos de Reyes a su mujer y a sus hijos.
"Vinimos con lo puesto y no se nos ocurri¨® pensar que necesitar¨ªamos cestas", explica Marcelo Mart¨ªnez, de Tarragona, el jefe del grupo enviado por Maessa. "Lo puesto" son dos camiones gr¨²as cargados de postes de madera y de hormig¨®n, crucetas, aislantes, cables, dos veh¨ªculos todoterreno, dos furgonetas, un turismo y una docena de hombres p¨¢jaros, casi todos muy experimentados en estas tareas.
Otro grupo procedente de Oviedo interviene en la misma zona, donde todav¨ªa hay 18.000 hogares sin luz y se trabaja muy en precario, siempre con la serradora a mano. "Calculo que en algunas ¨¢reas las reparaciones de emergencia tardar¨¢n todav¨ªa meses", apunta el responsable del equipo.
La expedici¨®n catalana de Maessa lleg¨® a Saint Selve, a algunos kil¨®metros de Burdeos, en la v¨ªspera de la Nochevieja y se encontr¨® con un panorama irreal que Marcelo, de 48 a?os, describe como "la jungla instalada en la carretera". Dice que cuando la direcci¨®n de su empresa les indic¨® que ten¨ªan que ir a Francia a echar una mano, "pusimos el grito en el cielo, pero no nos lo pensamos dos veces, porque al margen del sueldo, que es mucho mejor, efectivamente, tambi¨¦n cuenta toda esta gente que est¨¢ sin luz, sin calefacci¨®n, sin televisi¨®n". Ricardo subraya que "nadie ha venido obligado" y que nadie se arrepiente de haber dado el paso, aunque todos se declaran agotados por estas duras jornadas de 12 horas, muchas veces bajo la lluvia y la niebla.
"Nos levantamos a primera hora, cargamos el material y nos dirigimos al punto que la v¨ªspera nos han indicado los compa?eros franceses. Paramos a la hora de comer y seguimos hasta las ocho, las nueve o m¨¢s tarde, seg¨²n el trabajo; nos duchamos, cenamos y nos acostamos inmediatamente, porque no quedan fuerzas para nada y hay que recuperarse", se?ala Marcelo, quien pide ya la llegada de equipos de relevo. La compa?¨ªa p¨²blica francesa EDF carga con los gastos de alojamiento del hotel y la comida del restaurante y el resto corre por cuenta de las empresas espa?olas.
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