Un cura rebelde
Jon Cortina parece un curita amable y sencillo. Nadie dir¨ªa que est¨¢ dominado por un objetivo irrenunciable. Pero ¨¦sa es la verdad. Lo es desde que conoci¨® la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y enseguida se tir¨® al monte. Algo que en este caso puede decirse en sentido literal. Porque este hombre de 65 a?os se fue a vivir con los campesinos de Chalatenango, una de las zonas en poder de la guerrilla. Antes fue uno de los fundadores de la UCA, la Universidad Centroamericana de El Salvador. ?se era su destino hasta el d¨ªa en que decidi¨® repartir su tiempo entre los dos mundos que han llenado su existencia: la docencia, a la que se dedica tres d¨ªas a la semana, y la vida junto a los campesinos, con los que pasa el resto de la semana. "En la UCA cubro mis necesidades intelectuales; luego me traslado al mundo de los pobres y encuentro all¨ª unos valores que no he hallado aqu¨ª". Adem¨¢s, Cortina siempre pens¨® que no pod¨ªa hablar de Dios a los campesinos si no pasaba con ellos los momentos duros, si viv¨ªa mejor que ellos o no corr¨ªa los peligros que ellos corr¨ªan.
En Chalatenango ejerci¨® su labor sacerdotal. Pero tambi¨¦n es doctor en ingenier¨ªa, hizo puentes, b¨®vedas para sostener caminos y carreteras, un hospital, una escuela, proyect¨® viviendas. Aquel cura es el mismo que hoy exige la devoluci¨®n de los ni?os que robaron los militares, los cuales s¨ª conocieron siempre las idas y venidas del jesuita, al que la muerte ha rondado varias veces. "Bueno", dice, "al menos tirotearon mi coche en cuatro ocasiones". En la matanza de los jesuitas de 1989, su nombre apareci¨® en la lista de las v¨ªctimas. Y si salv¨® la vida fue porque aquel d¨ªa estaba en Chalatenango.
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