?D¨®nde est¨¢s, mecenas?
Mecenas fue, en tiempos de Octavio, el protector de Horacio y Virgilio, entre otros. Mecenas, hombre culto, h¨¢bil pol¨ªtico y amante del lujo, utiliz¨® el genio de los poetas del momento para realzar el r¨¦gimen de Augusto; en verdad puede decirse que entendi¨® el lado pr¨¢ctico del prestigio de la literatura, pero tambi¨¦n que disfrut¨® de ella. Su buen gusto le inclin¨® hacia los grandes y, as¨ª, su nombre ha quedado unido al de las Ge¨®rgicas de Virgilio o a las Odas de Horacio.El prestigio de la cultura se mantiene, el mecenazgo persiste, y puesto que estamos en un mundo que tiende a actuar por y para las masas, no ser¨ªa insensato deducir que el beneficio del mecenazgo tambi¨¦n debiera alcanzar al mayor n¨²mero de interesados; eso s¨ª, sin caer en la sustituci¨®n de la Cultura por la Moda, que, aunque a veces coincidan, no son lo mismo; y con la segunda bien se ceba ya a las masas.
Recientemente acaba de aparecer en librer¨ªas una colecci¨®n de libros muy cuidados y muy bien elaborados que, con el t¨ªtulo de Biblioteca de Literatura Universal y bajo el sello editorial Espasa Calpe, pretende poner al alcance de nuestras casas lo mejor de la literatura universal, obviamente. Viene avalada por un patronato presidido por el se?or Esc¨¢mez y lleno de patronos esplendentes (Fundaci¨®n Santander Central Hispano, Fundaci¨®n BBV, Ibercaja, Iberdrola, Tabacalera, Cepsa, Dragados, Fenosa, Naviera Fdez. Tapias, etc¨¦tera) y un equipo de toda solvencia intelectual dirigido por Claudio Guill¨¦n. Hasta aqu¨ª, pues, todo es estupendo. Pero cuando el ingenuo lector se interesa por el precio de estos libros, la mano que se deslizaba a la cartera, seducido su due?o por el apetitoso aspecto del objeto cultural, se cierra sobre s¨ª misma en un gesto de desaliento al comprobar que se trata de una biblioteca universal, s¨ª, pero s¨®lo para carteras privilegiadas, porque los precios son verdaderamente disuasorios.
Si tenemos en cuenta que, por ahora, se ofrecen los libros en traducciones -excelentes todas ellas- ya existentes en el mercado, el asunto llama m¨¢s la atenci¨®n. La Odisea y La Iliada, de Homero, ofrecen las traducciones que pueden encontrarse en la editorial Gredos a mejor precio y en cuidados¨ªsima edici¨®n; el Swift se corresponde pr¨¢cticamente con la edici¨®n de Emilio Lorenzo para la Editorial Swan; el Bocaccio contiene las traducciones de Pilar G¨®mez Bedate para Bruguera y Planeta, revisadas.
?Cu¨¢l es, pues, la justificaci¨®n del ¨¢ureo patronato? ?El encarecimiento del mismo producto? Entender¨ªa que fuese al rev¨¦s, es decir, que se utilizara un material ya existente y cualificado para hacerlo asequible en ediciones bien cuidadas y fabricadas con gusto y sentido de la duraci¨®n. Lo mismo que entiendo el esfuerzo por traer autores y obras de inter¨¦s universal y dif¨ªcil acceso; y por intentar traducciones con pretensi¨®n de can¨®nicas de obras maltratadas antes... En otras palabras: por financiar y ordenar ese patrimonio universal cuyo coste en una edici¨®n sistem¨¢tica, digna e incluso elegante, lo hace inviable en un mercado como el nuestro, siempre en busca de resultados inmediatos y ¨¦xitos fugaces.
Aunque a lo mejor me equivoco y de lo que se trata es s¨®lo de ponerse las plumas, ahora que la literatura cotiza socialmente. Pero en ese caso convengamos que se trata de un regalo que se hace a s¨ª misma una ¨¦lite adinerada. En general, un patronato se supone que est¨¢ para financiar a fondo m¨¢s o menos perdido -no tan perdido, gracias a las exenciones fiscales- los proyectos que en un mercado competitivo no son f¨¢cilmente abordables, pero que se consideran prioridad cultural y no un mero envasado para lectores o coleccionistas muy pudientes. Entonces ser¨¢ cuando el beneficio que se obtenga de esa buena imagen estar¨¢ bien ganado. Y si no, que se lo pregunten a Mecenas.
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