Inteligente y bien planteado
Olaf BaerObras de Schoeck, Mozart y Wolf. Olaf Baer, bar¨ªtono. Cuarteto Carmina. Palau de kla M¨²sica, Sala Rodrigo. Valencia, 10 enero del 2000.
El Ciclo de Lied comenz¨® el lunes en el Palau de la M¨²sica con un programa inteligente y bien planteado por sus int¨¦rpretes: el bar¨ªtono alem¨¢n Olaf Baer y el Cuarteto Carmina, formaci¨®n residente del Conservatorio de Winterthur. Aunar las figuras de Mozart y Wolf, antit¨¦ticas dentro del panorama musical austr¨ªaco, con la del suizo-alem¨¢n Othmar Schoeck permite de golpe recorrer un espacio hist¨®rico de tres siglos, desde el clasicismo a las tendencias neocl¨¢sicas entreveradas de serialismo y a la vez arroja una luz fascinante sobre la cultura centroeuropea en dos campos que le son propios: el lied y el cuarteto de cuerda.El Notturno de Schoeck toma su inspiraci¨®n po¨¦tica de Nikolaus Lenau. Es una composici¨®n para voz y cuarteto estructurada en cinco amplios movimientos, que reflexiona sobre la noche desde un ¨¢ngulo expresivo entre fantasmag¨®rico y surrealista. S¨®lo el himno final a la gloria de Germania adquiere un talante m¨¢s l¨ªrico y amable en la m¨²sica, generalmente ¨¢rida y poco contrastada. Como le sucede a Frank Martin cuando divaga en torno a H?lderlin, Schoeck atisba en el rom¨¢ntico lenguaje de Lenau cuanto de siniestro y morboso encierran las met¨¢foras po¨¦ticas sobre la nocturnidad. Muy lejos estamos aqu¨ª de la luminosa melancol¨ªa del Strauss final sobre Eichendorff, y por supuesto tampoco los lieder de Wolf sobre M?rike revisten semejante grado de enfermiza incertidumbre.
Olaf Baer, si no ya en el c¨¦nit de sus facultades vocales, prest¨® una depurada sensibilidad interpretativa a la traducci¨®n musical de los poemas. El Cuarteto Carmina, aunque la obra de Schoeck es cualquier otra cosa antes de que de lucimiento, se conjunt¨® idealmente con la vocalidad m¨¢s bien p¨¢lida del bar¨ªtono e hizo la partitura muy llevadera.
Impulso r¨ªtmico
El Cuarteto KV 465 de Mozart fue para el Carmina un ejercicio de perfecta combinaci¨®n entre impulso r¨ªtmico y posada l¨ªnea mel¨®dica. Su traducci¨®n del andante cantabile fue particularmente notable. De ah¨ª se pas¨® a seis bell¨ªsimos Lieder de Hugo Wolf, nuevamente con B?r, y aqu¨ª s¨ª pudo el bar¨ªtono dar lo mejor de su expresi¨®n e incluso la voz son¨® m¨¢s llena y mejor timbrada. Los arreglos para cuerda, debidos a un miembro del Cuarteto Juilliard (escritos expresamente para Fischer-Dieskau) enaltecieron si cabe aun m¨¢s las maravillas de la escitura wolfiana. El colorido de Der Knabe und das Immelein o la sobriedad de Verborgenheit se entendieron muy bien con los originales pian¨ªsticos. Al final, Baer tuvo que regalar un Lied de Wolf, extra¨ªdo de uno de los cancioneros, porque la respuesta del p¨²blico -desgraciadamente, poco numeroso- fue c¨¢lida y cari?osa. Buen comienzo de este nuevo ciclo de Lied.
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