Puertas abiertas
JON KORTAZAR
La historia puede considerarse min¨²scula: la protesta de un grupo de vecinos ante los nuevos planes urban¨ªsticos del Ayuntamiento. Y adem¨¢s lejana, porque sucede en Valencia. Pero creo que la iniciativa merece destacarse, porque crea nuevas formas de protesta, y posiblemente, nuevas maneras de ver la realidad. El plan, como todos, es simple: el Ayuntamiento de RitaBarber¨¢ propone la ampliaci¨®n de una gran avenida hasta llegar al mar. No hay nada nuevo si no fuera porque ello implica el derribo de 1.600 viviendas en el barrio, humilde y pescador, del Caba?al.
El Caba?al es un barrio cuadriculado, ganado a la retirada del mar. Un barrio t¨ªpico, con casas de baja altura, alg¨²n palacete modernista y fachadas pintadas en colores claros. Eso en la parte conservada: alguna otra zona aprecia los primeros impulsos de la degradaci¨®n. Una nota particular se muestra en el campanario de la Iglesia, que aprovecha un viejo faro en desuso; y tan en desuso, porque en la actualidad se encuentra a 200 metros de la l¨ªnea del mar. En esa tierra ganada al mar se fueron estableciendo los vecinos del Caba?al, hasta formar ese urbanismo tan t¨ªpico del Mediterr¨¢neo: un ambiente de luz, con casas con terrazas y diversos decorados en la fachada.
La forma m¨¢s original de la protesta consisti¨® en la iniciativa que se llam¨® Portes obertes, puertas abiertas. Algunos vecinos del barrio, los habitantes de los edificios m¨¢s peculiares, m¨¢s tradicionales, ofrecieron sus casas para que trescientos j¨®venes artistas, llegados de todo el mundo, expusieran sus obras. Los visitantes ocasionales del barrio pod¨ªan llamar a cualquiera puerta, a cualquier hora, y el propietario se compromet¨ªa a ense?ar las obras que los artistas expon¨ªan en aquel espacio privado.
Mis amigos y yo llegamos un poco tarde a la cita. Nos dio much¨ªsimo reparo llamar a una de aquellas puertas. Pero, al final, cierto que un arrebato, tocamos un timbre y nos abrieron. Fue casualidad, pero fuimos a parar a la misma vivienda que el d¨ªa anterior aparec¨ªa fotografiada en el diario local y que me llam¨® la atenci¨®n por la obra que expon¨ªa. La due?a, una se?ora mayor, que en el art¨ªculo llamaban la t¨ªa Lola, nos abri¨® y nos ense?¨® la casa tradicional, construida por su abuelo a mediados del XIX, y las obras -varias instalaciones vanguardistas- que se expon¨ªan en ella.
La iniciativa llama la atenci¨®n por su originalidad: la casa se convierte en galer¨ªa de arte como forma de protesta. Pero, ya lo dije m¨¢s arriba, va m¨¢s all¨¢: busca un quicio entre lo privado y lo p¨²blico, una forma de comunicaci¨®n que en un momento traba dos mundos distintos, el mundo de los recuerdos de la familia, el mundo de la vida diaria, el mundo de las fotos de bautizo, primera comuni¨®n y boda, y la esfera del arte contempor¨¢neo, el mundo en transformaci¨®n, inquieto y nuevo. Ver a aquella se?ora de m¨¢s de 70 a?os explicar las obras vanguardistas que ten¨ªa en su casa produc¨ªa un inexplicable concepto de lo nuevo. Hay un nivel de comunicaci¨®n que sobrepasa cualquier intento de explicaci¨®n, porque el visitante se encuentra en casa ajena, en casa privada, viendo una actividad p¨²blica. Porque en esta experiencia se han borrado los l¨ªmites, precisamente porque existe una amenaza de destrucci¨®n que hace que todo, casa, paisaje, obra de arte se encuentren en el l¨ªmite de lo ef¨ªmero. Todo puede desaparecer.
No har¨¢ falta que diga que me impresion¨® la iniciativa. No s¨®lo por su car¨¢cter positivo. Protestaban colocando arte, no quemando contenedores. Tambi¨¦n porque acababa con muchos t¨®picos sobre el arte contempor¨¢neo; esa convivencia en casa ajena creaba nuevos v¨ªnculos de comunicaci¨®n. Desde hace mucho tiempo se tiene al v¨ªnculo entre lo local y lo universal como una de las formas de autenticidad, y de contacto con la modernidad. La forma proviene de principios de siglo, y me da la impresi¨®n de que ya no sirve del todo para explicar la complejidad de este tiempo que comienza. El Caba?al me mostr¨® otro v¨ªnculo distinto: los habitantes hab¨ªan dejado de ser lugare?os, porque un¨ªan lo personal y lo social, lo privado y lo p¨²blico, arte y vida cotidiana... otra forma de modernidad.
Cuando abandon¨¢bamos la casa, la t¨ªa Lola nos dijo: "Hablen de nosotros en Bilbao, cuenten lo que nos pasa". Es lo que estoy haciendo.
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