Kiko pone juicio al Atl¨¦tico
RAYO VALLECANO 1 ATL?TICO DE MADRID 1Rayo Vallecano: Keller; Cota, Clotet, Hern¨¢ndez, Alc¨¢zar; Ferr¨®n (Mandra, m.89), Helder, M¨ªchel I (MichelII, m.72) Llorens; Luis Cembranos; y Bolo.
Atl¨¦tico de Madrid: Molina; Gaspar (Njegus, m.55), Ayala, Gamarra, Capdevilla; Aguilera, Hugo Leal, Bejbl, Solari (Paunovic, m.67); Kiko (Roberto, m.80); y Hasselbaink.
Goles: 0-1. M. 27. Error de Alc¨¢zar en el despeje. La pelota le cae llovida a Kiko, que la para, protege y la coloca sutilemente a la espalda de la defensa del Rayo, donde irrumpe Aguilera para batir a Keller con la pierna izquierda en el mano a mano.
1-1. M. 31. Cembranos intenta superar a Gamarra dentro del ¨¢rea, el bal¨®n da en el brazo del paraguayo y el ¨¢rbitro se?ala penalti. Lo transforma Llorens de potente zurdazo por el centro de la porter¨ªa.
?rbitro: Jos¨¦ Javier Losantos Omar. Amonest¨® a Molina, Hugo Leal y Helder.
Alrededor de 10.000 espectadores en el campo de Vallecas.
El Atl¨¦tico descubri¨® ayer un alivio para lo que le pueda quedar de penuria esta temporada: Kiko est¨¢ recuperado. Con este ¨²nico argumento arranc¨® un empate de Vallecas, todo un bot¨ªn para los tiempos que corren por el Calder¨®n. Y buen saldo para el Rayo, un equipo muy bien perfilado para sobrevivir entre la ¨¦lite, que rescat¨® un punto cuando Ranieri, y no Kiko, manej¨® el choque.
Vallecas, el campo que m¨¢s abriga en Primera, exige precisi¨®n: tiral¨ªneas, escuadra y cartab¨®n. Justo lo que le ha faltado en la primera vuelta al Atl¨¦tico, el equipo que m¨¢s balones pierde de toda la Liga. Cierto que tambi¨¦n es el que m¨¢s recupera; pero de poco le ha servido, porque su f¨²tbol se dirime en un embudo. Al menos hasta que ha recuperado a Kiko. Con el gaditano todo tiene m¨¢s sentido, pese al vertiginoso pim-pam-pum que predica Ranieri. Un t¨¦cnico espeso y sobrevalorado que ayer se llev¨® una lecci¨®n de f¨²tbol con may¨²sculas por parte de Kiko, trece meses ausente de de los terrenos de juego. ?Qu¨¦ repertorio de asistencias a Aguilera! Porque a Kiko se le conoce su capacidad para envolver la pelota al pie, aguantar de espaldas y descubrir un agujero con la coronilla. Pero a?adamos que, como los grandes entre los grandes, Kiko conoce las entra?as del juego. Lo vive, lo estudia, lo entiende y lo interpreta.
Vallecas es una coqueta caja de cerillas y Kiko, a espaldas de Hasselbaink, sab¨ªa que ¨¦ste no tendr¨ªa aire para la carrera potente y el disparo, su mejor pu?al. Los centrales del Rayo no dejaban darse la vuelta al holand¨¦s, un asunto sencillo en Vallecas. Astuto como nadie, Kiko se desentendi¨® un poco de Jimmy, al que convirti¨® en un se?uelo, y enfoc¨® toda la noche hacia el costado de Aguilera. Su viejo colega, uno de los m¨¢s veloces de la plantilla, era quien mejor pod¨ªa desatascar al Rayo con sus irrupciones frontales y aceleradas en el ¨¢rea de Keller. A buen seguro que Kiko lo ten¨ªa pensado desde hace d¨ªas. Para tipos como ¨¦l los partidos empiezan una semana antes. Es de los pocos futbolistas que quedan que hacen del f¨²tbol una cuesti¨®n epid¨¦rmica, casi febril.
El primer discurso del partido fue un calco de la ecuaci¨®n prevista: el Rayo muy bien engrasado y el Atl¨¦tico enredado en una monta?a rusa, pico y pala para quitar la pelota al enemigo para luego entregarla en un suspiro a cualquier rival. Y Kiko a lo suyo: templar y mandar. As¨ª hab¨ªa provocado que avisara Aguilera un par de veces, hasta que el gaditano le puso de cara a Keller con un toque sutil que super¨® por una rendija a la defensa rayista. Aguilera defini¨® bien y puso al Rayo cuesta arriba.
Poco hab¨ªan ofrecido hasta entonces en ataque los de Juande Ramos. Alg¨²n que otro amago por los costados de la defensa rojiblanca, donde Gaspar y Capdevilla ten¨ªan muchos problemas para cerrarse junto a los dos centrales paraguayos. Ferr¨®n y Llorens -encogidos hasta el gol atl¨¦tico- atizaron su pasillo con m¨¢s fe. Para ello precisaron del arranque de Luis Cembranos, el director de la orquesta vallecana, que tard¨® en sumarse al partido. Apenas desperezado, Cembranos sembr¨® un penalti en el ¨¢rea de Molina en un cara a cara con Gamarra, que empast¨® su mano con el bal¨®n. Llorens la revent¨® y sell¨® el empate.
Un azote para el Atl¨¦tico, que, como toda la temporada, hab¨ªa planteado un choque repleto de zurriagazos. De espaldas a Kiko, que con el gol en contra segu¨ªa a lo suyo: algo tan simple como jugar al f¨²tbol, con los tiempos y pausas que embellecen este juego. Con evidentes carencias f¨ªsicas por la inactividad, Kiko, el Atl¨¦tico, la hinchada, todos, echaron de menos que alguien le escoltara. Que tocara su misma tecla. Y ese alguien estaba en el banquillo: Valer¨®n. A Ranieri, tan firme como intransigente en sus principios, le parece una temeridad apostar por dos arquitectos.
Y quien m¨¢s se lo agradeci¨® al italiano fue el Rayo. Su crecida en el choque fue inversamente proporcional a la decadencia f¨ªsica de Kiko. Con Bejbl y compa?¨ªa al tim¨®n, el Rayo puso el partido en su salsa. Es muy meritorio su tes¨®n, su extraordinaria capacidad para disfrazar los defectos propios de una plantilla modesta. Pero est¨¢ corto de recursos. Por ello agradeci¨® la invitaci¨®n rojiblanca. Sin Kiko y Valer¨®n, sus centrales -Hern¨¢ndez y Clotet- se agigantaron a cada pelotazo estratosf¨¦rico que recib¨ªa Hasselbaink. Y, de paso, sin nadie al que tapar (Kiko), sus centrocampistas se inflaron a colgar balones sobre Bolo y a ir a la caza del rechace. Por algo es el equipo que m¨¢s explota en Primera los goles de cabeza.
Con esta guisa el partido muri¨® como quer¨ªa el Rayo, cuya embestida se top¨® con dos centrales de etiqueta, Gamarra y Ayala. Y, sobre todo, con Molina, un portero que no se asusta en las salidas, donde impone su car¨¢cter. Porque sin Kiko, el Atl¨¦tico, al margen de Jimmy, s¨®lo ha mostrado un argumento en toda la Liga: Molina. Si Ranieri quiere ya tiene otro: Kiko. Y si se desitalianiza hasta puede tirar cohetes con Valer¨®n.
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