Gacelas de ida y vuelta
La idea de salvar de la extinci¨®n a algunos de los grandes ungulados que habitaban en el norte de ?frica parti¨® de Jos¨¦ Antonio Valverde, fundador del Parque Nacional de Do?ana. A finales de los a?os cincuenta, cuando recorr¨ªa el Sahara estudiando su avifauna, este bi¨®logo advirti¨® la delicada situaci¨®n en la que se encontraban especies como la gacela dorcas (gazella dorcas neglecta), la gacela dama mohor (gazella dama mhorr), el arrui sahariano (ammotragus laervia sahariensis) o la propia gacela de Cuvier. La comunidad cient¨ªfica internacional, a la que recurri¨® Valverde, no se mostr¨® especialmente interesada en la conservaci¨®n de estos animales, quiz¨¢ porque sus poblaciones se hab¨ªan reducido tanto que los especialistas consideraron entonces inviable cualquier intento de recuperaci¨®n. A¨²n as¨ª, Valverde, que entonces ocupaba una plaza de colaborador cient¨ªfico en el Instituto de Aclimataci¨®n de Almer¨ªa (convertido, m¨¢s tarde, en la actual Estaci¨®n Experimental de Zonas ?ridas), convenci¨® a Antonio Cano, uno de los responsables del centro, para que se hiciera cargo de algunos de estos mam¨ªferos que, por diferentes circunstancias, hab¨ªa ido reuniendo en la antigua colonia espa?ola. Entre 1971 y 1975, y gracias a la colaboraci¨®n del Ej¨¦rcito y otras instituciones p¨²blicas y privadas, se trasladaron a Almer¨ªa los animales que habr¨ªan de constituir el n¨²cleo fundacional del Parque de Rescate de la Fauna Sahariana.
En total, y sumando las cuatro especies que hab¨ªan preocupado a Valverde, solo se contaba con 14 ejemplares, una cifra que no invitaba al optimismo. "Seg¨²n la teor¨ªa de gen¨¦tica de poblaciones", explica Mar Cano, investigadora principal del parque, "estas especies no deber¨ªan haber salido adelante disponiendo de tan pocos efectivos y, sin embargo, conseguimos, no sin esfuerzo, que se reprodujeran y multiplicaran". Hoy son m¨¢s de 400 los individuos que han nacido en estas instalaciones, algunos de los cuales siguen viviendo en ellas y otros se han repartido por distintos n¨²cleos zool¨®gicos de Europa, Am¨¦rica, Asia y Africa, o bien se han utilizado en programas de reintroducci¨®n.
Los comienzos del Parque de Rescate de la Fauna Sahariana, que ocupa una finca de m¨¢s de 20 hect¨¢reas en el mismo casco urbano de Almer¨ªa, fueron "angustiosos", como recuerda Mar Cano. "Nos encontramos con un grupo de especies que nunca se hab¨ªan manejado en cautividad, y de las que apenas se contaba con bibliograf¨ªa fiable". En esas condiciones, "fueron los propios animales los que mostraron a los cient¨ªficos qu¨¦ deb¨ªan hacer en cada momento, y as¨ª fuimos aprendiendo cuestiones b¨¢sicas referidas a su alimentaci¨®n o a su reproducci¨®n".
Especial cuidado se puso en el control gen¨¦tico, ya que se trataba de grupos muy reducidos donde el riesgo de consanguinidad era muy elevado. Los cruces entre individuos se planifican minuciosamente para reducir al m¨¢ximo este problema, labor que hoy se lleva a cabo con la ayuda de un programa inform¨¢tico (bautizado por los cient¨ªficos como Celestina) que calcula el coeficiente de consanguinidad en funci¨®n de las diferentes alternativas de cruce que se manejen.
Gracias a la labor desarrollada por el Parque de Rescate de la Fauna Sahariana, ¨²nico centro de sus caracter¨ªsticas en todo el mundo, es dif¨ªcil que alguna de las cuatro especies que en ¨¦l se cr¨ªan acabe extingui¨¦ndose. Adem¨¢s, la pol¨ªtica de dispersi¨®n que se ha llevado a cabo reduce este riesgo. Sin embargo, como asegura Mar Cano, "no se puede decir que estos animales se hayan salvado, puesto que la poblaci¨®n de cada uno de ellos todav¨ªa no tiene una composici¨®n, gen¨¦tica y demogr¨¢fica, adecuada para garantizar su supervivencia a largo plazo, por encima de los 200 a?os".
La tarea no es sencilla, ya que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de origen no se dan las mejores circunstancias pol¨ªticas o econ¨®micas. A pesar de estos obst¨¢culos, ejemplares de gacela dama mohor, procedentes de Almer¨ªa, se han reintroducido con ¨¦xito en Senegal , T¨²nez y Marruecos. Todas estas experiencias han servido para comprobar que los animales, a pesar de su origen, se adaptaban sin mayores problemas a enclaves silvestres que les eran desconocidos.
La herencia colonial
Cuando Espa?a abandon¨® definitivamente el Sahara, los cient¨ªficos se trajeron consigo unos pocos ejemplares de algunos mam¨ªferos silvestres que ya entonces estaban al borde de la extinci¨®n. Las cuatro especies que viajaron hasta Almer¨ªa, y que all¨ª siguen reproduci¨¦ndose, son:Gacela dorcas. Es la de menor tama?o. Ocupaba la franja occidental del desierto. Se desconoce su situaci¨®n actual, pero se sabe que ha desaparecido de un buen n¨²mero de enclaves y que sus escasos efectivos han quedado relegados a peque?as porciones de territorio en regiones muy apartadas.
Gacela dama mohor. Es la de mayor tama?o y con un dise?o en su pelaje m¨¢s llamativo. Tambi¨¦n se distribu¨ªa por la franja occidental del desierto, desde el sur del Anti-Atlas hasta los desiertos de Senegal, y desde la costa atl¨¢ntica hasta unos 250 kil¨®metros al interior del continente. La subespecie mhorr, se considera extinguida en libertad desde 1968.
Arrui sahariano. Pertenece a la familia de los caprinos y su aspecto recuerda a un cruce de mufl¨®n y cabra. Esta especie se distribu¨ªa por todas las zonas monta?osas del desierto y subdesierto saharianos, adentr¨¢ndose por el norte hasta las costas. A pesar de la intensa caza que ha sufrido, todav¨ªa quedan poblaciones de arrui en ¨¢reas protegidas de Marruecos, Argelia, T¨²nez, Sud¨¢n, Mauritania y Egipto. La subespecie sahariensis se considera extinguida.
Gacela de Cuvier. Es de tama?o medio y la ¨²nica de las africanas que vive en zonas monta?osas. Aunque lleg¨® a considerarse extinguida, a¨²n mantiene peque?as poblaciones silvestres en las monta?as del Alto Atlas y Anti-Atlas (Marruecos), en las reservas de Djebel Nadouz, Djebel Oum y Mergueb (Argelia) y en el Djebel Chambi (T¨²nez).
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