El asesinato de Arkan elimina a un testigo demasiado peligroso
El asesinato de Zeljko Raznatovic, tristemente c¨¦lebre bajo su alias de Arkan, la tarde del s¨¢bado en la cafeter¨ªa del hotel Intercontinental de Belgrado, ha desencadenado toda clase de hip¨®tesis y sospechas: desde el crimen mafioso por asuntos de dinero a un caso de terrorismo de Estado, sin que se pueda excluir la venganza por sus tropel¨ªas durante las guerras de Croacia, Bosnia y Kosovo.El pleniponteciario norteamericano Richard Holbrooke relata en su libro sobre su misi¨®n de paz en Bosnia c¨®mo reaccionaba el presidente Slobodan Milosevic ante las menciones a Arkan, a quien el hoy embajador de Estados Unidos en la ONU califica de "mercenario y asesino". Seg¨²n Holbrooke, a Milosevic no le molestaba que se criticara en su presencia a los dirigentes serbobosnios Radovan Karadzic o el general Ratko Mladic, pero arrugaba la frente cuando le mencionaban a Arkan, y trataba de quitar el asunto de en medio con una frase: "Es un pez peque?o", sin influencia.
Con motivo de un almuerzo de trabajo, Holbrooke present¨® a Milosevic un informe del servicio secreto estadounidense sobre los cr¨ªmenes de Arkan. Milosevic no toc¨® el informe, que qued¨® sobre la mesa. Al concluir la comida y tras abandonar el sal¨®n, un ayudante de Milosevic devolvi¨® el informe a un miembro de la comitiva de Holbooke y le dijo que se lo hab¨ªan olvidado.
La oposici¨®n serbia, los agrupados en la Alianza para los Cambios y el Movimiento Serbio de Renovaci¨®n del veleidoso Vuk Draskovic han lanzado ya la hip¨®tesis de que el asesinato de Arkan responde a una estrategia de "terrorismo de Estado" para "sembrar el p¨¢nico". Desde Sarajevo, pol¨ªticos y militares que lucharon contra los serbios hablan de crimen para cerrar la boca a un testigo que pod¨ªa resultar muy peligroso por sus conocimientos de los cr¨ªmenes de guerra en Croacia y Bosnia.
El Tribunal Internacional Penal de La Haya hizo p¨²blica la orden de b¨²squeda contra Arkan a los siete d¨ªas de iniciada la guerra de Kosovo. Desde aquel momento Arkan no ces¨® de exihibirse en p¨²blico en Belgrado. Aparec¨ªa en los recitales de m¨²sica contra las bombas en compa?¨ªa de sus hijos cuando actuaba su esposa. Se paseaba todas las tardes por los pasillos y caf¨¦s del hotel Hyatt, a unos doscientos metros del Intercontinental, donde cay¨® abatido a balazos.
Se palpaba en su cara su gesto de satisfacci¨®n al ver a su alrededor a lo m¨¢s granado de la prensa de los pa¨ªses agresores en busca de sus palabras. Se prodigaba en entrevistas para demostrar al mundo que no eran ciertas las acusaciones de que se encontraba en Kosovo al frente de sus temidos tigres. Muchos de los periodistas no ten¨ªan el menor empacho en actuar de corifeos de un individuo al que se le atribu¨ªan los cr¨ªmenes m¨¢s horrendos.
Desde la orden de captura de La Haya circulaba por Belgrado el rumor de que Arkan intentaba lograr un trato: impunidad a cambio de convertirse en testigo de cargo. Demasiado peligroso incluso para un hombre curtido en mil batallas como era Arkan.
La perfecci¨®n del asesinato induce a pensar que se trata de un trabajo de profesionales. Arkan sol¨ªa acompa?arse de varios guardaespaldas. Llama la atenci¨®n la falta de respuesta a los disparos del asesino y que ¨¦ste abandonase el local tras dejar un rastro de tres muertos y 38 casquillos de bala.
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