Una responsabilidad de todos
La fecha simb¨®lica del a?o 2000 es, sin duda, un momento oportuno para reflexionar y hacer balance de nuestra realidad. Tambi¨¦n para trazar las l¨ªneas por donde va a caminar la sociedad espa?ola de ahora en adelante. En este sentido, debemos tener claro que el futuro de los pa¨ªses depende de la formaci¨®n y de la capacidad de sus ciudadanos. Y ese futuro, en el que podemos decir que hoy por hoy nos hallamos inmersos, es el de una sociedad de la informaci¨®n que nos lleva, irreversiblemente, a un estadio superior dominado por el conocimiento. En Espa?a, este futuro no tan lejano de la educaci¨®n sigue las pautas que se han marcado en la s¨ªntesis contenida en el Informe Delors. Este informe, que gira sobre cuatro ejes fundamentales, considera que el esquema de la educaci¨®n del ma?ana es el siguiente: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Quiere esto decir, grosso modo, que el conocimiento forma a ciudadanos que saben convivir en libertad.La riqueza de los pueblos se va a medir, por tanto, por este factor m¨¢s que por su disponibilidad de recursos materiales y, en este sentido, el sistema educativo es la clave para conseguir que los ciudadanos se inserten con todas sus posibilidades en esa sociedad del conocimiento. Por supuesto esto supone unos nuevos planteamientos en el papel que se le viene asignando a los sistemas educativos. En primer lugar, imprescindible, tenemos que superar la idea de educaci¨®n-formaci¨®n inicial para pasar a la idea de educaci¨®n a lo largo de toda la vida. El ciudadano debe tener facilidad de acceso al sistema educativo, pues el ritmo, cada vez m¨¢s acelerado, de la evoluci¨®n del conocimiento exige una preparaci¨®n constante y permanente para mantener la integraci¨®n en el mundo laboral.
La educaci¨®n, en cuanto sistema, tiene entonces que responder a este reto en dos aspectos primordiales: por una parte, ha de garantizar la flexibilidad en su organizaci¨®n, es decir, posibilitar la permeabilidad entre los distintos caminos de formaci¨®n. Que un ciudadano tenga la libertad de cambiar de programa de estudios en funci¨®n de las necesidades -laborales o de ocio- en las que se mueva en un momento determinado. Esto supone, adem¨¢s, hacer uso de esta capacidad de acceder a la educaci¨®n no s¨®lo a trav¨¦s del concepto tradicional de ense?anza-aprendizaje en el aula, sino tambi¨¦n aprovechar los recursos que las nuevas tecnolog¨ªas ponen a nuestro alcance y que posibilitan a cualquier ciudadano para participar, de manera virtual y desde cualquier punto de nuestra geograf¨ªa, en un modelo educativo lejano en la distancia al de su lugar de residencia.
Por otra parte, la educaci¨®n adquiere una relevancia esencial en los tramos obligatorios. Tanto en lo que se refiere a garantizar que todos los ciudadanos adquieran una educaci¨®n b¨¢sica indispensable para su incorporaci¨®n a la sociedad, como en el contenido y objetivos que debe tener esa preparaci¨®n b¨¢sica. No se tratar¨ªa tanto de transmitir conocimientos durante esa etapa obligatoria como de proporcionar los instrumentos necesarios para asimilar esos conocimientos.
Esto supone que la educaci¨®n b¨¢sica, la educaci¨®n obligatoria, debe proporcionar al alumno los medios necesarios para saber d¨®nde puede encontrar la informaci¨®n y, lo que es quiz¨¢s m¨¢s importante, c¨®mo puede seleccionar esa informaci¨®n para su beneficio, con sentido cr¨ªtico y de manera ¨²til.
Con todo, y al margen de la importancia que se le debe dar a esa preparaci¨®n "instrumental", no podemos en ning¨²n modo olvidar la dimensi¨®n humana de la educaci¨®n, es decir, la formaci¨®n en aquellos aspectos que son esenciales para la convivencia en democracia. Son los valores que deben estar presentes a lo largo de toda la vida pero, de modo muy especial, en los primeros a?os de formaci¨®n de la persona. Esta educaci¨®n en valores tiene un especial significado en la sociedad espa?ola actual que, por el propio hecho de estar en democracia, debe reforzar la capacidad de todos los ciudadanos para convivir con diferentes aportaciones culturales.
Nuestro pa¨ªs, ciertamente, est¨¢ en situaci¨®n de afrontar la educaci¨®n desde esta perspectiva, pues hemos superado los problemas cuantitativos materiales y, hoy por hoy, los problemas que se pueden plantear en nuestro sistema educativo son, afortunadamente, los propios de cualquier sistema de una sociedad avanzada. En este sentido, me gustar¨ªa hacer una referencia al papel fundamental e insustituible del profesor y de la relaci¨®n ense?anza-aprendizaje en su sentido tradicional. No creo que, como afirman algunos, el futuro de la ense?anza nos lleve a prescindir de ninguno de los factores que constituyen la vida escolar. Las relaciones entre profesores y alumnos son, sin duda alguna, un componente esencial en la educaci¨®n, en la formaci¨®n de los alumnos.
Pero creo adem¨¢s que hoy m¨¢s que nunca es necesario que nos mentalicemos y convenzamos de que la educaci¨®n es una responsabilidad solidaria a la que nadie debe renunciar. Los poderes p¨²blicos han de garantizar que el acceso a la educaci¨®n se haga en igualdad de oportunidades, y debe garantizar tambi¨¦n que la mejora de la calidad sea el referente fundamental de todas las propuestas y actuaciones en materia educativa. Entre todos debemos empe?arnos en hacer de nuestro sistema educativo un sistema s¨®lido, eficaz y coherente con las nuevas demandas sociales, culturales y, por supuesto, laborales. Todo ello sin dejar de cultivar una amplia vocaci¨®n humanista que sabe que la educaci¨®n y la cultura permite la comprensi¨®n de las necesidades del otro, nos acerca a su realidad y derriba las barreras intelectuales y sociales que impone la ignorancia.
Debemos proporcionar, en definitiva, a nuestros j¨®venes una formaci¨®n, y una educaci¨®n en general, que sirva para hacer de ellos personas libres, con capacidad de elegir, con plenas posibilidades de realizaci¨®n personal y, sobretodo, con la capacidad necesaria para construir esa sociedad justa, de bienestar y crecimiento que todos queremos.
Mariano Rajoy Brey es ministro de Educaci¨®n y Cultura.
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