Piqu¨¦
El ministro Piqu¨¦ utiliz¨® a las juventudes c¨¦ntricas, centristas y centradas del PP para abjurar de su breve pasado como militante del PSUC en los a?os de la resistencia universitaria, una de las pocas muestras de altruismo que se le reconocen en su calculad¨ªsima carrera pol¨ªtico-econ¨®mica. Inst¨® a j¨®venes tan correctos y centrados para que nunca, nunca se hicieran comunistas, lo que no entraba en los c¨¢lculos de la estupefacta audiencia. En su carrera desde el comunismo al PP, Josep Piqu¨¦ ha demostrado un implacable metabolismo ideol¨®gico y f¨ªsico; ha adelgazado hasta perder el aspecto de Pete Lorre en El vampiro de Dusseldorf para adquirir un envidiable dise?o de gal¨¢n del cine expresionista alem¨¢n de los a?os 30 y ha pasado por cursos del Actor"s Studio para actuar, sobreactuar a veces, como portavoz gubernamental.Otra cosa es Piqu¨¦ como historiador, cuando, cual corruptor de menores, se permiti¨® tergiversar la historia, al acusar a los comunistas y a las izquierdas en general de haberse apoderado del progresismo rob¨¢ndoselo a las derechas y sus herederos, la mayor¨ªa natural centrista. ?Lecci¨®n de Historia o de alpinismo pol¨ªtico? Ni un solo logro social lo ha concedido gratuitamente la derecha. Los que quedan se deben al esfuerzo de las capas populares y las izquierdas, a costa de luchas, tortura, c¨¢rcel, muerte, evidencias que llevaron al joven Piqu¨¦ al PSUC antes de aficionarse a la escalada. Cuando las derechas se centran asumen el mal menor del pacto si conservan la hegemon¨ªa, pero como corra peligro se ponen la camisa azul o parda o negra, convocan a Hitler, a Franco o a Pinochet y luego dir¨¢n que les ha movido el sentido de Estado.
Cuando Piqu¨¦ era joven se dec¨ªa que quien a los veinte a?os no era de izquierdas no ten¨ªa coraz¨®n pero quien lo segu¨ªa siendo a los cuarenta no ten¨ªa cerebro. Ahora, a la vista de c¨®mo las gasta el capitalismo puro y duro, quien es de derechas a los veinte a?os es m¨¢s listo que el hambre, pero como no se haga de izquierdas antes de los cuarenta es que o bien le falta sentido de equidad o del rid¨ªculo o bien ha asumido las lecciones de alpinismo del irrepetible Josep Piqu¨¦.
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