Estrecho de ida y vuelta
M. A., de 15 a?os y M. E. B., de 17 a?os, intentan saltarse el Estrecho de Gibraltar a la misma velocidad a la que su pa¨ªs, Marruecos, ensaya saltos hacia adelante. Ambos cotizan ya trienios en el ejercicio de la huida. El n¨²mero de menores marroqu¨ªes que pasan desde el norte de Africa hacia Espa?a se ha multiplicado por cuatro durante 1999. La Junta de Andaluc¨ªa, el Gobierno y la Fiscal¨ªa General del Estado admiten sus dificultades para repatriar a estos menores con las garant¨ªas que exigen las leyes. En las calles de Ceuta, como estos dos, medio centenar de chavales aguarda cualquier oportunidad para cruzar a Europa.Los 14 kil¨®metros de mar que separan Europa y ?frica no son una barrera infranqueable para los inmigrantes menores de edad. Las leyes espa?olas e internacionales tampoco impiden que las administraciones repatr¨ªen a estos menores a sus pa¨ªses de origen en pocos d¨ªas, a veces sin cumplir la norma. Si los j¨®venes emigrantes llevaran maletas, exhibir¨ªan pegatinas de Liechtenstein, Alemania o Gran Breta?a, el fr¨ªo norte en donde desembocan muchas de las traves¨ªas. Los menores se pasean a gran velocidad por todo el sistema legal europeo, que comienza a edificarse en Andaluc¨ªa. La Consejer¨ªa de Asuntos Sociales ha registrado 1.670 entradas de inmigrantes marroqu¨ªes en el sistema de protecci¨®n de menores durante 1999, frente a los 400 casos de 1998, el a?o en que M. A. y M. E. B. se asomaron por primera vez al Estrecho y al laberinto burocr¨¢tico.
M. E. B. dej¨® en Ksar el Kebir unos padres separados, cuatro hermanos y cinco hermanastros. "Pasar la frontera es f¨¢cil". ?l la ha cruzado tres veces. Lleg¨® a Espa?a bajo los ejes de un cami¨®n. Las circunstancias de M. A. se asemejan: hijo ¨²nico, de padres separados, dej¨® su hogar en Agadir con 11 a?os, en 1995. Desde hace un a?o, duerme en los bloques de cemento que rodean el puerto de Ceuta, junto al mar. Los bronquios resuenan en su pecho como una tormenta.
A cada intentona, le ha seguido una detenci¨®n. La Guardia Civil los apres¨® en cada ocasi¨®n en el puerto de Algeciras. Las dos primeras veces, M. A fue devuelto inmediatamente. A la tercera, junto a M.E.B. fue trasladado a El Cobre, un centro de atenci¨®n a menores propiedad de la Junta de Andaluc¨ªa en esta ciudad.
Es dif¨ªcil establecer el tiempo que llevaban en suelo espa?ol cuando se presentan a las puertas de Tartessos, una ONG de ayuda a los inmigrantes, que los pone en manos de Asuntos Sociales de la Junta, que emite un decreto desamparo y asume la tutela de los menores autom¨¢ticamente. En este caso, media adem¨¢s una petici¨®n expresa de los chavales. La Junta insta a la Subdelegaci¨®n del Gobierno a que haga las gestiones oportunas para su identificaci¨®n. Y aqu¨ª se inicia un vaiv¨¦n incierto que concluye, indefectiblemente, con el menor en manos de la polic¨ªa y la Justicia de Marruecos, donde la emigraci¨®n sigue considerada un delito.
Nuevo salto
La polic¨ªa se persona en El Cobre con la resoluci¨®n de repatriaci¨®n en la mano. M. A. y M. E. B. son devueltos al Consulado marroqu¨ª en Algeciras. Son embarcados y entregados a la polic¨ªa en T¨¢nger, que los conduce ante un juez. 48 horas despu¨¦s, tras permanecer en una estancia semicarcelaria son puestos en libertad. D¨ªas despu¨¦s, los j¨®venes salvan de nuevo la frontera, regresan a las calles de Ceuta, y vuelta a empezar. La mitad de los 2.400 menores que tiene la Junta acogidos en centros especializados son marroqu¨ªes. Es imposible esclarecer de los 1.670 que han sido protegidos durante 1999 cu¨¢ntos son, en realidad, los mismos menores que entran y salen.
Cuando la administraci¨®n andaluza tutela a uno de estos j¨®venes, est¨¢ obligada por su propia Ley del Menor a instar a la Subdelegaci¨®n del Gobierno a que inicie los tr¨¢mites para estudiar si pueden ser repatriados y, a su vez, tiene que iniciar la identificaci¨®n. As¨ª consta en la Ley de Extranjer¨ªa vigente, que aclara taxativamente que ese tr¨¢mite s¨®lo ser¨¢ posible si se hace efectivo el reagrupamiento familiar y si "se ha comprobado que no supone un riesgo para el menor". No es desde luego el caso ni de M. A. y ni de M. E. B., que salieron por la puerta de atr¨¢s del juzgado tangerino y se reincorporaron a las mismas ruedas del azar y de los camiones.
La directora general de Atenci¨®n al Menor de la Junta, Leonor Rojo, advierte de que "la resoluci¨®n de repatriaci¨®n est¨¢ por encima de la tutela provisional" y sostiene que la administraci¨®n auton¨®mica no puede hacer nada m¨¢s por estos chavales. "Si se repatr¨ªan, entendemos que el gobierno ha comprobado todos los extremos", dice. Rojo tiene documentado medio centenar de casos de menores marroqu¨ªes que han salvado las fronteras m¨¢s de una vez. Algunos de ellos, hasta en 20 ocasiones.
La Subdelegaci¨®n del Gobierno en C¨¢diz no atiende las ¨®rdenes sobre menores dictadas por la Comisi¨®n Interministerial de Extranjer¨ªa celebrada en noviembre de 1998, que establece con claridad las condiciones para el proceso "una vez localizada la familia del menor o, en su defecto, los servicios de protecci¨®n de menores de su pa¨ªs". Las familias, rara vez son localizadas y los servicios de protecci¨®n de menores, tal y como se entienden en Europa, simplemente no existen en Marruecos.
El subdelegado del Gobierno en C¨¢diz, Miguel Osuna, asegura que su departamento act¨²a cuando el Consulado marroqu¨ª "dice que el tr¨¢mite est¨¢ hecho", lo que supone tanto como admitir que se ha contactado con las familias. "Se cumplen todos los tr¨¢mites documentales, aunque en la pr¨¢ctica todo es a base de silencios administrativos", admite Osuna, quien reconoce: "Ves que, en la pr¨¢ctica, el sistema no funciona".
La tercera pata que interviene en el proceso es la Fiscal¨ªa. Seg¨²n su Estatuto Org¨¢nico, debe ser el garante de los derechos de los menores y el defensor de los mismos. El fiscal jefe de la Audiencia provincial de C¨¢diz, Isidoro Hidalgo, explica que su departamento se limita a dar el "visto"al expediente, antes de que el menor emprenda el camino de regreso.
En Ceuta, al margen del debate legal, siguen amonton¨¢ndose ni?os en busca de un futuro. El perfil se repite: varones, de entre 10 y 18 a?os y procedentes de familias en el umbral de la pobreza. En Marruecos, los dos tercios de la poblaci¨®n tiene menos de 20 a?os y el 73% de los desempleados no ha cumplido los 30.
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