"El estadista fugitivo"
Tuve poca familiaridad con Craxi (...) pero, desde el principio, me dio impresi¨®n de energ¨ªa, decisi¨®n, rapidez de reflejos. Un poco m¨¢s tarde comprend¨ª que tambi¨¦n ten¨ªa una gran propensi¨®n a considerar como enemigos a todos los que no se resignaban a servirle. (...) Son pocos los pol¨ªticos inmunes a este vicio. (...) Craxi era de los que lo ostentaban hasta exponerse a la acusaci¨®n de "culto de la personalidad". (...) Recuerdo la batalla final del congreso de Roma de 1976, que lo proclam¨® vencedor. A partir de ese momento surgi¨® la "moda Craxi". (...) Por desgracia para ¨¦l, el consenso no se tradujo en votos. (...) Estoy convencido de que la desilusi¨®n electoral era debida, antes de que se desencadenase sobre ¨¦l la tempestad de Tangentopoli, al deterioro de su imagen. (...) Respecto a las acusaciones que se le imputaron, quiz¨¢ hubo exageraciones, e incluso ensa?amiento. (...) Pero tenemos que admitir que en su batalla como imputado Craxi tuvo una actitud chulesca. (...) Y es una pena porque era la primera vez que el Partido Socialista Italiano hab¨ªa encontrado un hombre, si no de Estado s¨ª de Gobierno, que lo hab¨ªa librado de su subordinaci¨®n al Partido Comunista, y conducido a posiciones democr¨¢ticas, europe¨ªstas y atlantistas. Lo habr¨¢ hecho con m¨¦todos apresurados y desenvueltos, m¨¢s propios de padrino que de l¨ªder, pero me pregunto si hubiera podido utilizar otros. (...) Y tambi¨¦n me pregunto cu¨¢nto contribuyeron a su crucifixi¨®n los rencores y resentimientos que arrastraba tras de s¨ª. (...)Indro Montanelli
Mil¨¢n, 20 de enero
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