El Deportivo levanta la cabeza

Fue una victoria sin demasiado brillo, pero que sirvi¨® al Deportivo para detener su ca¨ªda libre y enviar a sus rivales el mensaje de que no est¨¢ dispuesto a renunciar tan pronto al liderazgo. A la tarea de socorrer al atribulado equipo de Javier Irureta, contribuy¨® con indudable eficacia el Betis, un equipo de una pobreza extrema, tanto de juego como de intenciones. Sin grandes alardes, pero con algo m¨¢s de f¨²tbol que ¨²ltimamente, el Deportivo caz¨® un gol antes del descanso y lo administr¨® hasta el final sin excesivos agobios.Metido en crisis permanente desde hace muchos meses, el Betis parece haber asumido estoicamente su salida del pelot¨®n de los grandes para engrosar la multitud gris de los equipos sin demasiadas opciones en el campeonato. Al menos por su actitud de anoche en Riazor, el Betis parece haber asumido sin complejos su condici¨®n de equipo de segunda fila. Aunque el sistema -el 4-4-2 cl¨¢sico- pudiese hacer pensar lo contrario, el equipo de Griguol, plagado de jugadores defensivos en el medio del campo, se entreg¨® en cuerpo y alma al m¨¢s desvergonzado cerrojo. En toda la primera parte, su ¨²nica aproximaci¨®n a puerta con cierto peligro fue un remate de Oli que naci¨® de un saque largo del portero Prats. Todo un s¨ªmbolo de la actitud verdiblanca, que pas¨® por Riazor como uno de esos humildes combatientes que s¨®lo aspiran a huir de la quema. Porque lo que se dice jugando, el Betis fue incapaz de sobrepasar el mediocampo. En esas circunstancias, hasta Alfonso pareci¨® un jugador completamente prescindible.

Ante la indigesta proposici¨®n de su adversario, el Deportivo se vio abocado a una noche de sufrimiento. El de Irureta es un equipo que lleva el contragolpe inscrito en su c¨®digo gen¨¦tico y, por lo tanto, vive un suplicio cada vez que se enfrenta a un rival metido atr¨¢s. La inhibici¨®n del Betis permiti¨® que el Deportivo tuviese un protagonismo absoluto sobre el juego y eso facilit¨® a los gallegos adecentar la lamentable imagen que hab¨ªa ofrecido en ¨²ltimo mes. Adem¨¢s, por primera vez en toda la Liga, Fran fue titular y el equipo tuvo un interior izquierdo de verdad. Al gran capit¨¢n deportivista se le ve a¨²n falto de velocidad y de la confianza que otorgan los partidos. Pero, as¨ª y todo, es de esa clase de futbolistas con una relaci¨®n tan natural con la pelota y el juego que todo lo que haga, por poco que sea, est¨¢ siempre envuelto en un sello especial. Sus paredes, sus pases al interior del ¨¢rea y su sexto sentido para entenderse con un futbolista tan confuso e imprevisible como Djalminha fueron una r¨¢faga de viento fresco en Riazor.

El Deportivo no anduvo sobrado ni de f¨²tbol ni de ocasiones, pero como su rival se desentendi¨® tanto del juego, no hubo m¨¢s posibilidades de gol que las que rondaron la meta de Prats. En el fragor del ¨¢rea, Pauleta fue el protagonista de todas las batallas. Suyos fueron los dos remates con m¨¢s peligro y, finalmente, el gol al borde del descanso, una acci¨®n que retrat¨® a Crosa: el jugador argentino se fue al suelo como un saco ante el regate de Pauleta, que as¨ª se qued¨® solo ante el portero. Satanizado por la afici¨®n durante la pasada temporada, el portugu¨¦s ha logrado esta campa?a varios goles decisivos que le han permitido lavar su nombre.

Con el marcador en contra, el Betis adelant¨® su primera l¨ªnea de presi¨®n a las proximidades de ¨¢rea de Songo'o. Pero cuando uno sale con un plan tan determinado, cuesta mucho trabajo cambiarlo sobre la marcha.

Hasta mediada la segunda parte, el partido sigui¨® bajo control absoluto del Deportivo que, sobre todo por medio de Makaay, tuvo ocasi¨®n de ensanchar el marcador. Griguol ni se inmut¨®. Tanto cari?o le debe de tener este hombre a su sistema que cuando tuvo que recurrir a los cambios no movi¨® ni una pieza de la estructura del equipo. Hasta para introducir a un hombre ofensivo como Cu¨¦llar no se le ocurri¨® mejor cosa que prescindir de Oli.

El Deportivo pas¨® ciertos apuros en el tramo final del partido, pero m¨¢s por su propia actitud paulatinamente m¨¢s conservadora que por el casi inexistente empuje del Betis. Todas las opciones de gol de los andaluces pasaron por alg¨²n barullo en el ¨¢rea tras lanzamientos de falta o de c¨®rner. El p¨²blico sufri¨®, porque el estado an¨ªmico general era de aprensi¨®n, pero Makaay hall¨® al final el alivio que tanto necesitaba su equipo.