La resistencia militar argelina reside en Madrid
"Hasta la vista. Tendr¨¢n noticias m¨ªas", se despidi¨® a la carrera el coronel Baali Al¨ª tras forzar una salida de emergencia del restaurante, mientras la alarma se disparaba en medio del asombro de los comensales.Ocurri¨® esta misma semana. El jefe del Movimiento Argelino de Oficiales Libres (MAOL), la disidencia militar clandestina dentro de Argelia y tambi¨¦n en el exilio, se perdi¨® entre el gent¨ªo que desembocaba en la Gran V¨ªa, despu¨¦s de haber aceptado hablar por primera vez cara a cara con periodistas espa?oles.
?l y su grupo de desertores difunden desde hace un a?o a trav¨¦s de Internet graves acusaciones que implican en las matanzas de civiles a los mismos generales que, hace ahora ocho a?os, protagonizaron un golpe de Estado para impedir la llegada al poder de los islamistas.
Todas las precauciones para salvaguardar su clandestinidad le parecen pocas despu¨¦s de que, seg¨²n asegura, los servicios secretos argelinos hayan intentado secuestrarle en la capital espa?ola en dos ocasiones.
"?Por qu¨¦ Madrid? Espa?a es un lugar estrat¨¦gico para los argelinos. Francia, sin duda, nos interesa para nuestra propaganda, para nuestra lucha, ya que cuenta con una gran comunidad argelina. Pero desde el punto de vista de la seguridad hay una cierta connivencia entre los servicios de espionaje franceses y los argelinos. Francia no es un terreno neutral", argumenta el coronel Al¨ª, de 42 a?os, que se fug¨® de Argelia y se instal¨® clandestinamente en Madrid.
"Espa?a ya fue lugar de paso obligado para los l¨ªderes de la revoluci¨®n argelina. Es una simple cuesti¨®n de proximidad", explica. A principios de los a?os sesenta, los independendistas del Frente de Liberaci¨®n Nacional argelino ya supieron aprovechar esta circunstancia en su lucha contra el colonialismo franc¨¦s.
Pero la ciudad en la que se mueve Al¨ª con documentos falsos se parece bien poco a la que ven sus confiados habitantes. Enfundado en su impecable traje italiano, parece un ejecutivo del sur de Europa. Aunque ¨¦l siempre mira hacia atr¨¢s, nunca habla desde el mismo tel¨¦fono y sopesa cada paso que da.
Despu¨¦s de que aceptara reunirse con dos periodistas argelinos -su entrevista fue publicada en Le Monde el pasado 27 de noviembre-, El PA?S entr¨® en contacto con el coronel desertor a trav¨¦s del correo electr¨®nico. Curiosamente, en una osada acci¨®n de cybercomando, la p¨¢gina de los disidentes del MAOL (www.anp.org) se ha apropiado de las siglas en franc¨¦s del Ej¨¦rcito Nacional Popular: las Fuerzas Armadas argelinas. Al¨ª se limit¨® a confirmar entonces que hablar¨ªa en el momento oportuno.
Tras una complicada serie de citas en el jard¨ªn de la estaci¨®n de ferrocarril de Atocha y en un aparcamiento del centro hist¨®rico de Madrid, los dos periodistas de EL PA?S mantuvieron una conversaci¨®n de m¨¢s de dos horas con el militar disidente.
En Espa?a hay, al menos, cinco desertores argelinos, incluidos el coronel Al¨ª y un comandante de la DRS, la Direcci¨®n de Informaci¨®n y Seguridad, el temible servicio secreto militar. Todos se encuentran en situaci¨®n de clandestinidad, excepto el teniente Alili Messaud, que huy¨® con su helic¨®ptero desde Argelia hasta Ibiza en junio de 1998 y ha obtenido el estatuto de asilado pol¨ªtico.
Al¨ª, que dice ser s¨®lo "portavoz" aunque siempre se refiere a sus "hombres" del MAOL, decidi¨® huir en agosto de 1998 a trav¨¦s del desierto, y aprovech¨® una reuni¨®n rutinaria con oficiales del Ej¨¦rcito de Mali para cruzar la frontera con un pasaporte falso y escapar hacia Sur¨¢frica, desde donde viaj¨® a Z¨²rich y a Madrid.
Poco antes, los servicios de informaci¨®n militares hab¨ªan desatado una purga de disidentes en el Ej¨¦rcito argelino que descabez¨® al MAOL, cuando un general y un coronel murieron en un falso accidente de helic¨®ptero a comienzos de 1998. "Los responsables del movimiento en el interior estimaron que en aquel momento yo era la persona m¨¢s expuesta, ya que manten¨ªa lazos muy estrechos con los asesinados", precisa, "pero a¨²n sigue habiendo en Argelia un general al mando del MAOL".
Su primer gran susto en Madrid lo tuvo hace un a?o, cuando acept¨® una cita de un supuesto periodista franc¨¦s en un lugar p¨²blico. Otro miembro del MAOL visit¨® previamente el local y observ¨® que estaba plagado de agentes argelinos y espa?oles que, aparentemente, vigilaban a los primeros. El coronel Al¨ª sospecha que sus compatriotas quer¨ªan secuestrarle.
En el segundo intento de capturarle, al espionaje argelino le falt¨® poco para lograr su objetivo. El coronel desertor recuerda que pasaba al lado de una gasolinera del barrio de Estrecho, en el norte de Madrid, cuando unos hombres con acento tunecino se le acercaron para pedirle una direcci¨®n, al tiempo que intentaban empujarle hacia el interior de una furgoneta. Se resisti¨®, grit¨® y una anciana le secund¨® en sus gritos. Se form¨® un peque?o tumulto. Temerosos de que acudiera la polic¨ªa, los supuestos tunecinos huyeron y ¨¦l aprovech¨® para escapar por la cercana boca de metro.
"?Por qu¨¦ nos quieren vivos? No lo s¨¦. Un cad¨¢ver m¨¢s o menos no resolver¨ªa el problema, ya que se trata de un movimiento de disidencia en el Ej¨¦rcito. Quieren capturarnos, aunque no s¨¦ cu¨¢l ser¨ªa entonces nuestro destino: los s¨®tanos del consulado, tal vez, o nuestra vuelta forzada a Argel con falsa cobertura diplom¨¢tica".
El MAOL asegura que est¨¢ implantado en todas las regiones militares de Argelia y que, adem¨¢s, cuenta con cerca de setenta miembros en el exilio, en su mayor¨ªa localizados en pa¨ªses del este de Europa, donde, como en el caso del propio coronel Al¨ª, se formaron en los a?os setenta. En Londres hay cinco desertores, tres en Alemania, cuatro en Canad¨¢ y tres en Nueva York. Parecen estar m¨¢s pr¨®ximos de lo que fue la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica, ese pu?ado de oficiales espa?oles que en las postrimer¨ªas de la dictadura franquista lucharon por democratizar el Ej¨¦rcito, que de los capitanes de abril, que protagonizaron en 1974 la revoluci¨®n de los claveles en Portugal.
"La violencia s¨®lo ha servido hasta ahora a los intereses del sistema. De manera que hemos excluido la opci¨®n de fuerza. Adem¨¢s, si hubi¨¦semos intentado dar un golpe de Estado sin tener garantizado el apoyo de ciertas unidades del Ej¨¦rcito, se habr¨ªa producido una fractura real en el seno de la instituci¨®n militar. Eliminar a algunos jefes no ser¨ªa una soluci¨®n. Nosotros apostamos por lo que denominamos 'implosi¨®n interior', es decir, socavar el sistema desde dentro".
Para dar a conocer sus denuncias, el movimiento de militares libres distribuye un bolet¨ªn entre oficiales y suboficiales, El Wafika (El Documento), en el que se revelan las fortunas amasadas por la jerarqu¨ªa militar, al tiempo que trata de hacer comprender a los militares argelinos que "est¨¢n a las ¨®rdenes de una panda de mangantes sin moral alguna".
"No les pedimos que deserten, ya somos bastantes en el extranjero. Nuestra intenci¨®n es crear una reserva de simpatizantes para el d¨ªa D y la hora H, cuando contemos con suficientes apoyos para poder pasar a la acci¨®n sin romper el Ej¨¦rcito. Por ahora vamos a seguir denunciando la corrupci¨®n", advierte el coronel Al¨ª. "Somos los mejor situados para denunciar, ya que ¨¦ramos actores de lo que estaba pasando".
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