Fin a tres semanas de zozobra
El quejido met¨¢lico fue apenas impercetible. Los remolcadores tensaron su musculatura met¨¢lica. El Alonso de Chaves se encontraba en rumbo opuesto a la popa del Rilos. Mientras, el Punta Mayor se movi¨® pendularmente entre 10 y 25 grados para encontrar la posici¨®n adecuada. Las dos embarcaciones de salvamento se situaron sobre las aguas de Ereaga con precisi¨®n de cirujano. Eran las cinco y cuarto de la ma?ana del domingo. Los 8.600 caballos del Alonso de Chaves comenzaron a tirar al 80% de su potencia. Unos segundos de agitada espera y los 8.000 caballos del Punta Mayor se lanzaron a copiar la maniobra como si de un negativo fotogr¨¢fico se tratara. Entonces, la popa del Rilos se movi¨® con suavidad. A bordo, el capit¨¢n cubano Matos, acompa?ado de varios t¨¦cnicos, y el jefe de m¨¢quinas, contuvo la respiraci¨®n. La noche anterior ya hab¨ªan sentido peque?os movimientos en popa cuando los remolcadores trataron de rescatar el buque y sin embargo, all¨ª segu¨ªan, esperando de nuevo.
La primera tentativa hab¨ªa fracasado. La presi¨®n atmosf¨¦rica impidi¨® que la pleamar alcanzara los 4.78 metros de altura necesaria: se qued¨® 22 cent¨ªmetros por debajo de lo previsto. Los cabos de los dos remolcadores faltaron (se rompieron) y la operaci¨®n de reflotamiento fracas¨®.
La segunda noche, el coordinador de la maniobra, Pedro Gil, embarcado en el Punta Mayor, conf¨ªaba en que los elementos no volvieran a ponerse en contra. Llevaba d¨ªas diciendo p¨²blicamente que la fuerza de las m¨¢quinas y la habilidad humana pod¨ªan conseguir arrebatar el Rilos al mar. Y ahora, lo estaban intentando por segunda vez.
Eran las cinco y treinta y siete minutos. Los dos buques de salvamento mar¨ªtimo realizaron el ¨²ltimo esfuerzo: tiraron al cien por cien, 16.800 caballos de potencia unidos. Los hombres de las dos tripulaciones contaban mentalmente los minutos. Pasaron tres. Entonces, ocurri¨®. El Rilos arranc¨® y enfil¨® decidido la marcha atr¨¢s. Eran las seis menos veinte de la ma?ana. El mercante se entregaba sin reservas y abandonaba su refugio de roca y arena donde permanec¨ªa desde el 27 de diciembre pasado.
Los gritos de entusiasmo rompieron el aire g¨¦lido de la ma?ana. Pero hab¨ªa que contenerse porque todav¨ªa no hab¨ªa terminado la maniobra. La inercia de arranque de las m¨¢s de siete mil toneladas del mercante cubano ten¨ªan que ser controladas antes de que el barco se arrojara descontrolado hacia las rocas del Puerto de Santurtzi. S¨®lo dos cables de distancia, unos 360 metros, le separaban del riesgo.
El pr¨¢ctico m¨¢s joven del Puerto fue el responsable de controlar la dif¨ªcil operaci¨®n. Los remolcadores Gatika, Aitor, Zabal, y Galdames y la embarcaci¨®n Salvamar Monte Gorbea estaban preparados desde las dos de la madrugada para entrar en acci¨®n.
Y lo hicieron. En cuanto el Rilos se liber¨® del lecho de roca y arena que le ten¨ªa atrapado, maniobraron para frenar su movimiento e impedir que escorara. El gigantesco buque se revel¨® y casi choc¨® contra las rocas pero fue s¨®lo una amenaza. El Rilos alcanz¨® el muelle Ardanza, en las nuevas instalaciones del Puerto de Santurtzi, donde qued¨® atracado.
Fue cuando el estallido brot¨®. Hubo aplausos, abrazos y sonrisas. El p¨²blico vitoreaba en ambas orillas. A la tercera no, a la segunda fue la vencida. Durante la ma?ana, la oficina de Salvamento Mar¨ªtimo recibi¨® numerosas llamadas de enhorabuena.
Uno de los aplaudidos fue el capit¨¢n del Rilos. Cuando Matos descendi¨® ayer por la escalera de metal del barco, su rostro mostraba una expresi¨®n diferente a aquella de amargura del 28 de diciembre pasado. Ese d¨ªa, una lancha le acerc¨® hasta la escalera de cuerda del buque atrapado para unirse a su tripulaci¨®n. Fue un d¨ªa despu¨¦s de que el buque cubano, con bandera maltesa, quedara varado frente a la playa de Ereaga, mientras Matos estaba en tierra realizando gestiones.
La marcha del Rilos ha dejado m¨¢s vac¨ªa la playa de Ereaga. Los paseantes y vecinos de la zona se hab¨ªan acostumbrado a la imagen herrumbrosa emergiendo del agua. Hubo d¨ªas que la bajamar casi permit¨ªa tocar su casco. Durante las dos ¨²ltimas noches, decenas de curiosos combatieron la oscuridad y el fr¨ªo para vivir el rescate de un barco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.