El espa?ol en Chicago
M¨¢s de 8.000 profesores de literaturas modernas se reunieron el pasado fin de a?o en Chicago durante el 115? Congreso Anual de la Asociaci¨®n de Lenguas Modernas (MLA), en 793 sesiones, que incluyeron todas las literaturas, las teor¨ªas culturales y las tendencias dominantes de la interpretaci¨®n. Estuvieron all¨ª para leerse unos a otros ponencias (divididas, seg¨²n se dice, entre malas y de los amigos), y para entrevistar a la masa de candidatos a los nuevos puestos. De los 30.000 estudiantes de literatura, una parte compet¨ªa en lo que seriamente llaman "el mercado acad¨¦mico". Muchos vienen a confirmar sus opiniones (feministas sup¨¦rstites, minor¨ªas becadas por vida, homosexuales fundamentalistas), pero los que compiten por un puesto muchas veces se ven obligados a reciclar sus opiniones y sus especialidades, seg¨²n la demanda. Y todo ello en una profesi¨®n en la que, como dijo el profesor Cary Nelson en la inauguraci¨®n del congreso, "ganar¨¢n menos que una cajera del MacDonald's y merecer¨¢n menos respeto que un dependiente de librer¨ªa". Advirti¨® a los m¨¢s j¨®venes: "Hab¨¦is hecho el voto de dedicarle una vida a un servicio mal pagado". M¨¢s contundente fue la anterior presidente del MLA, Elaine Showalter, que, en su discurso del a?o pasado, recomend¨® a los estudiantes de literatura cambiar inmediatamente de profesi¨®n. El presidente de este a?o, Edward Said, vio su mandato contestado por quienes le acusan de haber mentido en su reciente autobiograf¨ªa de desafectos. Este a?o, sin embargo, los t¨®picos m¨¢s pintorescos y aguerridos (hace dos a?os, Mercedes Vaquero cont¨® 20 ponencias dedicadas a sexualidades rec¨®nditas) forman parte ya del nuevo canon, y varios de sus cultores han recibido la permanencia. Hasta el feminismo cl¨¢sico se dedica ahora a la vida dom¨¦stica, la cocina y las monjas. No en vano hoy se cree que las mujeres se entienden mejor en su relaci¨®n con los hombres, sobre todo si son personajes literarios.Pero tampoco los profesores m¨¢s establecidos escapan a las pol¨ªticas del mercado. Unos son candidatos perpetuos a todos los puestos para mejorar su salario en su base de operaciones. Otros no requieren competir porque son candidatos elegidos como minor¨ªa preselecta con fondo especial, y eluden as¨ª la competencia de ley a nombre de su desventaja, aunque sean producto privilegiado de las mejores universidades; ir¨®nicamente, el sistema que los promueve los confirma como ciudadanos de segunda clase. Y, sin embargo, los estudiantes de literatura que se preparan a competir por un puesto demuestran otra vez que sin ellos el amor por las humanidades, la pasi¨®n por la lectura, el valor cultural de la palabra vendr¨ªan de menos a peor. Los ¨²nicos que obtendr¨¢n de todos modos trabajo son los nuevos expertos en literaturas de Espa?a y Am¨¦rica Latina. La extraordinaria difusi¨®n del espa?ol, el impacto de la novela latinoamericana, la presencia de las culturas hisp¨¢nicas han cambiado tambi¨¦n a la profesi¨®n. Incluso se pasan al espa?ol los j¨®venes entrenados en literatura comparada, hasta en literaturas anglosajonas, recicl¨¢ndose aprisa. El congreso est¨¢ invadido por los notorios hispanos, que intercambian noticias de restaurantes neolatinos, organizan paneles para el pr¨®ximo a?o, en Washington, y se demoran en la ¨¦pica profesional, el chisme acad¨¦mico. ?Por qu¨¦ hay tantas peleas en la vida acad¨¦mica? es una pregunta ret¨®rica, cuya mejor respuesta dice: porque las expectativas son muy bajas; o sea, porque hay muy poco que repartir.
De Espa?a, aparte de los cl¨¢sicos revisitados, hay ponencias sobre Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. De Am¨¦rica Latina, sobre Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas, los indigenismos reconsiderados y dos sesiones sobre Chiapas y las voces mayas. La cibern¨¦tica y su uso pedag¨®gico y cr¨ªtico ocupan buen espacio. Tambi¨¦n a las estad¨ªsticas de este a?o pertenece el f¨¢cil predominio de las mujeres. Estuvieron all¨ª varias grandes damas del hispanismo norteamericano, vestidas de leopardo almodovariano. Pero tambi¨¦n encuentro a algunos antiguos estudiantes leyendo ponencias, y a otros, m¨¢s recientes, buscando trabajo. Pienso que para quienes hemos anticipado este voto de pobreza, esta feria anual no tiene mejor sentido que el relevo de un libro abierto.
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