La nariz de Cleopatra
La oferta dirigida a IU por Joaqu¨ªn Almunia en nombre del PSOE para iniciar negociaciones orientadas a la firma de un acuerdo program¨¢tico electoral que permitiera en su d¨ªa constituir un Gobierno de coalici¨®n entre ambas fuerzas pol¨ªticas carece de precedentes; hasta ahora, los entendimientos alcanzados en el seno de la izquierda para compartir el ejercicio del poder hab¨ªan quedado circunscritos a los niveles municipal o auton¨®mico y s¨®lo de manera excepcional fueron anunciados antes de la celebraci¨®n de los comicios. En abierta discrepancia con las habituales exhortaciones a la unidad de la izquierda propias de los ¨²ltimos a?os del franquismo y del comienzo de la transici¨®n, Felipe Gonz¨¢lez defendi¨® desde 1977 la autonom¨ªa electoral del proyecto socialista y luch¨® por alcanzar el Gobierno en solitario; tras conquistar ese objetivo en 1982, 1986 y 1989, la insuficiente mayor¨ªa relativa obtenida en 1993 forz¨® al PSOE a desistir del empe?o, escogiendo a CiU, y no a IU, como socio.?Hubiese dado Gonz¨¢lez - caso de continuar siendo secretario general del PSOE y su candidato a la presidencia del Gobierno- el giro a la pol¨ªtica de alianzas impulsado anteayer por su sucesor Almunia? Tambi¨¦n durante estos meses se han producido modificaciones en el organigrama de la coalici¨®n hoy cortejada por el PSOE: tras relevar hace unos meses -estatutariamente- a Anguita como secretario general del PCE, Frutos ha ocupado su lugar como candidato de IU a la presidencia del Gobierno. Sin necesidad de recurrir a la nariz de Cleopatra para mostrar la importancia del azar sobre el curso de la historia, cabe adelantar que el cambio de personas producido al frente de las listas electorales del PSOE y de IU -Gonz¨¢lez por Almunia, Anguita por Frutos- durante la legislatura reci¨¦n concluida ha sido una condici¨®n necesaria -aunque no suficiente- para la apertura de esas inciertas, complicadas y dif¨ªciles negociaciones.
Aunque Frutos rechaz¨® ayer la propuesta socialista para que la coalici¨®n desista en favor del PSOE en las 34 circunscripciones donde sus candidatos carecen desde siempre de representaci¨®n parlamentaria, todo hace suponer que las conversaciones seguir¨¢n adelante. En cualquier caso, el cambio de juego realizado por Almunia ha sido positivo para los socialistas: su decisi¨®n de tomar la iniciativa en la campa?a y de romper con la fatalista imagen del caballo perdedor resignado a una dulce derrota les beneficia. Si el PSOE quiere de verdad ganar, necesitar¨¢ -acepte o no IU total o parcialmente su oferta- una movilizaci¨®n de todo su electorado potencial mediante su reconciliaci¨®n con los ciudadanos que le abandonaron en los ¨²ltimos comicios, la recuperaci¨®n de los abstencionistas y la brega para ganarse la voluntad de los j¨®venes reci¨¦n censados. Como ocurre siempre con las innovaciones, propensas a las consecuencias indeseadas y a los efectos perversos, la estrategia movilizadora del electorado mediante la oferta de pacto con IU tambi¨¦n ofrece peligros: si la frontera entre los votantes socialistas y populares no estuviese suficientemente impermeabilizada, la propuesta de Almunia podr¨ªa producir una deserci¨®n de electores centristas en n¨²mero igual o superior al sufragio de izquierda reclutado.
Tras la sustituci¨®n de Anguita por Frutos como secretario general del PCE (cuerpo, alma y aparato de IU), de su reciente retirada de las listas electorales como candidato y de su pr¨®ximo relevo como coordinador general, la coalici¨®n se ver¨¢ obligada a replantearse su papel en la vida p¨²blica espa?ola. El grave rev¨¦s electoral sufrido por IU en junio de 1999 puso de relieve la insostenibilidad a la larga de la extravagante estrategia anguitiana, agustiniana o ignaciana de las dos orillas, las dos ciudades o las dos banderas que le hab¨ªa permitido hasta ahora combinar una altiva marginaci¨®n de la pol¨ªtica cotidiana en nombre de inalcanzables ideales con la prosaica ocupaci¨®n por su grupo dirigente de los espacios de poder parlamentario, auton¨®mico y municipal nacidos de las urnas. Los electores de IU intu¨ªan ya que las papeletas depositadas en las circunscripciones donde sus candidaturas no tienen posibilidad alguna de ganar no son ¨²nicamente votos desperdiciados o in¨²tiles, sino tambi¨¦n un generoso regalo al PP: aunque le disguste a Frutos, Almunia se ha limitado a cuantificar ese molesto y obstinado hecho.
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