Muere a los 69 a?os el pianista austriaco Friedrich Gulda
El artista anunci¨® el a?o pasado por fax su falsa muerte y celebr¨® su 'resurrecci¨®n'
El pianista austriaco Friedrich Gulda, uno de los m¨¢s brillantes int¨¦rpretes de Mozart y Beethoven, muri¨® de un ataque cardiaco a la edad de 69 a?os en la madrugada del jueves en su vivienda en Weissenbach, junto al lago de Attersee, en la Alta Austria. Esta vez muri¨® de verdad. No fue una falsa muerte como la de Pascuas del a?o pasado, cuando el propio Gulda envi¨® un fax an¨®nimo a la agencia de noticias APA anunciando que un infarto hab¨ªa puesto fin a su vida el 28 de marzo en el aeropuerto de Z¨²rich.
Irritados por la pesada broma, los cr¨ªticos pudieron presenciar una semana m¨¢s tarde c¨®mo un Gulda "en plena forma y m¨¢s vivo que nunca" celebraba la Fiesta de la resurrecci¨®n en el Rockhaus de la ciudad de Salzburgo, interpretando un Mozart electr¨®nico, rodeado de las chicas que ¨¦l se tra¨ªa de Ibiza. "El espect¨¢culo infantil de viejo verde no interes¨® a nadie en Salzburgo", coment¨® con sarcasmo APA. Otra de las ¨²ltimas ocurrencias de Gulda fue, en octubre de 1998, autorizar como ¨²nica necrol¨®gica v¨¢lida la grabaci¨®n en v¨ªdeo de su concierto titulado A private dance party (Una fiesta privada de baile), celebrado el pasado 5 de abril en Viena, con composiciones propias y una mezcla discotequera que, seg¨²n el artista, "presenta una clara imagen del Gulda tard¨ªo y su ¨²ltimo mensaje al mundo de la m¨²sica".En la entrevista que concedi¨® al cr¨ªtico Wolfgang Schaufler, del diario Standard, con motivo de su ¨²ltimo concierto en el Musikverein de Viena (interpret¨® a Mozart) el pasado mes de noviembre, Gulda explic¨® que se permiti¨® estas jugarretas para divertirse porque "en Austria hay que estar muerto para que a uno lo valoren, pero tambi¨¦n por un motivo serio: mi inter¨¦s por el tema de muerte y resurrecci¨®n desde que profundizo en el destino de Mozart, el superstar". Seg¨²n Schaufler, todo respond¨ªa a su deseo de liberarse del estrecho molde de ni?o prodigio.
Naci¨® en Viena en 1930 y desde su primer concierto en p¨²blico a los 14 a?os provoc¨® la euforia de los m¨¢s exigentes espectadores. Debut¨® a los 20 en el Carnegie Hall de Nueva York y no tard¨® en obtener los m¨¢s prestigiosos premios internacionales. Idolatrado por la audiencia almidonada de los conciertos cl¨¢sicos, busc¨® desahogo en el jazz de los a?os cincuenta. Cambi¨® su frac por gorra multicolor y atuendo ligero y sigui¨® interpretando con pasi¨®n a los cl¨¢sicos en las grandes salas. Los ritmos afroamericanos representaban para ¨¦l la esencia musical del siglo XX, mientras que ve¨ªa "moribunda a la m¨²sica europea desde mediados del siglo XIX, desde que prescindi¨® de lo bailable, lo tonal, armonioso y mel¨®dico". Cuando se sinti¨® defraudado por el jazz, se adentr¨® en los a?os noventa en el mundo de las discotecas y admir¨® a los pinchadiscos como los m¨²sicos m¨¢s intr¨¦pidos de hoy, en particular a Pippi, de la discoteca Pach¨¢ en Ibiza, a quien contrat¨® para que le acompa?ara en sus ¨²tlimos conciertos.
Los experimentos de Gulda sobre el escenario no ocasionaron repulsi¨®n entre el p¨²blico que acud¨ªa a escuchar al "mejor int¨¦rprete de Mozart del siglo", y sent¨ªa como chantaje el tener que soportar las composiciones estramb¨®ticas del artista. Al actuar por ¨²ltima vez en Viena en noviembre, justific¨® su presencia con un mensaje: "Vengo a demostrar d¨®nde se encuentra en estos momentos Gulda: con un pie en el cielo, tocando el piano a cuatro manos con Mozart sobre una nube color rosa. As¨ª aprende Gulda lo que es la felicidad celestial".
Babelia
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