Abdal¨¢, el rey mendigo
Lo ha vuelto a hacer. Abdal¨¢ II, el joven rey de Jordania, se ha disfrazado de nuevo para investigar personalmente la ineficacia y la corrupci¨®n de su Administraci¨®n. Vestido con ropas humildes, como si se tratara de un enfermo sin recursos econ¨®micos, el rey Abdal¨¢, convertido en mendigo, acudi¨® hace una semana al hospital estatal de Zarqa, a unos 20 kil¨®metros al norte de Amm¨¢n, para confundirse con los centenares de pacientes que a diario acuden al centro con la esperanza de ser atendidos gratuitamente de sus enfermedades.Acompa?ado discretamente, por un oficial de palacio, el rey vivi¨® en persona las largas esperas y las vejaciones que soportan los ciudadanos cuando tratan de pedir asistencia m¨¦dica. Sin ser nunca reconocido escuch¨® las quejas de decenas de enfermos, al tiempo que comprobaba el pobre e insuficiente material del centro as¨ª como lo sucio y abandonado de las instalaciones. La jornada del rey Abdal¨¢ en la ciudad de Zarqa finaliz¨® en un Centro para el Desarrollo Social, donde tuvo que soportar incluso la reacci¨®n airada de los responsables del lugar que estuvieron a punto de sacarlo de malas maneras a la calle, por molestar y hacer demasiadas preguntas a los ancianos que all¨ª permanec¨ªan.
Los resultados de la investigaci¨®n personal del monarca han sido difundidos por la prensa local y han hecho temblar a los responsables de los centros asistenciales visitados, quienes recuerdan los catastr¨®ficos efectos de una encuesta similar efectuada por el rey, cuando meses atr¨¢s visit¨® tambi¨¦n disfrazado el principal hospital estatal de Amm¨¢n y tras comprobar el estado de dejaci¨®n de sus instalaciones, oblig¨® a dimitir a su director.
La t¨¦cnica de investigaci¨®n utilizada por el rey jordano se ha convertido en rutinaria, seg¨²n la prensa local de Amm¨¢n, quien evoca otras operaciones precedentes, especialmente la efectuada el pasado julio cuando visit¨®, disfrazado de periodista de televisi¨®n -t¨²nica ¨¢rabe y barba blanca- a la zona franca cercana de Aqaba, descubriendo los interminables tr¨¢mites aduaneros a los que se somete a los comerciantes, quienes adem¨¢s se ve¨ªan obligados a soportar todo tipo de exigencias de los vigilantes.
Las audacias del monarca jordano, que recuerdan a las que en su ¨¦poca efectuaba el fallecido Hassan II en Marruecos cuando acud¨ªa disfrazado a los hospitales p¨²blicos de Rabat para inspeccionar personalmente el estado de sus instalaciones, est¨¢n siendo respetuosamente criticadas por la intelligentsia de su reino, que no acaba de comprender la eficacia de estas mascaradas, que considera anacr¨®nicas y poco adecuadas a un Estado moderno.
Los intelectuales y pol¨ªticos cr¨ªticos afirman en voz baja, que quiz¨¢s estos m¨¦todos sirven para mejorar su imagen personal, pero que son inadecuados para descubrir el alto grado de corrupci¨®n de una Administraci¨®n. La sutil referencia de los disidentes se?ala sin paliativos otros casos de corrupci¨®n oficial, como los que la oposici¨®n parlamentaria trata de abrir en el entorno familiar del primer ministro, Abdel Rauf al Rawabdeh. Seg¨²n las acusaciones de un diputado de Amm¨¢n, el hijo del primer ministro habr¨ªa tratado de cobrar una comisi¨®n abusiva de 15 millones de dinares (unos 3.000 millones de pesetas) a un grupo de financieros ¨¢rabes para acelerar y facilitar su participaci¨®n financiera en la construcci¨®n de una lujosa urbanizaci¨®n cerca de la capital.
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