Los controles perezosos
En los ¨²ltimos meses, el debate sobre el dopaje en el ciclismo ha sido tambi¨¦n el debate sobre la EPO (eritropoyetina), aparentemente la sustancia m¨¢s reclamada por los deportistas y la m¨¢s perseguida por las instancias que rigen el ciclismo. Se han sucedido, como en una avalancha de disgustos, el caso Festina (la convulsi¨®n del Tour 98) y el caso Pantani (¨ªdem del Giro 99), asuntos que en su d¨ªa reventaron el orden ciclista, amenazando con destruirlo, pero que acabaron diluy¨¦ndose como tantos problemas de soluci¨®n incierta o improbable.Son pocos los que se atreven a hablar de la realidad del ciclismo profesional, un universo sometido a las mismas leyes de competitividad que rigen cualquier industria e intoxicado por las mismas desviaciones: m¨¢s que de competir se trata de sobrevivir, de ganarse un puesto en el mercado laboral, de alcanzar el m¨¢ximo valor. O eso afirman en voz baja y lejos de los micr¨®fonos parte de los interesados. El recurso a la trampa, m¨¢s que un atajo para personas sin ¨¦tica, acaba convirti¨¦ndose en la ¨²nica forma de no desfilar hacia el paro. La ilusi¨®n de los debutantes se desvanece pronto para tornarse en pura necesidad.
La mayor¨ªa de los ciclistas aficionados (hoy agrupados en la categor¨ªa ¨¦lite y sub-23) pedalea a base de entrenamiento y fe en s¨ª mismos. Tambi¨¦n los hay que aceptan sin pesta?ear su futuro profesional, posponiendo su inmersi¨®n en la realidad y contempl¨¢ndola como un mal necesario que deber¨¢n asumir a la hora de firmar el primer contrato profesional. Y los hay que deciden adelantarse e imitar, sin serlo, a los profesionales. La cuesti¨®n, aparcada hasta hace poco, se convirti¨® en objeto de actualidad hace unos meses, cuando I?aki Juanicorena, director de la prestigiosa escuadra guipuzcoana Kaiku, declar¨® que el recurso a la EPO en la categor¨ªa se hallaba cada vez m¨¢s extendido. Sus palabras, y la controvers¨ªa subsiguiente (alimentada por la hipocres¨ªa de los que no quieren reconocer lo que contemplan a su alrededor) resonaron fuerte en los despachos de la Federaci¨®n Espa?ola de Ciclismo y en los de su hom¨®loga vasca. Consecuencia directa: se anunci¨® que se instalar¨ªan controles de sangre, como los que asumen los profesionales, en la categor¨ªa amateur.
Dicho control s¨®lo permite detectar el consumo de EPO de forma indirecta, puesto que avisa sobre la presencia de un nivel de hematocrito (porcentaje de gl¨®bulos rojos en la sangre, los que transportan el ox¨ªgeno del que se nutren los m¨²sculos) anormalmente elevado y supuestamente inducido por el tratamiento de EPO. La decisi¨®n parec¨ªa tan l¨®gica como necesaria. La demora en su aplicaci¨®n atiende a razones bastante m¨¢s confusas y est¨¢ relacionada con gestiones burocr¨¢ticas de inusitada lentitud. La federaci¨®n espa?ola, impedida por el Comit¨¦ Superior de Deportes (CSD), no puede realizar por su cuenta los esperados controles sangu¨ªneos. Por la misma raz¨®n, la federaci¨®n vasca, que ha mostrado sus deseos de controlar personalmente a sus ciclistas, tiene que aceptar los movimientos de la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), el m¨¢ximo organismo mundial que rige este deporte.
Hasta la fecha, la UCI ha impedido (por incompetencia o lentitud) que se cumplan los plazos anunciados: no hubo controles en verano, tal y como anunci¨® la federaci¨®n espa?ola, ni los ha habido en la recientemente concluida campa?a de ciclocross, opci¨®n de recambio barajada por la UCI y asumida por la espa?ola. En verano, faltaban por homologar en Espa?a laboratorios que analizaran las muestras.
Tampoco en invierno
En invierno, exist¨ªan tales laboratorios, pero, seg¨²n la UCI, no eran el entorno ideal para que sus m¨¦dicos pudieran trabajar en condiciones. A diferencia del profesionalismo, donde los corredores se desplazan la v¨ªspera para disputar una prueba de un d¨ªa y duermen en hoteles, en aficionados, las pruebas de una jornada tienen car¨¢cter regional y los participantes se presentan en la salida a la sumo una hora antes del inicio de la competici¨®n. Esto sirve tanto para el ciclocross como para la carretera y explica por qu¨¦ tampoco ¨¦ste invierno se han realizado los controles de sangre: los m¨¦dicos carec¨ªan de tiempo para tomar y analizar las muestras. La UCI ha decidido que realizar¨¢ los controles a partir de esta temporada, que arranca a finales de febrero, pero que s¨®lo los efectuar¨¢ en las pruebas por etapas. Un equipo m¨¦dico de la UCI se encargar¨¢ de llevarlas a cabo (en principio se habl¨® de formar a personal espa?ol) desplaz¨¢ndose con sus coolters (laboratorios port¨¢tiles) para remitir sus muestras a cualquiera de los dos laboratorios finalmente homologados: uno en Valencia y el segundo en Madrid, dirigido por el m¨¦dico de la Vuelta, Fernando Astorqui. Juan Carlos D¨ªaz del Valle, jefe m¨¦dico de la federaci¨®n espa?ola y encargado de supervisar la instalaci¨®n de los controles, comunic¨® a la UCI sus deseos de homologar un laboratorio en cada comunidad aut¨®noma, petici¨®n rechazada por el organismo que preside Verbruggen.
La decisi¨®n no acaba de convencer a Juan Carlos D¨ªaz del Valle: "Es un paso adelante, pero que se queda a medias", aprecia. En el Pa¨ªs Vasco, aut¨¦ntico vivero de ciclistas, tan s¨®lo se celebran cinco vueltas por temporada (?lava, Navarra, Bidasoa, Bira y Goierri), pero se celebran m¨¢s de 70 pruebas de un d¨ªa. Si la confidencialidad y el car¨¢cter aleatorio de los controles en profesionales constituye su ¨²nica posibilidad de ¨¦xito, en aficionados esta premisa desaparece o se aten¨²a considerablemente. Son controles perezosos.
La Federaci¨®n Vasca de Ciclismo todav¨ªa no ha digerido su disgusto por la demora en la aplicaci¨®n de los controles de sangre y estudia la manera de "salirse del circuito" seg¨²n uno de sus portavoces. Suena a amenaza, pero no explica c¨®mo puede el organismo federativo eludir el marcaje internacional. Tampoco explica el por qu¨¦ de tal urgencia y cuesta entender la sorpresa que la federaci¨®n expres¨® al conocer las denuncias de I?aki Juanicorena.
Al margen de los controles sangu¨ªneos en competici¨®n, la federaci¨®n vasca pretende realizar "controles de salud" (algo que ya existe en Francia con el nombre de controles longitudinales) cuyos resultados, confidenciales, servir¨ªan para alertar al director de un corredor cuyo hematocrito fuera anormalmente elevado o para recomendar reposo al sujeto. La medida, razonable, choca con problemas log¨ªsticos y jurisdiccionales, lo que la hace inviable a corto plazo. Es decir, prevenir antes que sancionar y tratar de reconducir unos h¨¢bitos a menudo regidos por la urgencia de un futuro incierto.
Entre la ¨¦tica y el atajo
La presi¨®n es enorme y conduce derecha hacia el atajo del dopaje a poco que se tambaleen los principios ¨¦ticos del ciclista, amateur en este caso. En la antesala del profesionalismo, los candidatos al salto barajan pocas opciones de futuro: o amarrar un contrato o reciclarse. La inmensa mayor¨ªa no ha cursado m¨¢s estudios que los elementales. Ah¨ª empieza la presi¨®n. Muchos cobran (no excesivamente) sin ser profesionales y se creen obligados a justificar ante su director o su patrocinador sus ingresos. Tambi¨¦n ante s¨ª mismos. Ah¨ª aprieta la presi¨®n. A veces, el recurso a la trampa es simplemente la consecuencia de una falta absoluta de ¨¦tica y fe en uno mismo. Poco importa. El caso es que existe el dopaje en la categor¨ªa, algo que no escapa al m¨¦dico de la federaci¨®n espa?ola, Juan Carlos Ruiz del Valle. "Lo triste", explica, "es que se puede ser competitivo con un entrenamiento adecuado, una higiene de vida saludable y una buena alimentaci¨®n. Hace falta que se lo crean", recita. Sin embargo, su discurso hace sonreir a los esc¨¦pticos y carcajearse a los que en su d¨ªa se apresuraron en tomar el atajo. Por si no bastaba con comer y entrenarse convenientemente.
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