Un hallazgo casual
Esta historia comienza en 1970. Una paciente de William R. Waddell, en Denver, padec¨ªa una extra?a afecci¨®n hereditaria conocida como poliposis adenomatosa hereditaria. Estos pacientes llegan a desarrollar cientos de p¨®lipos en el colon, demasiados para extirparlos. Dado que el c¨¢ncer comienza a partir de los p¨®lipos, la ¨²nica forma de proteger a los pacientes es extirparles el colon.Waddell le hab¨ªa extirpado el colon a esta mujer cuando ella ten¨ªa 23 a?os, pero, en agosto de 1978, a los 31 a?os, hab¨ªa desarrollado otra consecuencia com¨²n en estos pacientes: tumores no cancerosos en el abdomen. Adem¨¢s, estaba comenzando a desarrollar p¨®lipos en el recto, pero Waddell ten¨ªa que tratarle primero los del abdomen. Decidi¨® recetarle indomethacina, un antiinflamatorio que a menudo reduce el tama?o de los tumores. Dos a?os m¨¢s tarde la mujer se quej¨® de que el f¨¢rmaco le da?aba el est¨®mago, as¨ª que Waddell cambi¨® la prescripci¨®n a otro antiinflamatorio, el sulindac. Para asombro suyo, el f¨¢rmaco parec¨ªa hacer desaparecer los tumores. A?o tras a?o, ella segu¨ªa sin p¨®lipos. Waddell decidi¨® entonces recetar el f¨¢rmaco a tres familiares de la mujer que tambi¨¦n padec¨ªan la enfermedad.
Uno era un var¨®n de 21 a?os a quien se le hab¨ªa extirpado el colon pero que hab¨ªa desarrollado 15 p¨®lipos en el recto. Un a?o despu¨¦s, no ten¨ªa ninguno. Otro, un hombre de 42 a?os, ten¨ªa 50 p¨®lipos en el colon cuando comenz¨® a tomar el medicamento. Un a?o despu¨¦s, el n¨²mero se hab¨ªa reducido a cuatro. Una chica de 16 a?os ten¨ªa 25 p¨®lipos en el colon. Un a?o despu¨¦s, ten¨ªa tres p¨®lipos peque?os.
Waddell pens¨® que hab¨ªa dado con algo asombroso, pero pocos de sus colegas le creyeron y las principales revistas m¨¦dicas rechazaron sus resultados. Finalmente los public¨® The Journal of Surgical Oncology en 1983. "Nadie prest¨® atenci¨®n a ese art¨ªculo", afirma Waddell. Pero ¨¦l sigui¨® investigando. "Pocos lo cre¨ªan", recuerda Bert Vogelstein, investigador oncol¨®gico de la Facultad de Medicina de la Johns Hopkins University. "A m¨ª me intrigaba, pero mis colegas cl¨ªnicos afirmaron que era improbable que fuese v¨¢lido".
Hacia 1989, Francis M. Giardiello, especialista en c¨¢ncer de colon en la Johns Hopkins, hab¨ªa o¨ªdo hablar de los resultados del sulindac y decidi¨® probarlos en 22 pacientes, de los cuales 11 recibieron el medicamento y 11 un placebo. Sus resultados no fueron tan llamativos como los de Waddell: los pacientes que tomaron sulindac ten¨ªan un 44% menos de p¨®lipos al cabo de un a?o y el di¨¢metro de ¨¦stos se hab¨ªa reducido en un tercio. A ning¨²n paciente le desaparecieron por completo. Aun as¨ª, Giardiello consider¨® "asombrosos" los resultados. Su art¨ªculo se public¨® en 1993 en The New England Journal of Medicine; esta vez, la historia del sulindac llam¨® la atenci¨®n nacional.
Por la misma ¨¦poca, Raymond N. Dubois, del Centro M¨¦dico de la Vanderbilt University, observ¨® que diversos estudios demostraban que las personas que tomaban regularmente aspirina contra¨ªan c¨¢ncer de colon con una proporci¨®n que era la mitad que la de la poblaci¨®n general. Y los estudios eran enormes, como uno que inclu¨ªa a 104.217 pacientes, de modo que Dubois se sinti¨® tan intrigado que decidi¨® probar en laboratorio y en animales si los antiinflamatorios pod¨ªan inhibir el c¨¢ncer de colon. La puerta estaba abierta.
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