Maluma y Takete
Aunque algunos no est¨¦n de acuerdo y a otros les parezca decepcionante, lo cierto es que el c¨¢lculo racional no es lo m¨¢s importante en pol¨ªtica. Existen otros muchos factores que contribuyen con la misma fuerza, al menos, en nuestras decisiones sobre temas p¨²blicos. Hasta tomamos decisiones coherentes y sistem¨¢ticas sobre cosas que, aparentemente, no tienen ning¨²n significado para nosotros. Algo incomprensible para el estratega de campa?a, pero atractivo y sugerente para el ciudadano real.En 1929, un psic¨®logo alem¨¢n llamado Wolfang K?hler dibuj¨® dos garabatos sobre un papel. El primero era una l¨ªnea quebrada, llena de ¨¢ngulos, esquinas y puntas, algo parecido a nuestro cardiograma cuando hacemos la declaraci¨®n de la renta. El segundo era una l¨ªnea curva, suave, sin formar ¨¢ngulos, como el dibujo infantil de las olas del mar. K?hler le pidi¨® a mucha gente que calificara cada dibujo como maluma o takete, dos palabras desconocidas. La contestaci¨®n casi un¨¢nime fue que la l¨ªnea con curvas era maluma y la quebrada era takete. Dos dibujos sin sentido, dos palabras absurdas y una decisi¨®n sistem¨¢tica que se toma no al azar sino m¨¢s all¨¢ de toda duda razonable, como dir¨ªan los juristas y los cient¨ªficos trasnochados.
Existe la sospecha, cada vez m¨¢s fundada, de que la pol¨ªtica y la sociedad funcionan gracias a este tipo de decisiones. Es decir, que si todo fuera c¨¢lculo racional y l¨®gica del beneficio las cosas ir¨ªan peor. El votante medio tiene poca informaci¨®n y m¨ªnimo inter¨¦s por muchos de los temas de debate, pero puestos a decidir y en conexi¨®n con los dem¨¢s aumenta su capacidad hasta l¨ªmites insospechados. En el momento de votar a Aznar, a Almunia o a cualquier otro candidato, y al margen de los grandes argumentos, cada uno tiene muy claro qui¨¦n es maluma y qui¨¦n es takete.
Las campa?as son ¨²tiles, por supuesto, pero no tanto por lo que pretenden sino porque sirven al ciudadano para construir su propio dibujo de maluma y de takete. Aznar se presenta con los Hechos, lo ya realizado, el pasado, todav¨ªa sin programa, pero desvel¨¢ndolo poco a poco, como en un streap-tease. Almunia prefiere el futuro y en condicional, Espa?a como t¨² la har¨ªas, toda una tentaci¨®n, s¨ª se?or, pero con varios siglos de retraso. Frutos recurre a la voluntad, eres necesario, nos dice, pero no suficiente, digo yo. Te¨®fila Mart¨ªnez anima a los andaluces con el ritmo y pide que lo sigan, seguidillas, el recurso al folclor. Todos quieren decir algo, argumentar para convencer, pero nunca consiguen saber si est¨¢n potenciando a maluma o a takete. Eso est¨¢ m¨¢s all¨¢ del c¨¢lculo racional.
Los directores de campa?a se desesperan por los efectos no deseados y fuera de todo c¨¢lculo. Los jefes de partido se enfadan, sustituyendo y duplicando a sus directores, que entonces entran en competici¨®n. Y es as¨ª como se produce el caos de campa?a, tambi¨¦n llamado pandem¨®nium, que proporciona cierto toque aristocr¨¢tico a la rutina pol¨ªtica.
Mientras tanto, maluma y takete esperan agazapados el momento para abalanzarse sobre sus dibujos preferidos. Y todo concluye con un ¨¦xito aceptable. Despu¨¦s vienen las explicaciones y los razonamientos cient¨ªficos, pero un poco tarde, como el forense.
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