PSOE-IU: del "problema de Espa?a" a los problemas de los espa?oles
Espa?a es un pa¨ªs que ha sufrido una evoluci¨®n sorprendente no s¨®lo moderniz¨¢ndose en lo econ¨®mico y madurando en lo pol¨ªtico, sino tambi¨¦n logrando en pocos a?os un alt¨ªsimo grado de descentralizaci¨®n pol¨ªtica. Una descentralizaci¨®n tremendamente respetuosa con los caracteres nacionales de algunos territorios. Las lenguas, las tradiciones, las instituciones y, por qu¨¦ no decirlo claramente, los privilegios fiscales particulares de algunos fueron escrupulosamente respetados por todos, incluidos aquellos que sab¨ªamos que pod¨ªan representar un germen de desigualdad o insolidaridad.Sin embargo, fuertes presiones pol¨ªticas, sobre todo nacionalistas, han conducido a la actual situaci¨®n de confusi¨®n sobre el proyecto pol¨ªtico y de convivencia que llamamos Espa?a. Es como si en una familia algunos de los hermanos estuvieran logrando cambiar el hogar com¨²n para ponerlo a su gusto sin tener en cuenta la sustancial conformidad de los otros hermanos. No se trata de que ese hermano no pueda tener su habitaci¨®n organizada como le resulte m¨¢s c¨®moda, y todos le respetamos siempre que no pretenda echar un tabique sin puertas. Es que pretenden cambiar la casa de todos para sentirse a sus anchas sin reparar en c¨®mo se sientan los dem¨¢s. Y todo ello con un agravante: que, a pesar de que se les deje mangonear en el sal¨®n o la cocina, o quiz¨¢ precisamente por ello, no dejan de amenazar con echar ese tabique que les independice definitivamente.
El caso es que los nacionalistas est¨¢n creando confusi¨®n respecto de lo que es Espa?a. Y, en consecuencia, su supuesto estado de incomodidad se va a traducir en la incomodidad de todos los dem¨¢s. Es que, al poner la m¨²sica a todo volumen, al cambiarnos las cortinas del sal¨®n y al hacernos comer a todos el men¨² que ellos prefieren, los que podemos empezar a no reconocer nuestra casa de toda la vida somos los dem¨¢s. Y de ah¨ª a que tambi¨¦n nosotros, los que no amenazamos con el famoso tabique, comencemos a estar inc¨®modos en nuestra propia casa va un paso que depender¨¢ de nuestra paciencia y, atenci¨®n, de la autoridad del cabeza de familia para poner las cosas en su sitio.
Que la cuesti¨®n nacional espa?ola est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s confusa es una experiencia diaria de quienes nos dedicamos a la pol¨ªtica. Cuando se redact¨® la Constituci¨®n, aunque hab¨ªa indefiniciones, casi todos nos sentimos satisfechos por el grado de acuerdo en las l¨ªneas maestras de nuestro edificio pol¨ªtico. Por no entrar en otras cuestiones, como las creencias religiosas o la libertad de empresa, centr¨¦monos en la cuesti¨®n territorial. A los territorios con precedentes hist¨®ricos de autogobierno se les respetaron sus hechos diferenciales y a los dem¨¢s se nos permiti¨® acceder a la autonom¨ªa y a una nueva v¨ªa de desarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico. La incorporaci¨®n a la entonces Comunidad Europea termin¨® por dar el perfil a lo que era nuestro pa¨ªs. Los espa?oles se mostraban crecientemente confiados en su futuro y cada vez m¨¢s contentos con ese invento de las autonom¨ªas, no hay m¨¢s que leer la serie de encuestas del CIS sobre el particular.
Desgraciadamente, hoy ya no podemos hablar con la misma tranquilidad de estas cuestiones. De un proyecto plural del pa¨ªs parece que estamos pasando a un pluralismo de proyectos que desorientan al pa¨ªs. En este ambiente, la coyuntura pol¨ªtica actual me parece especialmente compleja. Por primera vez en muchos a?os, algunos nacionalistas, no todos, han iniciado una deriva ya clara y expresamente independentista. La lenta toma de posiciones de los nacionalistas vascos a lo largo de los ochenta y los noventa se ha acelerado exponencialmente durante el mandato de Aznar. Propuestas que antes s¨®lo aparec¨ªan brumosas, como hip¨®tesis para un futuro todav¨ªa lejano y nunca como parte de los programas pol¨ªticos inmediatos, ya est¨¢n en la agenda pol¨ªtica del d¨ªa. Cuestiones como el porcentaje de votos necesario para declarar unilateralmente la independencia, la viabilidad cercana de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, etc¨¦tera, forman parte de las noticias de la prensa diaria y no de los libros de ensayo pol¨ªtico.
Parece claro que los nacionalistas est¨¢n consiguiendo inmunizar a la opini¨®n p¨²blica respecto de la peligrosidad de estas ideas con la complicidad de un Gobierno que s¨®lo se siente defensor de la unidad nacional cuando llegan las elecciones. Perm¨ªtanme en este punto citar literalmente una frase: "En muy pocos meses hemos superado descentralizaciones, autonom¨ªas y autogobiernos para terminar hablando de autodeterminaci¨®n y de independencia". ?Saben qui¨¦n y cu¨¢ndo ha dicho esto? ?Alg¨²n pol¨ªtico de la oposici¨®n estos d¨ªas? No. Esta frase la escribi¨® Aznar a finales de los a?os setenta. Y ese temor del que habla no se materializ¨® ni con los Gobiernos de la UCD ni con los Gobiernos del PSOE. Esa realidad de pasar en pocos meses de una aceptaci¨®n sustancial del Estado auton¨®mico a una reivindicaci¨®n independentista se ha dado cuando ¨¦l ha tenido las riendas del pa¨ªs. Con la deriva soberanista de sus socios, su m¨¢s alta responsabilidad pol¨ªtica de estos a?os y el dato reciente m¨¢s esencial de nuestra vida p¨²blica, Aznar va a tener que cambiar su eslogan de "Espa?a va bien" por el de "lo que quede de Espa?a ir¨¢ bien".
Espa?a no se defiende con un retorno a posiciones patrioteras que ya cre¨ªamos enterradas por la historia. A este paso, vamos a volver a ver las banderitas en los relojes y los tirantes con los colores nacionales. Ahora el PP, heredero de la AP que no lo vot¨®, presenta el furor del converso y toma el relevo de Anguita en la sacralizaci¨®n del texto fundamental y acusa de deslealtad a quienes queremos modestamente reformar el Senado. Est¨¢n obsesionados con presentarse como una fuerza con un discurso uniforme en toda Espa?a. Pero no es un m¨¦rito especial decir las mismas cosas en un sitio y en otro si esas cosas que se dicen no son acertadas. En efecto, el PP es el partido que yerra con el mismo empecinamiento en Lugo que en Almer¨ªa. Y eso, en vez de tranquilizar a los espa?oles, lo que hace es ponerles nerviosos en todos los sitios a la vez.
Para ofrecer un discurso uniforme lo que hace el PP es olvidarse de la diversidad del pa¨ªs, cierra los ojos a la pluralidad de Espa?a, niega su complejidad para que el discurso le salga redondo. Y, en efecto, le sale uniforme, pero inaplicable en un pa¨ªs que no lo es. Espa?a es un pa¨ªs plural y diverso. Y se debe tener un discurso coherente sobre Espa?a, como lo tiene el PSOE, pero no sobre la base de considerar a Espa?a algo uniforme, no cercenando la rica pluralidad pol¨ªtica y cultural de este pa¨ªs. Hay que tener un modelo pol¨ªtico de Estado aplicable al pa¨ªs real, con toda su complejidad, y no un ortop¨¦dico esquema artificialmente homog¨¦neo que crea l¨®gicas reticencias en muchas partes de Espa?a. Y crea suspicacias porque recuerda mucho a la t¨¢ctica de la dictadura, que, en vez de enfrentarse con la diversidad, lo que hac¨ªa era sencillamente negarla y gritar muy alto "viva Espa?a".
En mi opini¨®n, buena parte de toda esta confusi¨®n actual sobre el modelo de Estado tiene su origen en la citada debilidad del Gobierno, pero tambi¨¦n en la sorprendente capacidad de los nacionalistas para manejar a su antojo la agenda pol¨ªtica espa?ola. Bastan unas palabras de Arzalluz, de Seti¨¦n o de Pujol para que all¨¢ vayamos en tromba una veintena de pol¨ªticos a responderles. Lo que es otra forma de hacerles el juego, porque logran que se hable de lo que a ellos les interesa.
Si a esta capacidad de manejar el orden del d¨ªa pol¨ªtico unimos su posici¨®n de ventaja a la hora de conformar mayor¨ªas parlamentarias de apoyo a un Gobierno progresista o conservador, se entiende perfectamente por qu¨¦ su capacidad pol¨ªtica real est¨¢ muy por encima de su fuerza medida en votos. Con m¨¢s o menos los mismos votos totales, los nacionalistas tienen siempre m¨¢s esca?os que Izquierda Unida. Y esta normativa electoral es la que ha impedido que se consoliden partidos bisagras de ¨¢mbito nacional, como pudo ser el CDS.
Por eso es tan importante el acuerdo entre el PSOE e IU, una apuesta por la que yo me he pronunciado expresamente desde hace cuatro a?os. Porque retira esos dos ases de la manga nacionalista: la agenda y la llave de la gobernabilidad. En efecto, la virtualidad del pacto respecto de esta cuesti¨®n del modelo de Estado es triple. Por una parte, permite vislumbrar la posibilidad de un Gobierno fuerte que no est¨¦ sometido a la presi¨®n de un territorio concreto, puesto que el socio minoritario es un partido de ¨¢mbito nacional. En segundo lugar, centra el debate de nuevo, y ya era hora, en la n¨ªtida diferenciaci¨®n entre las pol¨ªticas de izquierda y derecha y las fuerzas que las representan. Es un retorno de la ideolog¨ªa, de la pol¨ªtica con may¨²sculas. Y, finalmente, nos permite traer a la agenda las cuestiones que de verdad preocupan a los ciudadanos: el paro, la educaci¨®n, la sanidad, las pensiones, etc¨¦tera, y salirnos de la rueda eterna de la discusi¨®n esencialista sobre las identidades de unos y otros. Porque en este pa¨ªs cuanto m¨¢s se habla del "problema de Espa?a" menos se habla de los problemas de los espa?oles.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, socialista, es presidente de la Junta de Extremadura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.