Haider sienta a Austria en el div¨¢n
La llegada al poder del l¨ªder ultra obliga al pa¨ªs a un ejercicio colectivo de autoexamen
ENVIADO ESPECIALLa llegada al Gobierno del Partido Liberal (FP?), el movimiento que acaudilla el populista de derechas J?rg Haider, ha puesto fin a la legendaria paz y comodidad de la vida pol¨ªtica de una Austria donde, a lo largo de m¨¢s de medio siglo, los dos partidos tradicionales, los socialdem¨®cratas (SP?) y democristianos del Partido Popular (?VP), se han repartido el poder con todas sus prebendas, sus pompas y sus glorias. La entrada en el Gobierno del FP? de Haider obliga a Austria a aplicarse el invento de uno de sus hijos m¨¢s ilustres, Sigmund Freud: el div¨¢n del psicoanalista. Austria requiere analizar sin demora desde el pasado -reprimido y barrido debajo de la alfombra- hasta el presente de un pa¨ªs que corre el riesgo de perder el tren de la modernidad.
En el recinto del palacio imperial de Viena, el Hofburg, se encuentra la plaza Ballhaus, entre las sedes de la presidencia de Austria y la canciller¨ªa. El 25 de julio de 1934, en esa misma plaza, las tropas de asalto nazis asesinaron al canciller Engelbert Dollfuss, que hab¨ªa intentado una variante austriaca del fascismo. Cuatro a?os despu¨¦s, a unos metros de all¨ª, Adolf Hitler sabore¨® un recibimiento triunfal en la plaza de los H¨¦roes cuando Alemania anexion¨® Austria. Despu¨¦s de la guerra, los austriacos tuvieron la habilidad de olvidar su papel de colaboradores y verdugos y convirtieron al pa¨ªs en "la primera v¨ªctima del nazismo". Se atribuye al genial director de cine Billy Wilder, un austriaco fugitivo de los nazis, una frase que resume a la perfecci¨®n el fen¨®meno: "Los austriacos han conseguido el milagro de hacerle creer al mundo que Beethoven era austriaco y Hitler alem¨¢n".
Indignaci¨®n
La plaza Ballhaus y su vecina plaza de los H¨¦roes se convirtieron estos d¨ªas en escenario de disputas y minimanifestaciones que acompa?aron las repetidas idas y venidas de los jefes de los dos partidos de la coalici¨®n, el derechista presidente de Gobierno del Estado federado de Carintia, J?rg Haider (FP?), y el ya canciller del Partido Popular, Wolfgang Sch¨¹ssel (?VP). Los manifestantes de uno y otro signo empezaron ya, a su manera, a practicar este ejercicio colectivo de autoan¨¢lisis.
Gert Archan, un ingeniero de 53 a?os, se encontraba all¨ª con su perro y ofrec¨ªa la imagen de un yuppy. Archan daba rienda suelta a su indignaci¨®n por las informaciones de que la intervenci¨®n de los pa¨ªses extranjeros contra la entrada de Haider en el Gobierno hab¨ªa partido de una petici¨®n realizada por el presidente Thomas Klestil y el canciller socialdem¨®crata Viktor Klima. A voz en grito, exig¨ªa: "El presidente federal tiene que ser destituido inmediatamente. Lo que hizo la Uni¨®n Europea, junto con Klima, fue calentar el asunto. Hay que echar inmediatamente del Gobierno a los dos. Es la mayor marranada que puede hacer un presidente al pueblo austriaco". A la pregunta de si vot¨® a Haider, responde el ingeniero: "Naturalmente. Vot¨¦ a Haider porque ¨¦l trae un impulso a Austria tras 30 a?os de irresponsabilidad pol¨ªtica. Ya tuvimos bastante socialismo. Todo el Proporz creado en estos a?os tiene que desaparecer". Para Archan, "Haider no es un racista. Si lo fuese, ser¨ªamos todos nazis, y los votantes del FP? no somos nazis o fascistas. Es irresponsable que en el extranjero se nos acuse de racistas. Es lo peor que nos pueden hacer a los austriacos".
A su lado, Herbert Brunner, de 60 a?os, empleado de un centro cultural y votante de Los Verdes, le interrumpe: "Haider es un fascista". "?Sabe usted lo que es un fascista?", le pregunta Archan. Un joven grita excitado: "Un fascista es alguien que manipula a las masas". Brunner hace callar al joven y explica: "Todos los reg¨ªmenes fascistas empezaron en Europa creando miedo entre la gente, miedo a los otros, a los extranjeros, a las minor¨ªas. El fascismo no puede llegar al poder, pero ya est¨¢ bastante mal tener fascistas en el Gobierno. Van a poner en pr¨¢ctica una pol¨ªtica xen¨®foba y antisocial. Van a realizar una pol¨ªtica de la que los austriacos tendremos que avergonzarnos". Tambi¨¦n circulaba por all¨ª Gerold Salzmann, un funcionario de 40 a?os, que explica: "Por supuesto que vot¨¦ a Haider; porque estoy a favor de la renovaci¨®n en Austria", a?ade con vehemencia: "En Austria, los socialistas y el ?VP llevaban 13 a?os en el Gobierno. Vivimos cada d¨ªa una red de tejemanejes que ellos han tendido sobre este pa¨ªs y que es muy nociva. ?sa es la raz¨®n m¨¢s importante por la que la gente vot¨® FP?, porque son los ¨²nicos que van a romper ese montaje, esa partitocracia y una econom¨ªa a base del carn¨¦ de partido y el patronazgo".
Haider no gana las elecciones por su ideolog¨ªa m¨¢s o menos neonazi, xen¨®foba o racista. No bastar¨ªa con ese potencial para lograr m¨¢s de la cuarta parte del electorado austriaco. El ¨¦xito de Haider consiste en haber sabido dar una respuesta al hast¨ªo de la poblaci¨®n de Austria con m¨¢s de medio siglo de inmovilismo, de reparto de puestos, cargos y privilegios con arreglo a las proporciones de poder de cada partido. Una partitocracia que paraliza los nombramientos de embajadores porque los socios de coalici¨®n no se ponen de acuerdo en el reparto y que ha dejado al pa¨ªs sin emisoras privadas de radio y televisi¨®n por no tocar el equilibrio de poder de los partidos en el monopolio p¨²blico de la ORF.
Y en eso lleg¨® Haider y dijo que iba a mandar parar. Un d¨ªa su clientela se encontraba entre los nost¨¢lgicos nazis; despu¨¦s hall¨® el fil¨®n de los marginados de la modernidad y los temerosos de una econom¨ªa globalizada, y entonces entr¨® a saco en ese potencial electoral. Entre sus votantes se mezclan las viejecitas con miedo a los extranjeros y los yuppies m¨¢s posmodernos y el proletariado tradicional, que se siente abandonado por la socialdemocracia. En su programa, el FP? de Haider tiene toda clase de mercanc¨ªas: xenofobia y racismo para los que viven con pavor la extranjerizaci¨®n en un pa¨ªs con un 10% de residentes no austriacos o ilegales; neoliberanismo y darwinismo social para los yuppies y los modernos ejecutivos; cheques para las parturientas, y, sobre todo, poner fin de una vez al Proporz y la partitocracia. El hoy presidente de Gobierno de Carintia se jacta de la haza?a de haber nombrado a un director escolar que no ten¨ªa el carn¨¦ de ning¨²n partido.
Todo esto ofrecido con seducci¨®n, habilidad en el manejo de los medios y un lenguaje rompedor y pol¨ªticamente incorrecto para un p¨²blico harto ya de pol¨ªticos degenerados en bur¨®cratas. Haider, un encantador de serpientes, un aut¨¦ntico flautista de Hamelin, es capaz de defender una postura y la contraria poco despu¨¦s, seg¨²n le convenga a sus intereses, sin quedar manchado. Al menos mientras no tenga que ensuciarse las manos con las tareas cotidianas de gobierno y el electorado descubra que esta reencarnaci¨®n de Robin Hood no puede cumplir lo que promete y se rompa el encanto.
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