Un nuevo Al Gore se acerca a la Casa Blanca
El tir¨®n popular del ex jugador de baloncesto obliga al vicepresidente a bajar a la arena y luchar por los votos
Como en Primary Colors y en tantas otras novelas y pel¨ªculas sobre la carrera hacia la Casa Blanca, las elecciones primarias de New Hampshire se desarrollaron bajo un manto de nieve y dieron importantes sorpresas. Una de ellas es que George Bush puede perder, pero otra, menos subrayada en los primeros an¨¢lisis, es que Al Gore puede ganar. El reto planteado por el tir¨®n popular de su correligionario Bill Bradley ha sido muy beneficioso para la candidatura del vicepresidente. Ha obligado a Gore a despertarse, salir de su despacho de Washington y pelear sobre el terreno."Gore no tiene ning¨²n problema, excepto que no puede ganar", declar¨® el pasado oto?o el influyente senador dem¨®crata neoyorquino Daniel Patrick Moynihan al anunciar su apoyo a la candidatura alternativa de Bradley. Parec¨ªa entonces evidente que, frente al atractivo personal de Bush, el car¨¢cter rob¨®tico y eficaz de un Gore asociado con Bill Clinton era un seguro caballo perdedor. Si los dem¨®cratas quer¨ªan evitar un cataclismo el 7 de noviembre de 2000, sentenci¨® Moynihan, deb¨ªan apostar por la novedad de un Bradley asociado con la honestidad y el progresismo.
Pero el Gore que, en la noche del pasado martes, celebr¨® en un hotel de Manchester (New Hampshire) su corta victoria frente al ex baloncestista Bradley ya no era el leal y sabiondo mano derecha de Clinton. Sudaba, tocaba f¨ªsicamente a la gente, repet¨ªa hasta la saciedad la palabra "lucha" y remedaba los gestos en el cuadril¨¢tero de un boxeador. No era un tecn¨®crata desgranando cifras positivas de crecimiento sin inflaci¨®n, era un pol¨ªtico haciendo campa?a. Y ese cambio era el que le hab¨ªa dado los apenas 6.000 votos de diferencia que le acababa de sacar a Bradley en el Estado que tiene como divisa "Vive libre o muere".
'Macho alfa'
Gore ha hecho caso a los consejos de la escritora feminista Naomi Campbell. Ahora, por emplear la jerga de Campbell, va de macho alfa dominante, en vez de macho beta subordinado. Su estilo f¨ªsico es claramente viril y agresivo, y en su actitud pol¨ªtica se le ve suelto frente a Clinton y nada temeroso a la hora de golpear en el h¨ªgado a su correligionario Bradley. Su hija Karenna, decisiva tambi¨¦n en este cambio de actitud, afirma que el vicepresidente es ahora "mucho m¨¢s ¨¦l mismo".
Bradley no qued¨® fuera de combate en New Hampshire, pero, si no triunf¨® en estas primarias, cuyos electores son c¨¦lebres por su gusto por las candidaturas frescas, lo tiene muy dif¨ªcil en el Supermartes del 7 de marzo, cuando voten, entre otros, los decisivos Estados de Nueva York y California.
El viento sopla ahora a favor de Gore, que dispone de inmensos recursos. Puede volver a ser el vicepresidente cuando se trate de hacerse fotos con l¨ªderes extranjeros prestigiosos o anunciar buenos resultados econ¨®micos, y puede ser el candidato Gore para desmarcarse del comportamiento de Clinton en el caso Lewinsky o declarar que no est¨¢ plenamente satisfecho de los resultados sociales de los ¨²ltimos siete a?os de Gobierno dem¨®crata. Puede poner en juego sus excelentes conexiones con Wall Street, Hollywood y Silicon Valley y puede proclamarse defensor de los negros, los hispanos y las mujeres.
Bradley empez¨® a acortar distancias respecto a Gore en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a, cuando comprendi¨® que la pol¨ªtica se parece m¨¢s a la guerra que al baloncesto y contraatac¨® con dureza, denunciando las ambig¨¹edades del vicepresidente en asuntos como la defensa del derecho al aborto y la reforma del sistema de financiaci¨®n de la pol¨ªtica. Si las elecciones se hubieran retrasado dos o tres d¨ªas m¨¢s, quiz¨¢ esa nueva combatividad de Bradley le hubiera dado la victoria. Pero no fue ¨¦se el caso y lo que el senador dem¨®crata Moyhihan consideraba imposible hace pocos meses, que Gore gane la Casa Blanca, es ahora una opci¨®n realista.
Clases medias
El marco general de las elecciones es favorable a un candidato dem¨®crata. El Estados Unidos mayoritario, el de las clases medias de las viviendas unifamiliares de los suburbios, demostr¨® su madurez con ocasi¨®n del caso Lewinsky. Puesto que Hillary le perdon¨® al presidente su aventura con la becaria, las clases medias se desentendieron del asunto. El sistema constitucional funcion¨® y, al final, no pas¨® nada grave. Ahora, con una econom¨ªa boyante, las clases medias se sienten menos tentadas por los llamamientos republicanos a un recorte de impuestos y sensibles a ofertas de ampliaci¨®n de la asistencia sanitaria, mejora de la educaci¨®n p¨²blica y correcci¨®n de los desequilibrios sociales y raciales.
La batalla final se librar¨¢ en el centro, donde ya compiten, con m¨¢s o menos acento conservador o progresista, Gore, Bradley, Bush y McCain. El gusto norteamericano por un l¨ªder fuerte, simp¨¢tico y con dotes de comunicaci¨®n tambi¨¦n pesar¨¢ mucho. Gore tendr¨¢ que seguir esforz¨¢ndose para satisfacer esa ¨²ltima demanda. De momento, el desaf¨ªo de Bradley parece haberle ense?ado el camino correcto hacia la Casa Blanca
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