La avalancha de New Hampshire
La victoria de McCain pone en entredicho el liderazgo de Bush
Mientras el p¨²blico segu¨ªa pegado al televisor y contemplaba el espect¨¢culo de Clinton y Monica, hubo un momento en el que alguien decidi¨® que hab¨ªa llegado la hora de que el hijo de Bush, George, fuera presidente. Al fin y al cabo, cuando se puede tener a un estudiante privilegiado y mediocre de Yale, cuyo inter¨¦s era la educaci¨®n, ?para qu¨¦ molestarse con las ideas de un licenciado de Yale y beneficiario de una beca Rhodes como Clinton, que procede de un pueblo perdido de Arkansas?El Contrato por Am¨¦rica de la derecha republicana radical, dirigida por Newt Gingrich, hab¨ªa fracasado -al parecer, al pa¨ªs no le gust¨® que la Administraci¨®n dejara de funcionar-, as¨ª que inventaron otro lema: "Conservadurismo compasivo". George, hijo, deb¨ªa imitar a Clinton e intentar apoderarse del centro. George padre aportar¨ªa sus compinches, lo que quedara de la vieja infraestructura del Partido Republicano anterior a Newt Gingrich; la gente de Gingrich se reagrupaba en torno a George hijo bajo un nuevo disfraz: asesores en materia de compasi¨®n. La operaci¨®n matem¨¢tica era sencilla. El candidato ten¨ªa a su disposici¨®n las dos alas principales del Partido Republicano m¨¢s una cantidad inagotable de dinero, de forma que George Bush ser¨ªa nuestro pr¨®ximo presidente.
Las tertulias pol¨ªticas de los canales de cable, unas fauces inmensas que necesitan alimento constante, se sumaron inmediatamente a la idea del presidente Bush, hijo. El final del caso Monica/Clinton/Starr hab¨ªa dejado un vac¨ªo en las pantallas. Necesitaban un tema con urgencia y empezaron a llamar presidente a Bush a?o y medio antes de las elecciones. Incluso antes de que el p¨²blico supiera qui¨¦n era, su llegada a la presidencia se convirti¨®, de pronto, en un hecho consumado.
La idea que se pretend¨ªa transmitir a la gente era que tal vez George fuera un poco tonto, pero que era simp¨¢tico, y ten¨ªa m¨¢s dinero que nadie. El dinero cobr¨® m¨¢s importancia a¨²n por la aparici¨®n en escena de otros dos extra?os candidatos: Steve Forbes y Donald Trump. Aunque estos hombres no tienen las mismas ideas, el mensaje que enviaban al p¨²blico era que quien poseyera una fortuna personal de miles de millones pod¨ªa comprar EE UU.
John McCain, Jesse Ventura -ex campe¨®n de lucha libre y gobernador de Minnesota por el Partido Reformista- y Clinton tienen una cosa en com¨²n (sus pol¨ªticas sociales son muy diferentes): establecen una verdadera relaci¨®n con la gente. McCain ha convertido la reforma de las campa?as en un elemento central de la suya, y con ello ha puesto el dedo en la llaga. Cuando Bush dec¨ªa a los votantes de New Hampshire que el conservador McCain era un izquierdista, o un dem¨®crata encubierto, demostraba que tanto ¨¦l como sus asesores estaban profundamente despistados.
En un pa¨ªs que ha elegido a un dem¨®crata para la presidencia durante dos mandatos seguidos, y en el que los ¨ªndices de aprobaci¨®n de Clinton no hacen m¨¢s que aumentar, es un error suponer que, para los votantes, los dem¨®cratas son el mal absoluto. Y, teniendo en cuenta que no existen los verdaderos "izquierdistas", salvo en las mentes de los republicanos extremistas que libran m¨ªticas guerras culturales, el calificativo no tiene en la actualidad ning¨²n significado que le permita servir de arma arrojadiza.
Al pa¨ªs le interesan la seguridad econ¨®mica (durante muchos a?os, los Estados del sur y suroeste, incluido Tejas, fueron los ¨²nicos que experimentaron aut¨¦ntica prosperidad), las reformas educativas y sanitarias, el control de armas y el derecho al aborto.
El significado de las primarias de New Hampshire es que nadie puede predecir qu¨¦ va a pasar en las elecciones del pr¨®ximo noviembre; ser¨¢ una competici¨®n muy re?ida. Bush tendr¨¢, probablemente, gran ventaja en Carolina del Sur, donde su padre posee estrechas relaciones con los intereses tabaqueros. Pero las primarias de marzo en el Estado de Nueva York ser¨¢n una batalla sangrienta. Para ganar la carrera presidencial en noviembre, los dem¨®cratas necesitan la victoria en los dos Estados con m¨¢s votos electorales, California y Nueva York. California ser¨¢ para los dem¨®cratas, pero Nueva York puede votar en cualquiera de las dos direcciones.
Como advert¨ªa The New York Times en su p¨¢gina editorial al d¨ªa siguiente de las elecciones, mientras pareci¨® que Bush ten¨ªa todas las de ganar, la direcci¨®n neoyorquina del Partido Republicano pens¨® que ama?ar las primarias del Estado en su favor era una medida pol¨ªtica agresiva e inteligente, pero esa c¨ªnica estrategia se est¨¢ volviendo en su contra. Justo despu¨¦s de aparecer ese editorial, el gobernador de Nueva York, George Pataki, que hab¨ªa estado planeando convertirse en el vicepresidente de Bush, fue obligado a abandonar su intenci¨®n de impedir a McCain estar presente en las primarias de Nueva York. La decisi¨®n no parti¨® de Pataki, sino directamente de un asustado George W. Bush. Pero el esc¨¢ndalo ha ido demasiado lejos. El hecho de que un gobernador de Tejas casi logre secuestrar el voto del Estado de Nueva York pesar¨¢ sobre las elecciones venideras. Mientras tanto, el dinero sigue fluyendo al campo de McCain a trav¨¦s de Internet.
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