El G-4 se reivindica Los cuatro capitanes espa?oles han creado a la mayor¨ªa de los componentes del equipo actual
"?Pero, quienes son estos t¨ªos que se sientan ahora en el banquillo?". Javier Duarte, Josep Perlas, Jordi Vilar¨® y Juan Bautista Avenda?o no llenan portadas ni lo han hecho nunca. Ninguno de ellos ha ganado torneos del Grand Slam, y ni siquiera fueron grandes jugadores en sus etapas profesionales. La historia del tenis espa?ol no les permitir¨¢ nunca firmar en las p¨¢ginas de oro como Manuel Orantes o Manuel Santana. Pero ahora son los capitanes del equipo espa?ol de Copa Davis, el G-4, y tienen entre ceja y ceja la ¨²nica idea de ganar la Ensaladera. Su debut en Murcia frente a Italia gener¨® ilusi¨®n. Pero el camino que les queda es a¨²n enorme, infinito, y recomenzar¨¢ en abril frente a Rusia.A algunos les resultar¨¢ chocante que estos cuatro entrenadores puedan competir con Santana o con Orantes por la capitan¨ªa espa?ola. "?Qu¨¦ caso les van a hacer los jugadores, si no han hecho nada en el circuito profesional?", se preguntan quienes apenas les conocen. Y, aparentemente, la cuesti¨®n no es banal. Sin embargo, su m¨¦rito principal no radica en los t¨ªtulos de Roland Garros, Wimbledon o el Open de EEUU, sino en la transformaci¨®n que han realizado en el tenis espa?ol de los ¨²ltimos a?os, y en la creaci¨®n de la mayor parte de los jugadores que ahora defienden la suerte de Espa?a en la Copa Davis.
"No", afirma Albert Costa, uno de los protagonistas de la eliminatoria contra Italia. "Yo siento un gran respeto por todos ellos. Por muchos cuatro Grand Slam que posea, Santana no tiene m¨¢s autoridad sobre m¨ª que el G-4. Son personas y todos se merecen mi respeto. Pero, adem¨¢s, son gente muy cualificada, que viven para el tenis desde hace mucho tiempo. Santana es una gran persona y fue un gran capit¨¢n. Pero ahora las cosas se hacen de forma m¨¢s profesional. Y eso se nota".
La figura de un capit¨¢n carism¨¢tico tomando decisiones por su cuenta y riesgo, contraponiendo sus t¨ªtulos del Grand Slam a unas decisiones en ocasiones controvertidas, ha sido sustituida por el consenso. Ahora, las cosas se hablan y se discuten entre cuatro personas que conocen el circuito como la palma de su mano. "Nuestra autoridad proviene del d¨ªa a d¨ªa a pie de pista", afirma Josep Perlas, entrenador de Carles Moy¨¤ y de Albert Costa. "Y, desde luego, tambi¨¦n del cach¨¦ que nos dan los triunfos de nuestros jugadores: el liderato mundial, el Roland Garros y la final del Masters de Moy¨¤, el t¨ªtulo del Masters y la final de Roland Garros de Corretja, y los ¨¦xitos de nuestros jugadores. Es todo eso lo que nos da la confianza y el respeto natural de los jugadores". Hay un dato curioso: Duarte es el t¨¦cnico espa?ol m¨¢s titulado en el circuito ATP, con 28 torneos (14 de Berasategui, 4 de Carlos Costa, y 10 de Corretja, incluyendo el Masters).
La aportaci¨®n de Manuel Santana (campe¨®n de Roland Garros dos veces, del Open de EEUU y de Wimbledon) y de Manuel Orantes (campe¨®n del Open de EEUU y del Masters) al tenis espa?ol es incuestionable, porque no s¨®lo abrieron las puertas a nivel internacional sino que sus ¨¦xitos potenciaron la evoluci¨®n futura que ha vivido este deporte en Espa?a. Los m¨¦ritos del G-4 pasan mucho m¨¢s desapercibidos, pero han tenido una importancia capital en la evoluci¨®n de los ¨²ltimos a?os.
Ellos son los responsables primeros de la pacificaci¨®n del tenis espa?ol. Las trifulcas que se vivieron en los a?os ochenta y principios de los 90 concluyeron con la llegada de una generaci¨®n, la actual, que trajo un aire nuevo y una cordialidad desconocida y fortalecida por la amistad existente entre sus t¨¦cnicos. Pero, por encima de eso, son tambi¨¦n los entrenadores que modelaron e introdujeron en el circuito a Carles Moy¨¤, ?lex Corretja, Alberto Berasategui y F¨¦lix Mantilla, y que, con su actitud abierta y conciliadora, permitieron que Barcelona se convirtiera en la potencia ten¨ªstica que es actualmente: nunca se negaron a que sus jugadores entrenaran con los juniores, y apoyaron a jugadores que hab¨ªan sido dados como perdidos para el tenis.
"Los jugadores nos conocen a la perfecci¨®n", afirma Duarte, el hombre que en Murcia se sent¨® en la silla del capit¨¢n. "Creen en nosotros no por lo que hicimos como jugadores, sino porque han comprobado que podemos ayudarles y porque creen que ¨¦sta es la mejor situaci¨®n para ellos. Fueron honestos en la etapa de Santana y nunca tuvieron un no (s¨®lo frente a Nueva Zelanda y lo justificaron). Pero ahora, sin querer, se sienten m¨¢s implicados en el proyecto porque lo sienten como algo de todos. Se sienten m¨¢s cerca de nosotros y viven la Copa Davis de una forma m¨¢s intensa".
Esas premisas fueron las que esgrimi¨® ?lex Corretja en una de sus conferencias de prensa que se convirti¨® en una aut¨¦ntica declaraci¨®n de intenciones. "El equipo somos todos", afirm¨® el campe¨®n del Masters de 1998. "Por encima de todo, no priman los intereses personales. Aqu¨ª no vienen los pupilos de los entrenadores, ni los primos de los hermanos, ni nadie que no se lo merezca. Me parece fuerte que pueda pensarse lo contrario. Si yo no lo hubiera merecido no habr¨ªa estado. Estamos hablando de un grupo muy profesional. Y todos nos sentimos muy integrados en ¨¦l".
"Eso es tal vez lo que m¨¢s ha cambiado", reconoce Agust¨ª Pujol, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Tenis y principal promotor del G-4. "El planteamiento previo a la eliminatoria ha mejorado. Son cuatro t¨¦cnicos y pueden hacer un seguimiento mucho mejor. Ellos est¨¢n realizando un gran trabajo a nivel individual en el circuito y lo que se pretende es que trasladen su experiencia al equipo de Copa Davis. En Murcia se ha podido detectar ya el esp¨ªritu de compromiso de los jugadores. Viven la Copa Davis no s¨®lo en las eliminatorias sino semana tras semana. Ahora es algo de todos".
Hasta los pr¨®ximos d¨ªas 7, 8 y 9 de abril en lugar a¨²n desconocido (Vigo, M¨¢laga, Zaragoza, Valencia o Mallorca), el G-4 gozar¨¢ de credibilidad. Despu¨¦s, puede que se la quiten si pierden frente a la Rusia de Yevgeny Kafelnikov y Marat Safin. "En cualquier caso", apostilla Duarte, "la forma de trabajo es ¨¦sta: viajar 40 semanas con los jugadores y estar dentro del circuito. No importa que lo hagan cuatro, tres, dos o un capit¨¢n".
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