La piel VICENTE MOLINA FOIX
La gran actriz malhumorada Lola Gaos formaba parte activa de un grupo protector de los animales, y un d¨ªa, a punto de comenzar los primeros ensayos de una obra m¨ªa en la que ella interven¨ªa al lado de Julieta Serrano, Pepe Mart¨ªn y Javier Gurruchaga, le pidi¨® permiso a la directora, Mar¨ªa Ruiz, para pasar a la firma un manifiesto. El texto empezaba condenando las corridas de toros,para despu¨¦s pasar a la denuncia del abuso generalizado del animal espa?ol, y como mi obra se llamaba Los abrazos del pulpo me puse en guardia. Sin rechistar firmaron los tres actores y la directora, y yo, incapaz de llevar la contraria a una mujer tan fiera,tambi¨¦n firm¨¦, consciente de que al pulpo de mi comedia no se le inflig¨ªa ninguna sevicia. Pero en un armario yo guardaba un abrigo de pieles de mi propiedad.Lola hizo amistad con Javier Gurruchaga, y ¨¦ste -que ama la fibra sint¨¦tica- me contaba sus visitas a la casa de la actriz, llena de gatos m¨¢s ariscos que la due?a. Aunque en la funci¨®n nos dio a todos, menos a Gurruchaga,muy mala vida, la he recordado nost¨¢lgicamente en estos d¨ªas de movilizaci¨®n, y la resucito interpretando con su genio innegable ese gui?ol cavern¨ªcola que unas militantes captadas en una foto de la agencia Efe escenificaron ante las puerta del Sal¨®n Piel Espa?a en Montju?c.
El abrigo de piel que yo ten¨ªa y conservo, aunque no me lo pongo (porque su hechura est¨¢ anticuada, porque en Madrid no hace el fr¨ªo septentrional que yo sufr¨ªa al compr¨¢rmelo en Gran Breta?a, porque no soy tan pop como entonces), nunca me ha producido quebraderos de cabeza.Lo digo sin jactancia, y con el debido respeto a la memoria animalista de Lola Gaos. Los argumentos que en estas ¨²ltimas semanas se han aireado para atacar la retirada por parte de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid de un anuncio anti-peletero de la ANDA (Asociaci¨®n Nacional para la Defensa de los Animales) me parecen caducos y falsarios, propios de la moderna plaga de "la cultura de la queja" tan bien analizada por Robert Hughes en su libro hom¨®nimo (Anagrama, 1994).
La ANDA est¨¢ en contra del dolor, y en eso todos le damos la raz¨®n. Lo que pasa es que siguiendo el hilo de sus protestas llegar¨ªamos a la hipocres¨ªa pro-vida de los antiabortistas, para los que Hughes escrib¨ªa lo siguiente: "La inocencia del feto est¨¢ fuera de dudas. Pero es irrelevante: tambi¨¦n las lechugas son inocentes". Y los animales, claro. As¨ª como en su fanatismo natalista los enemigos del aborto anteponen los irreales derechos del nonato a la cruel realidad del nacido indeseado, los protectores del vis¨®n y la nutria sue?an con una sociedad pastoril en la que los animalitos, pastando libremente por el campo, no sufriesen ni siquiera apropiaci¨®n por parte del Hermano Hombre.
La piel es lo m¨¢s expuesto de nuestras conciencias. Recuerdo el libro de Malaparte La piel (filmado chabacanamente por Liliana Cavani) y la pel¨ªcula de Truffaut La piel suave, dos muy distintas exploraciones de la angustia humana. En la novela, ambientada en el N¨¢poles de la segunda posguerra mundial, una ni?a es alquilada sexualmente por su madre a los soldados norteamericanos, que se describen unos a otros la dulzura de aquella carne adolescente mientras esperan turno en la escalera. Truffaut cuenta un adulterio que la mujer enga?ada sufre estupefacta hasta el momento en que la superficie satinada de unas fotos de su marido con la amante la llevan a la venganza y el crimen. La piel de nuestros labios es delicada.
Cuando me paro a pensar en las campa?as de ANDA y otros grupos afines y echo una mirada alrededor de mi cuarto me asusto: ?soy un Dr. Mengele de las bestias? Sin contar el abrigo de piel de zorro hibernado, mi edred¨®n es de pluma de oca, mis zapatos (no tengo tantos como Imelda Marcos) de piel de vaca, la correa de mi reloj de lagarto, mi bufanda de pachmina, que es una cabra asi¨¢tica muy restringida. Tambi¨¦n confieso mis preferencias por los tejidos de lana sin concesi¨®n acr¨ªlica o viscosa. Como carne, como pescado, como huevos, y puedo imaginar la muerte a cuchillo del ternero, la agon¨ªa del rodaballo en la red, los aprietos de la gallina al poner. Aun as¨ª no me considero una mala persona.
Babelia
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