La derecha, la izquierda y los pactos
El acuerdo alcanzado por el PSOE e IU, que ayer se firm¨® oficialmente, ha tenido como primer e inmediato efecto provocar el p¨¢nico, y por ende el desconcierto, en la derecha plural espa?ola coaligada bajo las siglas PP. Casi dos semanas han necesitado para salir de su estado catat¨®nico y empezar a balbucear aquello de "no nos importa lo m¨¢s m¨ªnimo". En el ¨ªnterin se han desplegado todas las variantes ret¨®ricas de la intransigencia, desde la h¨ªspida descalificaci¨®n, incluso est¨¦tica, del adversario hasta la huera prosopeya pre?ada de ¨ªnfulas latiniparlas.Resulta m¨¢s que evidente que la derecha plural espa?ola no se siente c¨®moda en el nuevo escenario pol¨ªtico, provocado, seg¨²n alguno de sus m¨¢s finos analistas, por meros c¨¢lculos electorales. Uno no sale de su permanente asombro ante el desparpajo que exhiben nuestros gobernantes interinos y sus intelectuales org¨¢nicos. Si la oposici¨®n pol¨ªtica act¨²a como tal durante la legislatura la acusan de "politizar" los asuntos y, si se convocan elecciones, de pensar en clave electoral.
No menos conmovedora resulta la preocupaci¨®n mostrada por el supuesto abandono que los socialistas hacen del centro pol¨ªtico y la presunta renuncia de IU a las aut¨¦nticas esencias de la aut¨¦ntica izquierda, seg¨²n la definici¨®n que de ¨¦sta y de aqu¨¦llas hacen la derecha y sus corifeos medi¨¢ticos. Nunca he visto a nadie, sea un opositor o un empresario, lamentar con tal vehemencia las equivocaciones y fallos de sus competidores. As¨ª es que o estamos ante un ins¨®lito caso de bondad innata y generalizada o, m¨¢s bien, ante una inequ¨ªvoca se?al del verdadero alcance de su confusi¨®n y p¨¢nico.
P¨¢nico motivado, entre otras cosas, por la convicci¨®n de haber llegado a un techo electoral imposible de superar. Aznar, parafraseando a Lenin, podr¨ªa exclamar "a mi derecha, el vac¨ªo". En otras palabras, el PP no es un partido de extrema derecha, pero toda la extrema derecha est¨¢ con el PP. Junto con la derecha integrista y confesional, la derecha moderada y respetabil¨ªsima, la liberal enrag¨¦, e incluso algunos que otros antiguos miembros de la extrema izquierda a los que agradecer¨ªamos simplemente -no es mucho pedir- que tuviesen con los que hemos cambiado muy poco nuestras convicciones socialdemocr¨¢tas en los ¨²ltimos 20 o 30 a?os el mismo respeto que manifestamos hacia quienes, como ellos mismos, o como el exfalangista Aznar, sin ir m¨¢s lejos, han mudado por completo y radicalmente de opini¨®n. As¨ª pues, la coalici¨®n de la derecha plural espa?ola, que comienza a aglutinar Fraga con los residuos del franquismo y que no se acerca a la Constituci¨®n hasta que all¨ª la lleva Hern¨¢ndez Mancha, se organiza en clave electoral bajo las siglas del PP y, con sus 156 diputados, nos ha gobernado en los ¨²ltimos cuatro a?os gracias a un acuerdo poselectoral con otra derecha, la nacionalista catalana de CiU que, hoy por hoy, guarda un discret¨ªsimo silencio sobre sus futuras intenciones parlamentarias y que, por supuesto, jam¨¢s llegar¨¢ a ning¨²n acuerdo program¨¢tico de gobierno e investidura, p¨²blico, expl¨ªcito y preelectoral, con el PP, y menos ahora cuando la lluvia fina de los populares austr¨ªacos anega Europa. Marx (Groucho) dej¨® muy claro que jam¨¢s pertenecer¨ªa a un club que admitiese a gente como ¨¦l. Aznar deber¨ªa tambi¨¦n dejar muy clara su postura en este caso y no basta con las ret¨®ricas condenas. O expulsi¨®n de los populares austr¨ªacos, o abandono inmediato por parte del PP de su grupo europeo. No hay m¨¢s alternativas, a no ser la complicidad disfrazada de prudencia.
En definitiva, ¨¦sta es la derecha plural espa?ola que se escandaliza ante el hecho de que las dos fuerzas pol¨ªticas mayoritarias de la izquierda espa?ola hayan superado el narcisismo de sus diferencias, que siguen existiendo -significativas e importantes pero expl¨ªcitas- para alcanzar, manteniendo sus propias identidades, un concreto acuerdo preelectoral de gobierno, hecho ins¨®lito en nuestra reciente democracia, que ofrece a la ciudadan¨ªa con toda claridad y, repito, antes de las elecciones, las l¨ªneas de su futura actuaci¨®n gubernativa. Aqu¨ª no hay trampa ni cart¨®n, ni nadie viajar¨¢ urgentemente a Barcelona, como Rato en 1996, a comprar votos a cualquier precio, generando una peligrosa din¨¢mica de agravios comparativos y rompiendo el sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. Di¨¢logos con otras fuerzas pol¨ªticas despu¨¦s del 12 de marzo, los que sean necesarios. Acuerdos, los que sean posibles a partir de que el contenido de los once apartados que integran el pacto de progreso firmado ayer es inamovible ?Puede el PP, aqu¨ª y ahora, comprometerse ante el electorado de igual forma? ?Con qui¨¦n? ?Qu¨¦ centro pol¨ªtico ocupa quien se encuentra tan aislado que no puede pactar -mas que, en todo caso, posterior y vergonzantemente- con ninguna fuerza del arco parlamentario?
Y esto nos devuelve al presunto abandono del centro por parte de los socialistas al pactar con IU. Quienes en las alforjas de su ideario no poseen gran cosa m¨¢s all¨¢ de la inanidad centrista nominal parece que tienden a identificar, casi f¨ªsicamente, la ubicaci¨®n del centro pol¨ªtico y son por tanto capaces de medir hasta la menor desviaci¨®n respecto al mismo. En pol¨ªtica, habr¨¢ que repetirlo una vez m¨¢s, el centro nunca es un punto de partida sino de llegada. El centro se alcanza cuando, desde las propias posiciones iniciales y sin renunciar a ellas, se gobierna en clave no estrictamente partidaria, cuando desde la honestidad de unos principios claros y establecidos se comprende que gobernar es gobernar para todos, te hayan votado o no. ?Puede entonces calificarse de centrista la actuaci¨®n del gobierno popular en estos a?os? Mi respuesta es que nada m¨¢s alejado del centro, entendido como esta actitud que comporta el respeto por el adversario, por el pluralismo pol¨ªtico, por la tolerancia en suma, que el PP, su conducta y su talante.
Segundo Bru es candidato del PSOE al Senado por Valencia.
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