La desgana en el Bar?a
Una vez que el marcador ha dejado sin palabra al entrenador, no queda m¨¢s remedio que pedir explicaciones a la plantilla del porqu¨¦ de la derrota. Y por lo que dicen los futbolistas, el Bar?a es v¨ªctima de la desgana, el mismo mal que afecta a la hinchada, cada vez m¨¢s indiferente a lo que le sucede al equipo. La fatiga ha llegado a tal extremo que la gent blaugrana est¨¢ ya harta de estar harta. Ninguno de los futbolistas azulgrana que actuaron ante el Alav¨¦s ha dicho haberse sentido rid¨ªculo, ni ha hecho una declaraci¨®n de intenciones, ni ha pedido comprensi¨®n. La mayor¨ªa coincide en que les falt¨® agresividad. La plantilla se ha vuelto muy d¨®cil.Puede ser que los contratos millonarios -por norma garantizados y faltos de incentivos que regulen la competitividad- y un curr¨ªculo completo hayan propiciado la mansedumbre del vestuario. Hay, sin embargo, otros factores que han incidido en el acomodamiento y que afectan especialmente a Van Gaal.
La naturaleza de la plantilla no propicia precisamente la autocr¨ªtica o el compromiso con la instituci¨®n. La historia asegura que en situaciones de crisis los clubes acostumbran a tirar de los futbolistas del pa¨ªs, no por xenofobia, sino porque tienen un sentido del v¨ªnculo m¨¢s grande que el de los extranjeros, aunque sea s¨®lo por identificaci¨®n con unos colores. El entrenador no ha ayudado para nada al equilibrio, sino que ha incidido en un asunto muy debatido: Van Gaal es de los t¨¦cnicos que piensan que al futbolista espa?ol le sobra descaro y le falta disciplina.
La disciplina t¨¢ctica ha favorecido el fichaje de holandeses sobre todo porque son capaces de asumir las decisiones del entrenador. Van Gaal no repara en que no es lo mismo sustituir a Bogarde que a Abelardo, porque uno no siente nada y el otro interpreta el cambio como una falta de confianza. Las ordenanzas del t¨¦cnico han acabado por domesticar al equipo hasta extremos de dif¨ªcil comprensi¨®n.
Guardiola fue relegado a la suplencia no s¨®lo por su estado de forma, sino tambi¨¦n porque era capaz de dar vida a un partido por s¨ª solo. Y en el mal momento de Rivaldo hay tambi¨¦n un acto de rendici¨®n, claudicaci¨®n o como se quiera llamar, consecuencia de haber asumido el principio de autoridad del entrenador. El brasile?o ha perdido espontaneidad. Anton Maria Espadaler, profesor de literatura medieval, lo ha resumido en una frase: Rivaldo hace ahora de Van Gaal.
La domesticaci¨®n afecta tanto a los que no juegan por rebelarse contra la libreta del entrenador como a los que se alinean cada domingo por obedecerle. Incluso Xavi, un medio centro, parece hoy asustadizo. Llegados a este extremo, ya s¨®lo queda Figo, el ¨²ltimo futbolista que re¨²ne todos los requisitos que le faltan al equipo en cuanto depositario de distintas culturas futbol¨ªsticas que han coincidido en el Bar?a: ambici¨®n personal, compromiso con el club y sentido de la solidaridad. Frente a la desgana general, Figo afronta cada partido como si fuera el ¨²ltimo de su vida.
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