Un catedr¨¢tico acus¨® al gobierno local de "segregar" a los inmigrantes en un congreso europeo en 1995
La explosi¨®n de violencia xen¨®foba en El Ejido y la actitud del alcalde Juan Enciso, del PP, no han sorprendido a Ubaldo Mart¨ªnez Veiga, catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. En octubre de 1995 ya denunci¨® en un seminario europeo celebrado en Barcelona la deliberada pol¨ªtica de "segregaci¨®n" de los inmigrantes practicada por las autoridades locales y la compar¨® con el apartheid surafricano.Las conclusiones del seminario sobre Vivienda e Integraci¨®n Social de los Inmigrantes han sido publicadas por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. La ponencia de Mart¨ªnez Veiga, que realiz¨® un trabajo de campo de tres meses en Almer¨ªa, dedica un apartado especial a la situaci¨®n de El Ejido.
"En El Ejido", escribe, "la mayor¨ªa pr¨¢cticamente absoluta de los inmigrantes vive fuera del pueblo, en los cortijos cerca de los campos de cultivo. Aunque desde el punto de vista general de Andaluc¨ªa este fen¨®meno ha intentado paliarse, en este caso no se ha obtenido ning¨²n ¨¦xito". El catedr¨¢tico recuerda que la Junta lleg¨® a un acuerdo con la compa?¨ªa Mapfre y la Federaci¨®n de Asociaciones de Vecinos para asegurar gratuitamente a los propietarios que alquilasen viviendas a los inmigrantes frente a posibles destrozos e impagos. Se trataba de vencer los recelos de los arrendadores de casas. Pero nunca se aplic¨® en El Ejido, pese a las evidentes necesidades.
"En este caso se produce un at¨¦ntico apartheid con respecto a los inmigrantes", agrega. "En contraposici¨®n a otros lugares de la zona en donde los cortijos son casas aisladas, en El Ejido est¨¢n agrupados en 4 ¨® 5 casas o m¨¢s. Esta agrupaci¨®n hace que la situaci¨®n de segregaci¨®n espacial que se produce se parezca bastante a la que se daba hasta hace poco en Sur¨¢frica con los famosos bantustanes".
Pero ello, subraya, "no es fruto de un proceso estructural, inconsciente para los actores sociales, sino que se trata de un fen¨®meno perfectamente consciente y que es producido por unos agentes determinados".
Dichos agentes, explica luego, est¨¢n encabezados por el propio alcalde. Para ilustrar su afirmaci¨®n, relata un incidente sucedido en abril de 1995.
Desalojo de la Casa Blanca
Unos 80 inmigrantes ocupaban una vivienda propiedad del Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA) en el barrio de San Agust¨ªn, denominada la Casa Blanca, pagando el alquiler a un vecino cuyos derechos resultaban m¨¢s que dudosos.
"Lo llamativo es que, en el momento en que el propietario deja de cobrar la renta, interviene el alcalde, que decide desalojar la casa y para ello hace que la polic¨ªa municipal entre y obligue por la fuerza a que los inmigrantes la abandonen", a?ade.
Las razones esgrimidas para el desalojo alud¨ªan a las condiciones higi¨¦nicas del inmueble pero ¨¦stas, seg¨²n sostiene Mart¨ªnez Veiga tras analizar el informe t¨¦cnico, eran "bastante mejores" que las de la mayor¨ªa de los cortijos, en los que hab¨ªa adem¨¢s "mayor grado de hacinamiento". Los inmigrantes se refugiaron en una iglesia, hasta que el lanzamiento de dos c¨®cteles molotov -que el ayuntamiento atribuy¨® a "peleas entre los propios inmigrantes"- les oblig¨® tambi¨¦n a abandonarla.
Tras arreglar el edificio, el alcalde se neg¨® a que volvieran a utilizarlo los inmigrantes, como reclamaba el delegado de Gobernaci¨®n de la Junta, y propuso que se alojasen en los cortijos, junto a los invernaderos, pues as¨ª estar¨ªan "m¨¢s cerca de su trabajo" y no tendr¨ªan que "gastar en transporte". "No parece del todo exagerado interpretar la expulsi¨®n de los inmigrantes de la Casa Blanca como una expulsi¨®n de aquellos que se hab¨ªan atrevido a habitar en el centro de la villa y una manera de colocarlos en su sitio, en la periferia, en los cortijos", concluye Mart¨ªnez Veiga.
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