Atlas ling¨¹¨ªsticos
Va para un siglo en que los ling¨¹istas descubrieron que la lengua se estudiaba verticalmente, y sali¨® el prodigio al que llamamos gram¨¢tica hist¨®rica, historia de la lengua o disciplinas afines. Pero un d¨ªa se descubri¨® que la lengua se pod¨ªa estudiar horizontalmente: fue lo que se llam¨® geograf¨ªa ling¨¹¨ªstica. La visi¨®n horizontal permiti¨® conocer los hechos de lengua con una claridad deslumbradora. Aquellos resultados quedaban fijados en mapas y, l¨®gicamente, el conjunto era un atlas ling¨¹¨ªstico. Pero, tras mucho dar vueltas a las cosas, se vio que lo mejor era proyectar cada fen¨®meno fon¨¦tico o cada palabra en un mapa independiente: casa, reques¨®n o aguaderas. La guerra frustr¨® lo que hubiera podido ser una imagen ling¨¹¨ªstica de la Pen¨ªnsula, pero los restos que se salvaron no serv¨ªan para mucho y la gente de mis a?os pens¨® en que hab¨ªa que empezar por el principio.Cuando fui a Granada en Granada no hab¨ªa libros. De mi especialidad, ninguno. Entonces decid¨ª trabajar donde pod¨ªa hacerlo sin recursos bibliogr¨¢ficos y decid¨ª irme al campo. Redact¨¦ un cuestionario de 2.146 preguntas que afectaban a todos los hechos de la lengua. Seleccion¨¦ un punto por cada cuatro n¨²cleos de poblaci¨®n y no exclu¨ª los grandes n¨²cleos urbanos. Ten¨ªa, pues, unos 265 puntos seleccionados a los que deb¨ªa atender. L¨®gicamente, las cuestiones del mar s¨®lo se investigaron en las costas: obtuvimos bastante m¨¢s de medio mill¨®n de formas que son las que cartografiamos en 1.900 mapas. Cada cuesti¨®n ocupa uno de ellos y miles y miles de notas acompa?an a esa inmensidad de materiales. Esto en cuanto a la ling¨¹¨ªstica. Nos queda la etnograf¨ªa: hicimos m¨¢s de 8.000 fotograf¨ªas y los dibujos que ilustran estas parcelas de saber cuentan por centenares.
El atlas -?voy a contar sacrificios?- se hizo. Los trabajos de campo son obra de Gregorio Salvador, Antonio Llorente y m¨ªa. La elaboraci¨®n de los materiales de Llorente y Alvar. As¨ª salieron los seis tomos de la obra y as¨ª aparecieron articulados ese m¨¢s de medio mill¨®n de formas. Sali¨® modestamente y sirvi¨® de modelo al Atlas de Colombia, y pronto se agot¨®. Un antiguo compa?ero m¨ªo de Granada (Antonio Pascual Acosta) dispuso de la segunda edici¨®n de la obra. Fue una edici¨®n facsimilar, mucho m¨¢s rica que la anterior: desde 1961 a 1995 hab¨ªan pasado muchas cosas y el trabajo de un modesto seminario provinciano se proyect¨® en los 12 tomos de Arag¨®n, Navarra y Rioja; en los tres de las Islas Canarias; en los tres de Castilla y Le¨®n; en los dos de Cantabria; en los cuatro de los marineros peninsulares... Cuando leas esta columna, estar¨¢ en la calle el de los Estados Unidos; en 2000 ver¨¢n la luz los de la Rep¨²blica Dominicana, Venezuela y Paraguay. Est¨¢n listos lo de M¨¦jico, Argentina, Uruguay y Chile.
Hab¨ªamos empezado en Andaluc¨ªa y, una vez m¨¢s, Andaluc¨ªa fue f¨¦rtil para alumbrar. Hoy veo que aquello, que tan modestamente se empez¨® en 1952, medio siglo despu¨¦s es una riqueza abrumadora, y, aunque ya no lo ver¨¦, es el fruto de mi gran esperanza.
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