Lavar, zurcir y planchar ORIOL BOHIGAS
El urbanismo barcelon¨¦s contempor¨¢neo, sin necesidad de cambiar de m¨¦todo, ha seguido una evoluci¨®n de acuerdo con sus propias posibilidades, con la experiencia profesional acumulada y, sobre todo, con las decisiones pol¨ªticas sucesivas. En el a?o 1980, el alcalde Narc¨ªs Serra explicaba que las primeras operaciones urbanas deb¨ªan consistir en zurcir los desgarros urbanos que hab¨ªamos heredado del franquismo para reconstruir la coherencia y la continuidad de la ciudad y para resolver los urgentes problemas de cada barrio, de cada plaza, de cada calle, con proyectos puntuales priorizados seg¨²n su propia factibilidad. Muy pronto lleg¨® la ocasi¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos y la escala de las intervenciones aument¨® considerablemente, aunque el m¨¦todo en esencia sigui¨® siendo el mismo. Ya no hab¨ªa que zurcir, sino componer trozos enteros del tejido que se a?ad¨ªan a la vestimenta ya zurcida, lavada y planchada y convertirla as¨ª en un traje nuevo de primera mano. Despu¨¦s de los Juegos Ol¨ªmpicos las propuestas -o las promesas- de alcance metropolitano y de gran envergadura dimensional han pasado al primer plano y aunque con ello el modelo metodol¨®gico quiz¨¢ ha empezado a crujir, en la conciencia colectiva y en la realidad de los proyectos sigue permaneciendo la idea de un urbanismo basado en los proyectos urbanos. Pero empiezan a ser preocupantes algunos s¨ªntomas de reducci¨®n de las tareas a peque?a escala. Es posible que Barcelona, al preocuparse prioritariamente de las grandes operaciones -algunas de ellas con hip¨®tesis todav¨ªa poco claras: alta velocidad, aeropuerto, puerto, metro, Diagonal-Mar, F¨°rum 2004, Sagrera, etc¨¦tera-, empiece a olvidar la mirada hacia la peque?a escala -lavar, zurcir y planchar- y dentro de poco nos encontremos con una ciudad con nuevas infraestructuras pero aparentemente sucia, deshilachada y arrugada.Esta preocupaci¨®n empieza a ser generalizada. Nadie duda de la necesidad de las grandes operaciones estructurales porque, evidentemente, son indispensables e incluso urgentes. Pero su gesti¨®n no tiene por qu¨¦ implicar la desatenci¨®n de otros temas m¨¢s peque?os y m¨¢s cercanos a la vida cotidiana de los ciudadanos: la limpieza, la seguridad, la reconstrucci¨®n de la vivienda en la ciudad central, las basuras, la publicidad, los pavimentos, el mantenimiento del espacio p¨²blico, la recuperaci¨®n de sectores obsoletos, etc¨¦tera. Dentro de esta escala se pueden clasificar muchos subsectores de diferente especie, desde los que tienen un proceso m¨¢s bien social hasta los que se refieren a la rehabilitaci¨®n y reconstrucci¨®n puntual a peque?¨ªsima escala.
Hace pocos d¨ªas he tenido ocasi¨®n de ver un trabajo muy interesante hecho por un grupo de arquitectos muy j¨®venes con algunos estudiantes de arquitectura, bajo la batuta de ?lex Jim¨¦nez, que consist¨ªa en un an¨¢lisis de una parte del distrito de Ciutat Vella. En ¨¦l se indicaban cerca de un centenar de puntos conflictivos -desde la suciedad hasta la est¨¦tica puntual, desde el arreglo de una medianera hasta el descubrimiento de un jard¨ªn colgante, desde unos pavimentos maltrechos hasta unos procesos de peatonalizaci¨®n- como base para proponer soluciones con una inversi¨®n muy peque?a y con una gesti¨®n relativamente f¨¢cil. Este estudio me parece de una importancia capital por dos razones: porque ofrece una reflexi¨®n interesant¨ªsima sobre la concreta situaci¨®n f¨ªsica del casco antiguo y porque plantea la vigencia del m¨¦todo proyectual de microcirug¨ªa, que est¨¢ en peligro de ser demasiado olvidado, y porque demuestra la eficacia de las peque?as inversiones aplicadas a detalles f¨¢ciles de mejorar y que, en conjunto, conforman la exigencia de urbanidad y de convivencia confortable e incluso en ciertos aspectos pedag¨®gicos.
Ya s¨¦ que quiz¨¢ los problemas m¨¢s importantes del Casco Antiguo no sean ¨¦stos. Los problemas sociales son mucho m¨¢s importantes, por ejemplo. O lo son los de vialidad, los del control de usos, etc¨¦tera. Pero la posible jerarqu¨ªa no obliga a olvidar los otros temas, sobre todo cuando son de f¨¢cil actuaci¨®n. Creo que la labor que est¨¢ haciendo ese grupo de j¨®venes arquitectos podr¨¢ ser un elemento de reflexi¨®n sobre las distintas escalas de actuaci¨®n urban¨ªstica que corresponden al Ayuntamiento y sobre los diversos caminos de participaci¨®n de los ciudadanos en las soluciones urbanas que les afectan m¨¢s directamente. Y puede ser un nuevo instrumento para encauzar eficazmente esa actuaci¨®n, aceptando proyectos no demasiado limitados a la tarea diaria de las estructuras estables de la Administraci¨®n.
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