Todos hormigas JOSEP RAMONEDA
Desde que se hizo p¨²blica la alianza Telef¨®nica-BBVA hemos o¨ªdo las m¨¢s contradictorias versiones. Desde la prensa progubernamental se fabric¨® la tragicomedia de la traici¨®n. Villalonga, el arribista sin escr¨²pulos, se convert¨ªa en el monstruo que atrapaba en su laberinto a su amigo y protector, en una demostraci¨®n de que los buenos sentimientos se volatilizan en la misma proporci¨®n en que el patrimonio de cada uno crece. Villalonga se arrimaba, seg¨²n este relato, al BBVA para protegerse del fuego purificador del ¨¢ngel bueno, escandalizado por el exhibicionismo del dinero de las stock options. Una entrevista del presidente de Telef¨®nica con Felipe Gonz¨¢lez daba el morbo necesario. Aznar era una vez m¨¢s la virgen despechada que permanec¨ªa firme e imp¨¢vida en la defensa del bien.Cuando el dios mercado premi¨® al BBVA empezaron otros relatos. Los beneficiarios ser¨ªan el banco y el Gobierno (o una parte de ¨¦l) m¨¢s que la compa?¨ªa. Al fin y al cabo, el otro Gonz¨¢lez, Francisco, el de Argentaria, es un hombre de Rato. Algunos insin¨²an que los espectaculares juegos financieros de Villalonga no se corresponden con la realidad organizativa de Telef¨®nica y que el BBVA tendr¨ªa la misi¨®n de poner orden en la casa. ?Y despu¨¦s? "Banquero no hay m¨¢s que uno y a ti te encontr¨¦ en la calle". De una versi¨®n a otra s¨®lo hay acuerdo en un punto: la operaci¨®n tiene trastienda pol¨ªtica.
Lo aconsejable es apostar por los datos objetivos: a Villalonga y Francisco Gonz¨¢lez les nombr¨® el Gobierno, aunque uno sintonizara con Aznar y el otro con Rato; el Gobierno ha trabajado con tenacidad en la creaci¨®n de una oligarqu¨ªa tecno-econ¨®mica af¨ªn a la familia popular a trav¨¦s de un proceso de privatizaci¨®n con t¨¦cnicas del m¨¢s puro leninismo, y estamos ante una concentraci¨®n de poder econ¨®mico y medi¨¢tico de una envergadura que, a escala espa?ola, desaf¨ªa todo equilibrio. Pujol ha dicho que por esta v¨ªa pronto seremos todos hormigas. Aunque a ¨¦l le preocupe que no consta que las hormigas tengan patria, estaremos de acuerdo en que no tienen democracia ni libertades.
Se dice que para analizar este acontecimiento hay que formularse algunas cuestiones: ?Qu¨¦ responsabilidad tiene el poder pol¨ªtico en estos procesos de concentraci¨®n? ?Qu¨¦ beneficio produce el acuerdo a las dos partes? ?En qu¨¦ mejora la capacidad de estas empresas para competir en la nueva sociedad globalizada? De momento, el debate parece haberse encallado en la primera cuesti¨®n, lo cual es explicable por la permanente contaminaci¨®n entre pol¨ªtica y dinero que en este pa¨ªs ha alcanzado ya los umbrales de la asfixia ambiental. Pero, como efecto de esta contaminaci¨®n, queda en segundo plano la pregunta que, desde la pol¨ªtica, deber¨ªa ser principal: por este camino, ?qu¨¦ ser¨¢ de la democracia y de las libertades?
No vamos a insistir en las dificultades de la pol¨ªtica para avanzar en el cambio de escala que a ritmo acelerado est¨¢ haciendo el poder econ¨®mico. Pero impera el embobamiento ante el globalismo: como si estuvi¨¦ramos ante una l¨®gica de la naturaleza frente a la cual no queda otra opci¨®n que resistir o ser c¨®mplice. Los ciudadanos delegan su voz a trav¨¦s de la representaci¨®n pol¨ªtica para que se ponga l¨ªmites al abuso de poder y posici¨®n. Se encuentran con la complicidad o la impotencia de los gobernantes. ?Por qu¨¦ no se utilizan todos los mecanismos legales existentes? El Gobierno abre dos expedientes. Habi¨¦ndose privatizado del modo que se ha hecho, ?se puede pensar que van a llegar a alguna parte? La oposici¨®n pone el grito en el cielo. Tiene una campa?a por delante para explicar c¨®mo defender¨ªa a la democracia de las superconcentraciones en sectores estrat¨¦gicos y medios de comunicaci¨®n.
Todo lo que es eficiente econ¨®micamente es bueno. Mientras haya libertad para el dinero lo dem¨¢s es irrelevante. Este mensaje de la ideolog¨ªa dominante est¨¢ haciendo mella. El doctrinarismo neoliberal empez¨® a reexpandir este discurso cuando fue a echar una mano al Chile de Pinochet. Y cundi¨®. Al fin y al cabo, dicen, la libertad es un lujo para quienes puedan pag¨¢rselo. Por este camino, tiene raz¨®n Pujol: todos hormigas. Menos unos cuantos, por supuesto.
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