La contaminaci¨®n est¨¦tica VICENTE VERD?
Con la representaci¨®n art¨ªstica pasa como con la actual representaci¨®n democr¨¢tica: todo el mundo sabe que sus reales presupuestos han muerto, pero se sigue actuando como si existieran. En la consideraci¨®n del arte institucional, en los comentarios sobre Arco, por ejemplo, se contin¨²a una inercia que incluso mejora el ¨¦xito de la edici¨®n anterior, pero se trata s¨®lo del eco de una voz muerta. El arte sigue circulando hoy, como siguen andando los patos a quienes se les ha seccionado la cabeza, o como contin¨²an luciendo las estrellas siglos despu¨¦s de su defunci¨®n. En realidad, nada m¨¢s antiguo que una feria de arte al estilo de la que acaba de clausurarse en Madrid. Hace a?os que los cr¨ªticos subrayan la falta de novedad en la muestra, la carencia de nuevas salidas o los desesperantes s¨ªntomas de repetici¨®n y agotamiento. S¨®lo les queda por decir que la reiteraci¨®n, el ya visto, se corresponde con la condici¨®n propia de un organismo yerto: neutralizado, de un lado, por las nuevas tecnolog¨ªas medi¨¢ticas y anulado, de otro, por la contaminaci¨®n est¨¦tica de la sociedad.Las actuales tecnolog¨ªas de distribuci¨®n y reproducci¨®n han barrido el aura de la obra ¨²nica, el fulgor de la obra inconfundible, localizada en un punto del espacio, sagrada y fechada en su originalidad. El cine o la fotograf¨ªa fueron las primeras modalidades art¨ªsticas que pusieron en cuesti¨®n aquella divina separaci¨®n entre original y la copia, quienes negaron la unicidad y su ascendencia exclusiva.Pero ahora, adem¨¢s, el net-ar, el arte en Internet, crea el fen¨®meno de utilizar un soporte por naturaleza com¨²n, inseparable de la producci¨®n misma y de su difusi¨®n en masa. Los pintores hab¨ªan vivido esta experiencia cuando concibieron una obra para ser propagada por las revistas, como ha hecho recientemente este diario u otros en sus suplementos dominicales. La obra ofrecida en esas p¨¢ginas no era una reproducci¨®n de algo, con sus obvias deficiencias, sino la obra misma, pensada para ser as¨ª. De igual manera, el net-art trasforma el sentido del arte contempor¨¢neo, puesto que todo lo que se haga ya, incluso fuera de la red, se ve afectado por la realidad que convierte en anacr¨®nica y fallida la tentativa de enaltecer la obra ¨²nica y su pretensi¨®n de brindar un oas¨ªs de disfrute est¨¦tico a la sociedad.
Precisamente, y ¨¦ste es el segundo factor importante, la sociedad entera se encuentra hoy estetizada. Los objetos, los edificios, los interiores, los estadios, los hoteles, las se?alizaciones de las calles y las estaciones, los espacios de los aeropuertos, los lavabos p¨²blicos, los platos combinados, las paradas de autobuses, las revistas, las ropas, las cafeter¨ªas, los centros comerciales, los hospitales, todo se encuentra estetizado. Uno de los fen¨®menos m¨¢s caracter¨ªsticos de nuestro tiempo consiste precisamente en esta extensi¨®n de la est¨¦tica a nuestro entorno y a nuestros mismos modos de ser. La televisi¨®n, la publicidad, los medios de masas en general, han cubierto la superficie social de una piel dise?ada que nos conduce, sin costuras, desde un punto a otro de la experiencia.
El arte, antes, se erig¨ªa como una alternativa de disfrute a la mediocridad de la vida cotidiana; pero ahora ?c¨®mo distinguir entre un decorador, un animador, un pintor y un dise?ador en la cinta contin¨²a de las incontables emociones visuales? La sucesi¨®n de las obras de una feria de arte, al estilo de Arco, se revelan como una secuencia de im¨¢genes encadenables al sistema est¨¦tico de la vida actual. Que una de esas obras sea eximia, se tenga por cara o car¨ªsima porque sea especialmente ¨²nica, pierde sentido ante la demoledora e ir¨®nica posibilidad de su copia f¨¢cil, simult¨¢nea, perfecta e indistinguible. Ni la obra puede ya atribuirse por tanto su antigua condici¨®n sacral, ni a la funci¨®n del artista le corresponde la tradicional demiurgia divina. Como los profesionales en otros oficios, el artista es ya un productor m¨¢s; deja de ser el hombre-dios de tiempos remotos para convertirse en el laico productor de belleza, al lado de otros, fot¨®grafos, dise?adores, arquitectos, directores de cine, que hoy colaboran en el est¨¦tico espect¨¢culo de lo social.
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