Capirotes
A ver, que levante la mano aquel que sepa qui¨¦n manda en Sevilla. Una mano veo que se levanta al fondo y dice: el se?or Benjumea. Otra hay por aqu¨ª delante que asegura que manda much¨ªsimo Isidoro Beneroso. Otra mano al cielo se?ala que aqu¨ª hace y deshace a su antojo un tal Lopera. Por ah¨ª veo una mano firme y convencida que se?ala a tito Lele. Fr¨ªo, fr¨ªo, fr¨ªo.No est¨¢ fina la audiencia midiendo el share de poder de esta ciudad. ?Qui¨¦n manda aqu¨ª? No lo duden ni un momento. Aqu¨ª manda el Consejo de Cofrad¨ªas, ese organismo aut¨®nomo a mitad de camino entre la junta directiva de un casinillo de pueblo y una convenci¨®n local de priostes. Esa gente s¨ª que manda en Sevilla. Y si no que se lo pregunten al puente de Triana, a la Estrella y al gasto a?adido para que las obras estuvieran a tiempo.
Un ejemplo del cesarismo del Consejo lo hemos vivido d¨ªas atr¨¢s. Ha sido el caso de ese delegado de Fiestas Mayores, Juan Ortega, que manifest¨® su negativa a prologar el preg¨®n de la Semana Santa, al entender que en ese fasto no debe de entrar la pol¨ªtica, quiz¨¢ porque en buena sinton¨ªa con la raz¨®n Ortega entendiese que pol¨ªtica y religi¨®n no deben caminar juntas, cogidas de la mano y bajo palio. Y mucho menos en una sociedad laica por definici¨®n, aunque amante de sus tradiciones religiosas. El Consejo se ajust¨® el costal, apret¨® los ri?ones y levant¨® a pulso el debate ciudadano para, de una chicot¨¢ medi¨¢tica, dejar a Ortega a los pies de los caballos de Santa Catalina y obligarle a decir digo donde d¨ªas antes dijo Diego. Ortega ha rectificado su buen criterio de origen para caer en los brazos de la impiedad cesarista de este Consejo que manda en Sevilla lo que no hay en los escritos. Ortega prologar¨¢ el preg¨®n. Y si no lo hace con las bocinas del Gran Poder ser¨¢ porque al se?or R¨ªos no se le habr¨¢ ocurrido.
As¨ª es el poder municipal que tenemos en Sevilla. Un poder que deja secuestrar su voluntad m¨¢s democr¨¢tica por un casinillo de priostes que se empe?a en darle respaldo institucional a un acto propio. Cu¨¢nto capirote para tan poca raz¨®n. Al fin y al cabo ellos tienen la patente de la sevillan¨ªa.
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