El miedo al inmigrante ANT?N COSTAS
Los sucesos de El Ejido han sorprendido a la sociedad espa?ola y le han hecho ver que la existencia de guetos, la intolerancia y el racismo no es cosa de otros pa¨ªses, sino una realidad muy pr¨®xima. Est¨¢ en El Ejido, en Terrassa, en Girona o en Madrid. Es decir, est¨¢ all¨ª donde exista el otro. Y no se deber¨ªa ser demasiado optimista con respecto a la capacidad de acogida de la poblaci¨®n aut¨®ctona para desarrollar, si no una convivencia plena, s¨ª al menos una fuerte tolerancia con esa realidad.Espa?a es el pa¨ªs de la Uni¨®n Europea con menor n¨²mero de inmigrantes: un 1,5% de la poblaci¨®n total, frente al 7% de Francia, el 9% de Alemania y el 10% de Austria. Pero eso no significa que el margen para la tolerancia frente a la inmigraci¨®n sea mayor en nuestro caso. Por el contrario, puede ocurrir f¨¢cilmente que el miedo al inmigrante sea m¨¢s r¨¢pido, visceral e irracional aqu¨ª que en otros lugares donde la presencia de emigrantes ha sido un proceso gradual y adem¨¢s se produjo en ¨¦pocas donde las econom¨ªas creaban m¨¢s empleo y las tasas de paro eran bajas o inexistentes. Ahora, por el contrario, existen importantes bolsas de trabajadores aut¨®ctonos parados. Esta situaci¨®n es la que, de forma irracional pero f¨¢cil, puede fomentar la percepci¨®n de que los inmigrantes quitan empleo a los trabajadores nacionales. Que esto ocurra no depende de que el porcentaje de inmigrantes sea bajo, sino de la percepci¨®n que se tenga sobre c¨®mo est¨¢ evolucionando su tasa crecimiento.
Queramos o no, los flujos migratorios hacia Espa?a aumentar¨¢n en los pr¨®ximos a?os. Por un lado, porque necesitaremos m¨¢s inmigrantes, tanto para atender a las necesidades de puestos de trabajo que no son cubiertos por trabajadores nativos como para rejuvenecer nuestro sistema de Seguridad Social, basado en el reparto desde los activos a los jubilados. Por otro, porque las fuerzas que impulsan esos flujos desde los pa¨ªses de origen seguir¨¢n actuando. Alg¨²n control se puede y se tendr¨¢ que ejercer, pero tratar de evitar esos flujos es como querer poner puertas al campo. La mayor parte de los ilegales no entran en pateras o saltando verjas, entran como turistas que despu¨¦s prolongan su estancia. Y frente a esto poco se puede hacer.
Pero debemos ser muy conscientes de que la primera l¨ªnea donde se juega el ¨¦xito de la inmigraci¨®n es el mercado de trabajo. Desde este punto de vista, los inmigrantes pueden significar una nueva fuente de riqueza, a la vez muy productiva y barata, para los pa¨ªses que los acogen. Acostumbran a estar en la edad de mayor capacidad de trabajo y, por otro lado, vienen con un capital humano en formaci¨®n que el pa¨ªs receptor no ha pagado, pero del que se aprovecha. Por eso hace falta desarrollar una pol¨ªtica informativa y de persuasi¨®n hacia la opini¨®n p¨²blica, los trabajadores nacionales y los sindicatos orientada a poner de relieve que los inmigrantes no quitan empleo, sino que por el contrario ocupan empleos que los nacionales no est¨¢n dispuestos a cubrir y, por otro lado, ayudan al sostenimiento futuro de las pensiones de jubilaci¨®n basadas en el sistema de reparto. Pero para que eso ocurra es necesario legalizar econ¨®micamente a los inmigrantes, incorpor¨¢ndolos a todos los mecanismos del mercado de trabajo, de la Seguridad Social y del sistema impositivo.
Tal vez las reflexiones econ¨®micas son la parte menos relevante del problema que plantea la inmigraci¨®n. Pero las dificultades para la integraci¨®n, la formaci¨®n de guetos, el racismo o los brotes de violencia son cuestiones que no se solucionan s¨®lo con llamamientos morales y exhortaciones a la tolerancia. El hecho de que los comportamientos racistas sean inaceptables en una sociedad libre, democr¨¢tica y solidaria, o que el miedo al emigrante sea irracional desde el punto de vista de los intereses de la econom¨ªa nacional, no significa que no se puedan volver a producir. Por eso, hay que preparar con tiempo una pol¨ªtica inmigratoria consciente. Es decir, una pol¨ªtica que no impida sino que ordene el caudal de inmigrantes e influya en su selecci¨®n, a la vez que pone en marcha los mecanismos necesarios para lograr la incorporaci¨®n de los inmigrantes a la vida econ¨®mica, social, pol¨ªtica y cultural del pa¨ªs que les acoge.
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