Anthony Minghella ve en Tom Ripley la encarnaci¨®n de las angustias del siglo XX El director de 'El paciente ingl¨¦s' presenta una nueva versi¨®n de la obra de Patricia Highsmith
Cuando Anthony Minghella, oscarizado director brit¨¢nico por El paciente ingl¨¦s, le dijo a Sidney Pollack que s¨ª llevar¨ªa El talento de Mr. Ripley al cine, lo hizo entusiasmado por la idea de desnudar a un personaje amoral, angustiado, capaz de amar, pero m¨¢s capaz de matar. Y es que este director, que concibe sus obras como productos delicatessen en las que mima cada plano, ha ahondado en los personajes que creara Patricia Highsmith. La nueva versi¨®n, protagonizada por Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law, ha conseguido cinco candidaturas a los Oscar de este a?o.
Entre las estatuillas a las que aspira la pel¨ªcula, que se estrena este viernes en Espa?a despu¨¦s de pasar por la secci¨®n oficial del Festival de Berl¨ªn, est¨¢n la de la direcci¨®n art¨ªstica, el dise?o de vestuario y la banda sonora. Jude Law aspira al Oscar como actor secundario, y el propio Minghella, que hoy presenta el filme en Barcelona, como autor del gui¨®n adaptado.Este hombre obsesionado con la elegancia -"pueden acusarme de ser elegante, me encantan las cosas que son finas y me gusta que me identifiquen con ellas", dice- y tambi¨¦n algo susceptible con sus kilos de m¨¢s -"esa silla para gordos es en la que me tengo que sentar yo, ?no?", dice al entrar en la habitaci¨®n del hotel berlin¨¦s donde se desarrolla la entrevista- ha buceado con muchas bombas de ox¨ªgeno por la legendaria obra de la Hihgsmith.
"En esta novela est¨¢ la angustia del hombre del siglo XX. No es s¨®lo la historia de ese personaje criminal al que nunca coge la polic¨ªa, es un paseo por el infierno de un hombre que muestra todas las frustraciones del presente: querer ser otro, mirarse en los espejos exteriores m¨¢s que en los interiores, esta cultura de la venta que nos ofrece la gran oportunidad de explorar el miedo que uno se tiene a s¨ª mismo y cambiarse por el de enfrente", reflexiona sonriente este hombre bajito, amable, con perilla de pincho y calva rapadita al cero.
Honrar el libro
"Lo dif¨ªcil de adaptar una obra que amas es que trabajas con la obsesi¨®n de honrar el libro y la pel¨ªcula", aclara el cineasta. Pero lo que pocos pueden negar es que Minghella ha sacado conclusiones contundentes sobre los personajes.
Una historia con enjundia en la que Minghella no pretende juzgar al hombre que esta vez lleva la m¨¢scara con la cara de Matt Damon. "Una de las cosas que m¨¢s me cuestan en el proceso de una pel¨ªcula es la elecci¨®n del reparto. Yo me tengo que enamorar de los actores. ?Y c¨®mo lo haces? Te sientas con ellos, conversas y bebes. A Matt lo eleg¨ª porque me subyug¨® con su inteligencia. Yo ten¨ªa claro que no har¨ªa la pel¨ªcula sin un Ripley que me convenciera mucho, y en Matt vi esa transparencia y esas sombras del personaje".
Su elecci¨®n era muy importante porque toda la pel¨ªcula se ve a trav¨¦s del mundo de este hombre camale¨®nico, ambicioso, acomplejado, cruel y encantador. "Esta vez he robado la c¨¢mara y he hecho la pel¨ªcula con el ojo de Ripley", contin¨²a el director, "con su visi¨®n del mundo, con su forma de hacer las cosas, y no quiero que nadie le reeduque, sino que le acompa?en en su infierno", dice. Sin embargo, esta opci¨®n es dif¨ªcil de entender por algunos, sobre todo en Estados Unidos, donde la Academia de Hollywood ha escatimado a la pel¨ªcula algunas opciones de peso para el Oscar. "El p¨²blico americano no acepta bien que un criminal se libre de su castigo, y ¨¦se es Ripley, lleva el castigo dentro, pero no paga con la c¨¢rcel".
El talento de Ripley ha llevado a Minghella otra vez hasta el sol de Italia, como en los d¨ªas en que rod¨® El paciente ingl¨¦s, y le ha dado la oportunidad de llevar al cine un relato turbio y negro sin perder la fidelidad a su estilo luminoso y elegante, una apuesta arriesgada. "Me encanta Italia, mis ra¨ªces est¨¢n en aquel pa¨ªs. Sin embargo, creo que soy m¨¢s italiano de lo que pienso y menos de lo que me gustar¨ªa ser", dice jugando con los galimat¨ªas otra vez, como en su pel¨ªcula.
Minghella ha puesto sobre la mesa una imagen de Ripley con tendencias homosexuales sinceras y heterosexuales cuando se trata del hombre que quiere ser. "Creo que la homosexualidad est¨¢ en la superficie de la novela. Quiz¨¢ no se lea en el libro claramente y yo no lo enfatic¨¦ por eso, pero lo veo en la descripci¨®n de las miradas, los gestos, que dicen muchas cosas", afirma este director que se hab¨ªa prometido a s¨ª mismo escapar de las adaptaciones literarias, pero que sigue sin poder hacerlo. "De hecho, hay un libro, La monta?a de oro, que me ha impresionado tanto que va a hacerme romper mi promesa de no volver a las adaptaciones", cuenta. Se trata de una visi¨®n cruel y descorazonadora de la Odisea de Homero trasladada a la guerra de secesi¨®n estadounidense que Minghella se ha decidido a trasladar al cine.
'La Cenicienta'
Patricia Highsmith, que dej¨® escritas cuatro novelas sobre Ripley, no ha sido la ¨²nica referencia literaria que le ha servido a Minghella. "Tambi¨¦n he investigado en Los para¨ªsos perdidos, en Macbeth, en La Cenicienta, y en varios libros en los que los personajes pierden la virginidad moral", cuenta.
"Las historias morales me interesan, por algo vivo con las bendiciones y las maldiciones que supone ser un director cat¨®lico, alguien que cree en el purgatorio y en el karma, lo que le da capacidad de entender el alma de Ripley, de encontrar humanidad en la misma".
Pero tambi¨¦n este director de tiempos pausados, amigo de la degustaci¨®n del cine, de la creaci¨®n de atm¨®sferas cuidadas, revela sus referentes cin¨¦filos: "El Fellini de La dolce vita, Visconti, Kurosawa y Kieslowski, otro director tambi¨¦n cat¨®lico preocupado por la moral como gran misterio en su trabajo", se confiesa Minghella.
Bajo el oscuro sol
"Me encanta Ripley. Es tan diferente a m¨ª". Matt Damon insiste en desmarcarse de su personaje en El talento de Mr. Ripley: un tipo amoral, un acomplejado social dominado por su deseo de ser otro. Los remordimientos atormentan al Ripley de Damon.
Un asesino muy distinto al que en 1959 interpret¨® Alain Delon en A pleno sol, la pel¨ªcula de Ren¨¦ Clement que convirti¨® al actor franc¨¦s en icono de una juventud que deseaba reinventarse lejos del peso de una Europa gris y avejentada. Moreno, bello y c¨ªnico -y sin tiempo para remordimientos-, su personaje en aquella versi¨®n de la novela de Patricia Highsmith carec¨ªa de los ambiguos matices que 40 a?os m¨¢s tarde le ha dado el californiano Damon.
La homosexualidad no lat¨ªa en el personaje de Delon, que sin embargo era un Ripley mucho m¨¢s sexual.
El tri¨¢ngulo que formaron Alain Delon, Marie Laforet y Maurice Ronet caus¨® un fuerte impacto: anunci¨® la peligrosa luz de los sesenta. La est¨¦tica luminosa de la pel¨ªcula, los cuerpos y el sol mediterr¨¢neo contrastaban con la oscuridad mental.
"En A pleno sol est¨¢ la manera europea de ver Europa", dice Minghella. "En mi pel¨ªcula est¨¢ la visi¨®n americana, idealizada, sobre Europa. Clement era m¨¢s contundente, m¨¢s realista".
Babelia
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