De Benzion Netanyahu y sus detractores
La Inquisici¨®n espa?ola nunca deja de levantar las pasiones de aquellos que la estudian, y la reciente publicaci¨®n de la traducci¨®n espa?ola de Los or¨ªgenes de la Inquisici¨®n, de Benzion Netanyahu, ha dado pie a un fascinante intercambio de puntos de vista en las p¨¢ginas de opini¨®n de EL PA?S. Empez¨® con la entrevista publicada en Babelia el 4 de diciembre de 1999, y ha continuado con comentarios, que han sido respetuosos a la vez que cr¨ªticos, de Julio Pardo (4 de diciembre), Antonio Dom¨ªnguez Ortiz (16 de diciembre) y Jos¨¦ Antonio Escudero (19 de enero de 2000), junto con una respuesta del profesor Netanyahu (3 de febrero).Personalmente, no soy un erudito en lo relativo a la Inquisici¨®n, pero he le¨ªdo ampliamente sobre ella (incluido el original en ingl¨¦s del mencionado libro), as¨ª como sobre el antisemitismo europeo y el holocausto. He estudiado en detalle esa forma mucho m¨¢s moderada de Inquisici¨®n que tuvo lugar en EE UU en la forma de macartismo en los a?os cincuenta, y fui una v¨ªctima menor de ella. En cuanto a mi identidad personal, soy jud¨ªo secular y, si hubiera nacido en la Espa?a del siglo XV, probablemente habr¨ªa sido un jud¨ªo heterodoxo o converso que guardar¨ªa para s¨ª sus pensamientos religiosos con el fin de evitar la tortura o la confiscaci¨®n de sus propiedades.
La principal diferencia de opini¨®n entre Netanyahu y sus detractores es la insistencia del primero en que los motivos sociales, econ¨®micos, pol¨ªticos y, en ¨²ltimo extremo, racistas, eran mucho m¨¢s importantes que las preocupaciones religiosas, mientras que sus adversarios creen que al Gobierno y a las autoridades eclesi¨¢sticas de Castilla les movi¨® efectivamente lo que percib¨ªan como amenazas heterodoxas y her¨¦ticas contra la ortodoxia cat¨®lica. La mayor¨ªa de los acad¨¦micos espa?oles y extranjeros han estudiado la Inquisici¨®n bas¨¢ndose en documentos latinos y espa?oles. La gran aportaci¨®n a la investigaci¨®n por parte del profesor Netanyahu ha sido estudiar los documentos en lengua hebrea, y bas¨¢ndose en esas lecturas ¨¦l afirma que la inmensa mayor¨ªa de los conversos en la segunda mitad del siglo XV eran cristianos devotos considerados por la comunidad jud¨ªa como renegados que hab¨ªan rechazado vergonzosamente su fe ancestral, de ah¨ª que no hubiese necesidad racional de ning¨²n tipo de investigaci¨®n relativa a la ortodoxia de sus creencias.
Entonces, ?por qu¨¦ los conversos eran objeto de especial desconfianza e investigaci¨®n? Netanyahu se?ala que las conversiones masivas entre los a?os 1391 y 1412 hab¨ªan provocado una gran afluencia de nuevos cristianos (a mediados del siglo XV, 600.000 seg¨²n sus c¨¢lculos, y quiz¨¢ 300.000 seg¨²n Dom¨ªnguez Ortiz, en una poblaci¨®n de entre 7 y 8 millones). En el pasado, diversas leyes hab¨ªan limitado estrictamente el n¨²mero de jud¨ªos que pod¨ªan ejercer como m¨¦dicos, notarios, farmac¨¦uticos, joyeros, funcionarios municipales o reales, etc. Pero, en esa ¨¦poca, un elevado porcentaje de jud¨ªos se hab¨ªan vuelto cristianos, presumiblemente con derecho a ejercer cualquier oficio y profesi¨®n que practicasen libremente los cristianos castellanos. Los cristianos viejos, sobre todo entre los artesanos y funcionarios de las ciudades, reaccionaron ante la inoportuna competencia reclamando nuevas restricciones a la actividad econ¨®mica y profesional de los conversos. Insinuaron que no se pod¨ªa confiar en los conversos, ya que eran descendientes de los jud¨ªos, y que muchos de ellos practicaban en secreto el juda¨ªsmo. La Inquisici¨®n, desde sus primeros a?os, se convirti¨® en el veh¨ªculo perfecto para el saqueo de los conversos bas¨¢ndose en confesiones de herej¨ªa obtenidas bajo tortura o amenaza de tortura.
Los detractores insisten en la motivaci¨®n religiosa y en la honestidad de esa preocupaci¨®n. Seg¨²n Julio Pardo, entre 1478 y 1480, la cristiandad castellana estaba "diversificada y tensionada hasta el extremo". Acusa a Netanyahu de pasar por alto importantes fuentes como la Impugnaci¨®n Cat¨®lica de Hernando de Talavera, que muestran la m¨¢s sincera preocupaci¨®n por las corrientes her¨¦ticas. El problema no era si los conversos eran o no "sinceros", sino si eran o no ortodoxos. Seg¨²n Dom¨ªnguez Ortiz, Netanyahu "desecha" las aut¨¦nticas pruebas contempor¨¢neas del criptojuda¨ªsmo y acusa a la Inquisici¨®n de condenar a cristianos aut¨¦nticos. Pero Dom¨ªnguez Ortiz insiste en que, en realidad, los registros de la Inquisici¨®n demuestran que se tomaban muy en serio la tarea de comprobar la verdad de las acusaciones. J. A. Escudero insiste en que la Inquisici¨®n se dirig¨ªa contra falsos conversos (su frase y su ¨¦nfasis) y en que los resultados en los a?os en cuesti¨®n, entre 1480 y 1530 aproximadamente, efectivamente indican que el criptojuda¨ªsmo era un fen¨®meno muy secundario en la comunidad conversa.
Para m¨ª, la pol¨¦mica ilustra una tendencia desafortunada, pero en absoluto poco com¨²n, por parte de acad¨¦micos muy comprometidos a buscar respuestas claras y categ¨®ricas a cuestiones que, por su naturaleza, son muy complejas y, a menudo, poco definidas. Piensen en la cuesti¨®n de la lealtad religiosa de los conversos de tercera y cuarta generaci¨®n a mediados del siglo XV. Los documentos hebreos reflejar¨ªan a buen seguro unos conversos renegados y tratar¨ªan su p¨¦rdida para la comunidad jud¨ªa como una completa conversi¨®n al cristianismo. Pero esto no es una prueba de ortodoxia conversa. Las conversiones masivas hab¨ªa tenido lugar en condiciones de gran coacci¨®n y miedo tanto al trato personal como a la p¨¦rdida del medio de sustento. Me parece incre¨ªble suponer que todos los nietos de aquellos conversos se sent¨ªan totalmente integrados y ortodoxos. Cuatro siglos despu¨¦s, Espa?a tiene decenas de miles de ciudadanos que no son ni cat¨®licos ni jud¨ªos y que resisten en silencio las presiones psicol¨®gicas y sociales de cualquier iglesia.
La verdadera cuesti¨®n no es o esto o aquello; o motivos religiosos o motivos socioecon¨®micos. Mostramos condescendencia en nuestra interpretaci¨®n de sociedades del pasado si pensamos que eran en alg¨²n sentido menos complejas, ambiguas, corruptas, hip¨®critas, conflictivas, etc¨¦tera, que aquellas sobre las que leemos en los peri¨®dicos o que experimentamos en nuestra propia piel. Seguro que la Castilla del siglo XV, formada por descendientes de cristianos, musulmanes y jud¨ªos de todo el mundo mediterr¨¢neo con una activa vida intelectual y cultural, produc¨ªa suficiente heterodoxia como para animar a las autoridades cat¨®licas a establecer la Inquisici¨®n. Entonces, como ahora, hab¨ªa oportunistas dispuestos a arruinar a sus rivales mediante calumnias y culpas por asociaci¨®n. Entonces, como ahora, hab¨ªa s¨¢dicos dispuestos a servir como torturadores policiales y personas a quienes les disgustaban las costumbres y los acentos extra?os, aunque no dispon¨ªan del vocabulario racista pseudocient¨ªfico, creado en la Europa del siglo XIX.
La Inquisici¨®n empez¨® como una instituci¨®n que investigaba supuestas herej¨ªas y utilizaba todos los m¨¦todos de coacci¨®n habituales en sociedades bajo gobierno autoritario. Respond¨ªa al hist¨®rico antisemitismo del que habla Netanyahu y que no niegan sus detractores. Utiliz¨® la supuesta herej¨ªa como excusa para confiscar la riqueza conversa. Intent¨®, afortunadamente sin ¨¦xito, reducir la vida intelectual espa?ola a ortodoxia religiosa. Tuvo todos los motivos que le atribuyen tanto Netanyahu como sus detractores.
Y, por ¨²ltimo, ¨²ltima petici¨®n de evitar simplificaciones melodram¨¢ticas, no fue un "holocausto". Dos mil muertes en la hoguera y varios miles de confiscaciones de propiedad por cr¨ªmenes de pensamiento constituyen un historial de extraordinaria crueldad, pero no son el equivalente a seis millones de asesinatos sin el m¨¢s m¨ªnimo pretexto de actividad criminal, simplemente muerte por el delito de ascendencia jud¨ªa. Antes y despu¨¦s de la creaci¨®n de la Inquisici¨®n hubo una elevada proporci¨®n de matrimonios entre conversos y cristianos viejos. Hab¨ªa conversos entre los inquisidores (no es que proponga eso como cumplido), pero gran parte de la comunidad conversa qued¨® intacta, literalmente, en lo relativo a las actividades de la Inquisici¨®n.
Gabriel Jackson es historiador.
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