Dos triunfos
El d¨ªa 1 de abril de 1936, se present¨® Alicia De Larrocha en el teatro Calder¨®n de Madrid, con la Orquesta Sinf¨®nica y su director fundador, Enrique Fern¨¢ndez Arb¨®s, para tocar el Concierto en si bemol, de Mozart. Ten¨ªa la precoz pianista 10 u 11 a?os y para dominar el teclado hubo que poner en el asiento varios libros. Formada en las aulas, la amistad y el consejo de Frank Marshall, la carrera de De Larrocha no ha conocido crisis ni descensos y su personalidad se reafirm¨® hasta gozar del aprecio universal que hoy mantiene. Una de las constantes en su repertorio -aparte los autores espa?oles, especialmente Alb¨¦niz, Granados, Mompou y Montsalvatge- fue la obra mozartiana. Ahora, fresca la recepci¨®n del Premio de la Fundaci¨®n Guerrero, Alicia volvi¨®, con la Orquesta Nacional, a Mozart, a su Mozart entra?able y limpio, transparente y melanc¨®lico hasta cuando sonr¨ªe tal es el caso del bell¨ªsimo Concierto en do mayor, de 1785. Hubo de superar Alicia, bien lo s¨¦, el dolor por la muerte de Felicitas Keller, su empresaria y admiradora y me pareci¨® advertir un cierto temblor emocional en su toque y su fraseo y un punto de tristeza honda en el mel¨®dico cantar del andante. La colaboraci¨®n de un maestro avezado, el vien¨¦s Walter Weller se ci?¨® a la l¨ªnea y los acentos de la solista. Dirigi¨® Weller, otras dos partituras mozartianas: la Sinfon¨ªa en sol menor, K. 183, de 1773 y la J¨²piter, de 1778 y el ¨¦xito fue t¨®nica de la jornada.Valencia en Madrid
Orquesta Nacional
Director: W. Weller. Solista: A. de Larrocha. Auditorio Nacional, 25, 26 y 27 de febrero.Orquesta y Coro de Valencia / London Philharmonic Choir Director: Garc¨ªa Navarro. Teatro Real. Madrid, 26 y 27 de febrero.
Triunfo y calor rodearon, hasta resolverse en aclamaci¨®n, a la Orquesta y Coro de Valencia que en uni¨®n del London Philharmonic Choir, nos dieron la Misa solemne de Beethoven, partitura inmensa y problem¨¢tica capaz de alumbrar un nuevo modo de entender lo religioso, para unos, y mensaje, estilo y lenguaje arcaizante, para otros. Adorno entre ellos. Se trata de una cima dram¨¢tica en la producci¨®n del ¨²ltimo Beethoven, escrita para solistas y coro en una tesitura m¨¢s que inconveniente, quiz¨¢ porque, como en la Novena, Beethoven pensaba en un canto gritado urbi et orbi. Esta brillantez grandiosa qued¨® lograda ahora.
Los excelentes solistas (la berlinesa Alesandra Marc, la sueca Birgitta Svenden, el norteamericano Jon Villars y el alem¨¢n, de Frankfurt, Harald Stamm) exhibieron dominio absoluto, emotividad glorificante de lo sagrado y lo humano, en perfecto equilibrio con el coro valenciano que dirige Francisco Perales y el londin¨¦s de Neville Creed, sirvieron a Garc¨ªa Navarro cuanto solicit¨® en todos los ¨®rdenes. Maestro efusivo y temperamental, Garc¨ªa Navarro enalteci¨® la hondura del soberbio Credo, la magnificencia del Gloria o la luminosidad del Agnus Dei, en una concepci¨®n global digna de las largas ovaciones dispensadas por la audiencia, marca del acontecimiento que ha supuesto la visita a Madrid de los instrumentistas y cantores de Valencia.
Babelia
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