La sabidur¨ªa en cinco retratos
JOS? LUIS MERINO
La exposici¨®n de Fito Ram¨ªrez-Escudero en la galer¨ªa La Brocha de Bilbao anuncia el gran salto hacia su consolidaci¨®n como artista. La muestra se compone de tres partes: ocho retratos al ¨®leo, diez collages y alrededor de medio centenar de acuarelas y tintas.
El acierto que poseen cinco de los retratos le convierten en un especialista en este g¨¦nero. Son rostros retratados que se ven rodeados por elementos ajenos, que surgen medio flotando por los lienzos. Y as¨ª, p¨¢jaros, cerezas, fusiles, torres inclinadas, bastones malabaristas y lo que haga falta, dinamizan cada cuadro, reparti¨¦ndose protagonismo, encanto, humor e iron¨ªa. Todo ello ejecutado con trazos firmes, r¨¢pidos, seguros, como si su mano estuviera guiada por la rosa grande del saber.
S¨®lo con la mirada vuelta hacia atr¨¢s, comprender¨ªamos que las 18 exposiciones individuales que ha realizado este artista en los ¨²ltimos veinte a?os, son las que le han insuflado la fuerza expresiva necesaria para poder trazar con mano maestra esos cinco espl¨¦ndidos retratos.
Sin embargo, no es lo mismo a la hora de reparar en los otros tres retratos. Ah¨ª la mano se le ha trocado en el mu?¨®n de nadie. No ha sabido introducir en ellos la magia, el ensue?o, la libertad y el gesto l¨²dicamente sabio que habita en las otras cinco im¨¢genes.
Los collages est¨¢n trabajados con suma facilidad. Aparecen como un descanso entre obras de m¨¢s peso espec¨ªfico. Son divertimentos sutiles y gratos para la mirada; repleto de gui?os culturales, adem¨¢s de articular en ellos ciertos juegos probatorios urdidos a trav¨¦s del ordenador.
Para potenciar la exposici¨®n, Fito Ram¨ªrez-Escudero propone a la consideraci¨®n de los espectadores unas cincuenta peque?as obras hechas sobre aguadas en papel. En ellas se exhibe una gama ampl¨ªsima de talento expresivo. Algunas de esas obritas son verdaderas joyas en cuanto a forma y color. Hay en ellas inventiva, precisi¨®n, belleza, variedad y un conocimiento muy amplio de aquello que los grandes creadores del gestualismo aportaron a la historia del arte.
Adem¨¢s de los logros que comportan esas peque?as obras en s¨ª mismas, inducen a pensar que pueden ser llevadas al ¨®leo y a las grandes dimensiones en cuanto se lo proponga el artista. Es obvio que resulta extra?o no ver alguna de esas muestras alzadas a la gran dimensi¨®n...
Ser¨ªa imperdonable por nuestra parte no advertirlo. No cuenta la del escaparate, porque es una obra de tanteo y, adem¨¢s, poco afortunada, por la mucha confusi¨®n e impericia que pone de relieve.
Cuando hablamos de echar en falta obras de grandes dimensiones, no lo hacemos animando a los artistas a que se adscriban al gigantismo por el gigantismo -que en arte tiene un valor muy peque?o-, sino para que dejen de sentirse artistas pobres y tercermundistas. En muchos momentos de sus vidas deben olvidarse de pensar en las dimensiones que le vienen bien a los compradores medios de las galer¨ªas de arte. Sin quererlo, esos compradores medios est¨¢n condicionando las posibilidades de los artistas. Es preciso que el artista se rebele y entre a debatir su propio talento con las grandes dimensiones. Muchos de los artistas se ver¨¢n perdidos al comprobar que les vence el gran formato. No obstante, ser¨¢ esa una buena manera de empezar a conocerse c¨®mo son, si es verdad que se escribe, se pinta o se compone para averig¨¹arse...
Creemos que Fito Ram¨ªrez-Escudero saldr¨ªa victorioso si tuviera que batirse a brazo partido con las grandes dimensiones. Del formato peque?o, como el mostrado en La Brocha, ha salido m¨¢s que triunfante, por razones estrictamente art¨ªsticas. A esto se a?ade el que un coleccionista de Madrid, prendado por la exposici¨®n, la compr¨® entera, salvo una obrita que ya estaba adquirida con anterioridad.
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