Espiar al empleado
"?En las empresas donde ha trabajado ha tenido alguna responsabilidad sindical?", "?Ha formado alguna vez parte de un piquete?", "?Ha fumado alg¨²n porro en los ¨²ltimos cinco a?os?", "?Piensa que hay diferencia entre enga?ar a un cliente o estafar a la empresa para la que trabaja?" No es un interrogatorio cualquiera, es una bater¨ªa de preguntas destinadas a un trabajador que va a ser contratado por una empresa. Un par de maniqu¨ªes de tama?o natural en el interior de un escaparate recrean la escena: el uso de un pol¨ªgrafo, com¨²nmente conocido como m¨¢quina de la verdad, por parte de un empresario con un empleado. Se vende al precio de 1.300.000 pesetas; aparte queda el coste de mantenimiento y de formaci¨®n. No es ni m¨¢s ni menos que una, soprendente eso s¨ª, de las cientos de novedades expuestas en el sal¨®n Sicur 2000, dedicado a la seguridad, que se clausur¨® ayer en el Parque de las Naciones de Madrid.Es la seguridad en el m¨¢s amplio sentido de la palabra. Seguridad ante incendios, ante accidentes laborales, seguridad nuclear, seguridad ante robos o cualquier otro tipo de delito. Pero, tambi¨¦n, seguridad ante el empleado infiel y el competidor. La seguridad privada es un sector en expansi¨®n, que genera un volumen de ingresos de 200.000 millones de pesetas, cuenta con cerca de 70.000 vigilantes y 2.817 empresas con licencia, de las cuales est¨¢n actualmente operativas 889.
La m¨¢quina de la verdad no es el ¨²nico aparato disponible para que un empresario se defienda de la fidelidad de sus empleados, pero s¨ª el m¨¢s llamativo, el que m¨¢s espacio ocupa. "Un empresario debe estar seguro de que la persona a la que contrate, adem¨¢s de ser un buen profesional, sea un hombre de fiar. Y tiene derecho a perdirle que pase por el pol¨ªgrafo, tanto a la hora de firmar contrato como cada seis meses", explica Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez, de la empresa Nitspy, a todo aquel que quiera preguntarle sobre esta novedad.
Fern¨¢ndez defiende el producto con el entusiasmo propio de todo vendedor que se precie y no encuentra problemas en la legalidad de su uso. "Mire usted", dice, "Mario Conde usaba mucho estos sistemas, pero se le olvid¨® hacerlo con una de sus secretarias y por ah¨ª vinieron sus problemas", explica con rotundidad. El pol¨ªgrafo tiene un competidor m¨¢s barato, quiz¨¢ menos fiable, pero tambi¨¦n de un uso m¨¢s amplio y m¨¢s discreto: se trata de un programa israel¨ª que permite evaluar, a trav¨¦s de una conversaci¨®n telef¨®nica, si quien est¨¢ al otro lado de la l¨ªnea est¨¢ probablemente mintiendo. "El programa permite grabar una conversaci¨®n con un cliente o con un empleado sin que ¨¦ste lo sepa y analizar la veracidad de la conversaci¨®n durante o despu¨¦s de la conversaci¨®n". El programa utiliza unas preguntas de car¨¢cter sencillo para evaluar el tono de la respuesta y luego pasar a la conversaci¨®n realmente interesante. Cuesta medio mill¨®n de pesetas, su coste de mantenimiento es m¨¢s barato que el pol¨ªgrafo, as¨ª como la necesidad de formaci¨®n de un empleado a la hora de usarlo correctamente.
Por m¨®dico precio se puede adquirir un peque?o micr¨®fono que puede ser activado desde un tel¨¦fono m¨®vil. As¨ª, desde cualquier parte del mundo, se puede escuchar cuanto se habla en un despacho. Est¨¢n perfectamente expuestos en muchos expositores aparatos que permiten determinar cu¨¢l es el itinerario del trabajador en uno de los coches de la flota de la empresa (e incluso en su coche particular), a qu¨¦ horas los utiliza, d¨®nde va, d¨®nde se detiene.
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