'El debate bate'
Canal + emiti¨® anoche El debate bate, la versi¨®n gui?olesca de ese debate entre candidatos que unos exigen con el mismo empe?o con el que otros lo rechazan. Fue un espect¨¢culo de categor¨ªa, que combin¨®, en clave de humor, los t¨®picos del g¨¦nero. La llegada en cochazo, las im¨¢genes de los contendientes maquill¨¢ndose y, luego, el momento de la verdad.El debate propiamente dicho fue una antolog¨ªa de los peores recursos que suelen esgrimir los pol¨ªticos en campa?a. Como en un bombardeo, fueron cayendo las calumnias, los golpes bajos, las pullas supuestamente ir¨®nicas, los chascarrillos, las mentiras, las promesas, la basura dial¨¦ctica... Para darle mayor agilidad, se introdujeron algunos flashbacks y enso?aciones especialmente ocurrentes y que resultaban tan ofensivas para unos como para otros.
A Aznar le toc¨® revivir, en blanco y negro, la escena del dictador que inmortaliz¨® Chaplin en El gran dictador, bailando en su despacho con la bola de mundo. Al l¨ªder socialista, en cambio, le toc¨® participar en un reparto de poderes y corrupciones en compa?¨ªa de g¨¢ngsteres sin escr¨²pulos en el m¨¢s puro estilo Atraco perfecto.
La broma no era, por supuesto, nada inocente (casi tan dura como aqu¨¦l gui?ol parodiando El padrino con Felipe Gonz¨¢lez de protagonista). A veces quiz¨¢s conviene exagerar para llevar hasta el l¨ªmite la parodia y, aunque comparar al Partido Popular y al PSOE con dictadores y g¨¢ngsteres sea bastante exagerado, hay que confiar en el sentido del humor y la capacidad autocr¨ªtica de todos para saberlo digerir y, sobre todo, reconvertir en ense?anza.
El debate bate fue un ejercicio de libertad. Recibieron tanto Joaqu¨ªn Almunia como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Y si, en alg¨²n momento, pudo parecer que el presidente del Gobierno se llevaba la peor parte, fue porque el mu?eco y la imitaci¨®n del candidato popular est¨¢n m¨¢s conseguidas que las del secretario general de los socialistas.
El cara a cara de los gui?oles no fue ni gratuito ni fr¨ªvolo. Nos dio la oportunidad de preguntarnos si realmente hacen falta debates electorales de verdad si de lo que se trata es de asistir a un intercambio de lanzamiento indiscriminado de basura. En este sentido, fue muy oportuna -y bastante cruel- la imitaci¨®n del concurso con el sonido del reloj tipo 1,2,3 Responda otra vez en la que, durante unos segundos, ambos candidatos de goma iban soltando promesas imposibles de cumplir, pero no demasiado distintas a las que, unos minutos antes, los candidatos reales acababan de hacer en las noticias de verdad.
El debate bate ha sido, por ahora, la cr¨ªtica m¨¢s seria a nuestra actual clase pol¨ªtica y confirma las virtudes de un espacio que debe continuar en esta l¨ªnea y que, con sus excesos, nos permite re¨ªrnos pensando que, por m¨¢s que se pasen los mu?ecos de l¨¢tex, sus exageraciones se parecen mucho a la materia prima que las inspira y son, en el fondo, el espejo deformante y esperp¨¦ntico de una realidad.
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