El h¨¦roe expoliado del Manzanares
Viendo el coche sumergirse envuelto en burbujas en el Manzanares, Jacobo Ovalle, de 21 a?os, grit¨® a su compa?ero: "Hay alguien, Jos¨¦, debe de haber alguien dentro. Hay que hacer algo". Y lo hizo. El coche hab¨ªa ca¨ªdo cerca de una barquichuela que utilizan los operarios del Ayuntamiento para las tareas de limpieza. R¨¢pidamente, sin pensar mucho, el c¨¢mara se olvid¨® del periodismo, se quit¨® los pantalones, la chaqueta, y en camiseta y en calzoncillos, dej¨® a su compa?ero encargado de filmar lo que iba a ocurrir. Se acerc¨® a la barca y se subi¨® a ella. Tendido de bruces, rem¨® con los brazos hasta que lleg¨® al coche, ya completamente cubierto de agua. "Me sub¨ª al cap¨® y empec¨¦ a golpear los cristales, a intentar abrir la puerta, pero era imposible", relata. La presi¨®n del aire encerrado en el autom¨®vil convert¨ªa en tarea de superhombres abrir las puertas.Los c¨¢maras de la cadena auton¨®mica Telemadrid Jacobo Ovalle y Jos¨¦ Oter, de 25 a?os, circulaban a las dos y media de la madrugada del lunes por la M-30. Conduc¨ªan r¨¢pido porque quer¨ªan llegar a un gran incendio declarado un rato antes en el sur de la ciudad y en el que, despu¨¦s se supo, murieron cinco personas. Pero vieron gente asomada al r¨ªo y algo les impuls¨® a pararse y olvidarse del fuego. "Aqu¨ª pasa algo", dijo Oter. En efecto. Algo hab¨ªa pasado. Unos minutos antes, un coche blanco se hab¨ªa salido de la carretera en una curva, hab¨ªa roto la valla de contenci¨®n, hab¨ªa volado 10 metros y hab¨ªa ca¨ªdo al agua. Oter y Ovalle se asomaron y contemplaron, junto a una docena de personas, c¨®mo se hund¨ªa.
Desde la orilla, Oter, mientras rodaba, intentaba ayudar a su compa?ero: le lanzaba piedras para romper la ventana, le aconsejaba que no se lanzara al agua, le advert¨ªa de que pod¨ªa congelarse. Porque el agua estaba muy fr¨ªa. Madrid disfruta estos d¨ªas los 20 grados por el d¨ªa, pero de noche la temperatura se desploma hasta los cuatro grados.
Tras unos minutos de luchar desesperadamente con la puerta, Ovalle oy¨® las voces de los bomberos, que ya hab¨ªan llegado. El c¨¢mara volvi¨® a tumbarse en la barca y rem¨® hasta la orilla en busca de ayuda. Uno de los bomberos, empu?ando un pico, se subi¨® a la barca. Ambos regresaron al autom¨®vil mientras m¨¢s bomberos se preparaban para saltar. Ovalle trep¨® de nuevo al cap¨®, y esta vez resquebraj¨® el cristal de la ventana con el pico y logr¨® que entrara aire en el coche. "Y entonces el bombero pudo abrir la puerta sin mucho esfuerzo y desde el cap¨® vi c¨®mo un cuerpo sal¨ªa flotando por la puerta, como si estuviera muerto. Yo pertenezco al turno de noche de Telemadrid, y estoy especializado en sucesos. Pero para ver salir un cuerpo flotando en el agua no estoy preparado. Me entr¨® miedo", cuenta.
Ovalle recuerda que el bombero le dec¨ªa: "Tranquilo, chaval, que me tienes que ayudar". Y ayud¨®. Entre los dos, subieron al herido en la barca, que, tras 20 minutos encerrado en el coche bajo el agua, sufr¨ªa una parada cardiorrespiratoria por asfixia y una hipotermia: la temperatura de su sangre no pasaba de 32 grados.
Los m¨¦dicos del Samur se apresuraron a atender al herido, Francisco V. L., de 33 a?os, casado y con dos hijas peque?as, que ayer segu¨ªa en coma y en extrema gravedad en el hospital Cl¨ªnico. Unos minutos m¨¢s en el coche y no habr¨ªa salido vivo de ah¨ª. Los casos de hipotermia son imprevisibles. Hay quien, como una esquiadora sueca que el a?o pasado pas¨® 40 minutos bajo agua helada, logra sobrevivir a una hipotermia de 13,7 grados cent¨ªgrados y quien no ha conseguido vencer a los 33 o los 34 grados. Ovalle, que quiso ser bombero, pero que suspendi¨® la oposici¨®n hace a?os, descubri¨® al salir del agua la ¨²ltima novedad de esa extra?a noche: mientras se arrebujaba en una manta comprob¨® que alguien le hab¨ªa robado los pantalones, en los que llevaba las tarjetas de cr¨¦dito.
Despu¨¦s, m¨¢s tranquilo, se dio cuenta no s¨®lo de lo que hab¨ªa hecho, sino de lo que no hab¨ªa logrado hacer. Vio a los m¨¦dicos ocuparse del cuerpo l¨ªvido del herido y de pronto rompi¨® a llorar.
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