Piel dura, aguij¨®n afilado
Tim Berne visitaba Madrid por primera vez a sus 46 a?os reci¨¦n cumplidos. Un considerable descuido si se tiene en cuenta que es, desde hace mucho tiempo, un m¨²sico fundamental de la escena alternativa neoyorquina, quiz¨¢ no tan prol¨ªfico en el aspecto compositivo como el muy alabado John Zorn, pero bastante m¨¢s completo y fecundo como saxofonista alto.En su d¨ªa, incluso la todopoderosa Columbia le consider¨® capaz de hacer rentable la vanguardia, pero el espejismo se desvaneci¨® pronto y el disc¨ªpulo del malogrado Julius Hemphill ha terminado por crear su propio sello discogr¨¢fico para distribuir sus productos sin presiones. Y fue este veterano Berne, curado de espantos comerciales, el que se estren¨® en la capital dentro de un ciclo que, al menos en el apartado del jazz, apuesta por las tendencias de riesgo.
Berne, Ducret & Rainey Tim Berne (saxo alto), Marc Ducret (guitarras) y Tom Rainey (bater¨ªa)
La Abad¨ªa. Madrid. 7 de marzo. 2.500 pesetas.
Nadie m¨¢s indicado para ense?ar c¨®mo se hace m¨²sica al filo de la modernidad bien entendida.
La primera lecci¨®n consisti¨® en recordar que la libertad es perfectamente compatible con la estructura, sobre todo cuando se sabe dotar al caos aparente de energ¨ªa concentrada y se acierta a orear las partes escritas con espontaneidad sincera. Durante las improvisaciones de Berne, siempre rebosantes de l¨®gica y emoci¨®n, menudearon los puntos de avituallamiento para repostar combustible tem¨¢tico y mudar la atm¨®sfera de cada pieza.
Su saxo alto se expres¨® con deslumbrante pureza sin miedo a saltarse academicismos manidos, y fue tan capaz de reflexionar como de explotar. Del di¨¢logo con sus espl¨¦ndidos compa?eros, a quienes le une una larga relaci¨®n, surgi¨® una m¨²sica densa y laber¨ªntica, de piel dura y aguij¨®n afilado, que se esforz¨® en rastrear la pista de la soluci¨®n m¨¢s imaginativa. La exquisita pulcritud formal del tr¨ªo dulcific¨® la severidad de los contenidos, y las cuatro largas piezas interpretadas parecieron impolutos pa?uelos de seda envolviendo guijarros de belleza ¨¢spera y oscura.
Marc Ducret traz¨® l¨ªneas intrincadas desde una guitarra tan habituada a lanzar alaridos a lo heavy metal como a servir acordes vaporosos, mientras Tom Rainey, un radiante hombre a la sombra, dispers¨® elegantes aromas percusivos a partir de m¨¦tricas infrecuentes. Es f¨¢cil retener sus nombres: Tim, Tom y Marc, tan escuetos y contundentes como la m¨²sica que practican.
Babelia
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