La m¨²sica y ac¨¢
Est¨¢bamos la m¨²sica y ac¨¢.Mucho decir que es necesario promocionar la fiesta, mucho inistir en la atenci¨®n que merecen los nuevos valores, mucho pregonar que necesitan ¨¢nimos, mucho presumir de la enorme afici¨®n que hay en Valencia, y llega la hora de la verdad, la de la promoci¨®n aut¨¦ntica, y en la plaza est¨¢bamos la m¨²sica y ac¨¢, que dijo el cl¨¢sico.
Algunos expertos hasta se maravillaban de que hubiese acudido tanta gente. Un tercio de entrada y a¨²n esperaban menos. De donde todo eso de la promoci¨®n, del apoyo a los nuevos valores y de la afici¨®n que hay en Valencia se queda en fantas¨ªa oriental.
Se han vendido m¨¢s abonos para la presente feria y resulta que apenas pasan de 4.000; se han agotado localidades, pero s¨®lo para las dos tardes de Ponce. Es como cuando la gente se gasta un dineral para o¨ªr a los tres tenores y dicen que eso es afici¨®n a la m¨²sica cl¨¢sica.
Quinta / Lumbrerita, Veyrunes, Mi?arro Novillos de La Quinta (sin caballos), discretos de presencia salvo el segundo, indecoroso e inv¨¢lido; encastados y nobles
Lumbrerita: pinchazo hondo a un tiempo perdiendo la muleta, rueda de peones, pinchazo a un tiempo -aviso- y media (vuelta); dos pinchazos, otro perdiendo la muleta -aviso-, dos pinchazos m¨¢s y estocada (vuelta protestada). Jonathan Veyrunes: estocada ca¨ªda y rueda de peones (vuelta); estocada, rueda de peones -aviso- y dos descabellos (vuelta por su cuenta). Jos¨¦ Luis Mi?arro: espadazo en un brazuelo y estocada; se le perdon¨® un aviso (silencio); estocada corta -aviso- y tres descabellos (palmas). Plaza de Valencia, 10 de marzo. 1? corrida de Fallas. Un tercio de entrada.
No poco recelo late en lo que respecta a la cuesti¨®n taur¨®maca. El p¨²blico en general y los aficionados en particular est¨¢n bastante escarmentados. Las novilladas de promoci¨®n ya no son lo que eran. Tiempos hubo en que se les daba una oportunidad a los principiantes y, buenos o malos, sal¨ªan a por todas. De unos a?os a esta parte salen asimismo a por todas pero dentro de un orden. Eso de parar, templar y mandar, o por lo menos intentarlo, es tambi¨¦n fantas¨ªa oriental. De las posturas, de los ademanes bravucones y de los gestos triunfalistas, sin embargo, hacen derroche.
Opinan aficionados conspicuos que a los novilleros principiantes se les ense?a mal en las escuelas de tauromaquia. Mas quiz¨¢ no sea este el caso. En la Escola de Tauromaquia de Valencia, que dirige Francisco Barrios El Turia, s¨ª se les ense?a y no presentan en p¨²blico a los aspirantes hasta que tienen bien aprendida la lecci¨®n. Lo que sucede es que luego viene la realidad de la vida y la realidad de la vida t¨¢urica es para ellos el ejemplo de las figuras, las artima?as que se gastan para salir a hombros. Es decir, mucho derechazo, mucho pico, mucho gesto bravuc¨®n, mucho adem¨¢n triunfalista, mucha cursiler¨ªa.
As¨ª se vio c¨®mo Lumbrerita, tras empezar sus faenas con una manta de derechazos, en su primero (que, por cierto, meti¨® la cabeza en un burladero y le cost¨® sacarla) amartill¨® una recia tanda de naturales lig¨¢ndolos de verdad; y en lugar de seguir por ah¨ª, que le daba el dominio sobre el toro y provocaba el alboroto en los graderios, volvi¨® r¨¢pido a pegar derechazos, que es la especialidad de las figuras del escalaf¨®n.
Toreaba Lumbrerita tremendista, desaforado, alborot¨®n, remarcando de esta manera su entusiasmo y su arrojo, y desmerec¨ªa con ello su virtud esencial, que consist¨ªa en un mando y un valor inusuales para torear hondo al natural con las de parar, templar y mandar, cargando la suerte.
El franc¨¦s Jonathan Veyrunes instrument¨® un suave y ce?ido quite por chicuelinas al novillo que abri¨® plaza y en cambio defraud¨® con la muleta pues se mostraba reiterativo en la ejecuci¨®n de las suertes y vulgarcito en su interpretaci¨®n. Y Jos¨¦ Luis Mi?arro, que hizo largas faenas, muy a la moda del pico y el derechazo, aguant¨® bien la encastada embestida del sexto novillo, principalmente al ligarle los naturales.
Los novillos no tuvieron la culpa de nada. Los novillos de La Quinta, encastados y nobles, fueron un lujo, a pesar de lo cual llegaron al desolladero con las orejas puestas.
Otra as¨ª y se queda sola la m¨²sica.
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